Mientras

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Los meses van pasando, no están siendo nada fáciles para Koa. Otras reclusas intentan agarrarla de su «puerquito», ya que la ven como una simple niñata, sin embargo, ella no se ha dejado en ningún momento. Al defenderse provoca enfrentamientos diarios y acaba castigada en una celda aislada, ya que las guardias la consideran el verdadero peligro por dejar a las otras reclusas llenas de moretones y fracturas graves, «y eso que solo está jugando».

Nadie ha podido con ella, menos siendo una chica con ira y rabia acumulada. Ha logrado sobrellevar las cosas únicamente porque mantiene la ilusión de poder vengarse.

Por otro lado, la vida de ese «delicadito» no transcurre más fácilmente que la de ella. Está pasando por una situación muy tormentosa en su vida.

Debido a que le han otorgado un importante puesto de ejecutivo en la cadena de hoteles «Iridiscente», perteneciente a su familia, y sumando su atractivo físico. Un sin fin de mujeres han estado detrás de él.

Cualquier hombre estaría feliz de ser asediado por mujeres, pero en su caso es lo contrario, lo detesta, lo aborrece con todo su ser. Soportar que las mujeres traten de acercarse con ese fétido olor, es repugnante.

Había logrado esquivar a cualquier mujer hasta que llegó esa fastidiosa joven caprichosa obsesionada con él. No ha podido quitársela de encima debido a que pertenece a otra importante familia, por lo cual las familiares de ambos se han confabulado para juntarlos. Ya no sabe cómo huir de las estrategias de sus familias y de esa chica para no seguir frecuentándola. Se pregunta qué karma estará pagando él.

En este momento, está escondido en el spa intentando no encontrarse con esa obsesionada. Sin embargo, le es en vano, ya que de pronto ella aparece delante de sus ojos.

—¡Donovan! Al fin te encontré —ella está con una flamante sonrisa que brilla junto a su cabello rubio alisado, que luego ondea presuntamente.

Él rueda los ojos y exhala por la nariz. Ese estúpido olor a vainilla le retuerce la nariz. No dice nada.

—Es fácil encontrarte —se burla ella.

—Sería más fácil dejarme en paz y olvidar quién soy —él la consume con la mirada y ceño fruncido.

—Eso no pasará, tú me perteneces —dice con una voz melosa y alzando el cuello y abriendo mucho los ojos como una lunática.

—¿Ah sí, pues cuándo me compraste o qué?

—¿Comprarte? No hace falta cariño, con mi posición puedo tener lo que quiera, y tú también. Sabes que esto es beneficioso para ti, ¿acaso no quieres ser tomado más en cuenta por tu familia?

Donovan solo puede sentir un profundo desagrado ante su persistencia. A pesar de su posición y belleza, no puede soportarla. Pero al menos por el momento tendrá que ceder, ya que la presión de su familia y la insistencia de la joven caprichosa lo obligan.

—Te busco más tarde —finalmente dice cediendo ante la chica.

—De acuerdo  —pronuncia victoriosa con una filosa sonrisa.

Enseguida ella se marcha dejando a solas a Donovan, poco después él sale del lugar, y en el pasillo se encuentra con un señor de cabello platinado, su asesor.

—Señor, aquí tiene —le entrega un spray nasal.

—Su olor me mata —refiriendose a la anterior chica, no tarda en usar el spray.

—Debería hablar con su abuelo, él podría apoyarlo.

Él se queda pensativo deambulando con la mirada.

—No. No hará falta, sé que una vez se dé cuenta de quién soy en realidad, ella misma se alejará.

—Bien. Por cierto señor, le ha llegado otra carta de la marine —le extiende la carta.

—¿Qué marine?

—La chica con la que tuvo un problema en la piscina.

Él hace memoria.

—Ah la maloliente. Tírala. No me interesa.

Sin importarle camina hacia delante.

—Señor, tengo entendido que ella está en prisión debido al incidente —su asesor preocupado va detrás de él para tratar de hacerlo entrar en razón.

—Que bien —esboza una sonrisa retorcida.

—¿Realmente no le interesa? —pregunta su asesor ahora con una voz más áspera.

Adiestrando Al Enemigo (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora