¿Te preocupas por mí?

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Durante los meses de verano, la mayoría de las calles de la ciudad se encuentran desiertas y los comercios cerrados. La razón de esta ausencia masiva de personas es el inicio de las vacaciones de verano, donde la población suele viajar a destinos turísticos.

Esta temporada en la ciudad de calles vacías y silenciosas, con la menor actividad del año, es la que alguien en especial disfruta, Donovan.

Sale de su auto Tesla negro de último precedente, y se planta de pie manteniendo el mentón alto mientras se ajusta su saco de su traje Brioni, con la mirada juzga alrededor. 

—Al fin, la ciudad para mí solo. Los humanos se han ido, que bien se siente el ambiente.

Koa sin mayor ánimo, sale con simpleza del auto arrugando la cara, ya debería estar acostumbrada a esa actitud tan habitual de él. «Seguro, si fuera rey ya hubiera mandado a todos a la horca», imagina.

Juntos con el asesor, se dirigen a un restaurante. Pero va detrás de ellos como escolta.

Durante el camino se topan con un par de humanos.

—Aj, personas —arruga la nariz y luego tensa la mandíbula.

Y oculta en silencio, Koa no puede dejar de examinar con detenimiento esta peculiar forma de ser, desde sus expresiones corporales que gesticula cada vez que dice o hace algo, hasta su forma de vestir elegante y su actitud altiva.  

Mira la forma perfilada de su nariz que arruga cada vez que capta algo desagradable, su mandíbula enmarcada que tensa cada vez que se encuentra con una persona, sus cejas pobladas, y sus pestañas tupidas muy negras que delinean y resaltan aún más sus ojos color azul, estos ojos que de vez en cuando se fijan en ella, y que logran a que llegue a sentirse intimidada. En general estudia al joven que muy a menudo se muestra temeroso ante ciertas cosas, y otras ocasiones sumamente arrogante como si todos los demás fueran tan insignificantes, no merecidos de su presencia. 

Todo esto, la perturba y al mismo tiempo la atrae. No se entiende así misma, sin embargo hasta el momento el sentimiento que más la abarca es el rencor, por lo menos es eso de lo que ella cree estar segura. 

Recién llegan al restaurante, y entre tanto que esperan para ser atendidos por la hostess, Donovan ante la mudez de la que nunca se guarda una palabra, se extraña.

—¿Te encuentras bien? —pregunta Donovan—. Estás muy callada, es insano tratandose de ti.

—¿Te preocupas por mí? —cuestiona con un tono de voz agudo, evidenciando su indiferencia e ironía, es evidente que él no puede sentir preocupación por ella.

—Qué graciosa. Cómo se te ocurre, me preocupo por mi seguridad, tú eres quien me cuida. 

—Estoy bien, lo suficiente para quebrar cuellos si es necesario —le dice con desdén cortándolo de inmediato.

La atmósfera del restaurante está impregnada de sofisticación y elegancia, los pocos comensales que hay disfrutan de la música en vivo y de la atención personalizada de todo el personal, los meseros están impecablemente vestidos. Cada detalle, desde la vajilla hasta la decoración, está cuidadosamente bien establecida, sin duda es un restaurante de renombre.

La hostess más importante en cuanto se da cuenta de la presencia de Donovan, sonríe ampliamente y se apresura en atenderlo con esmero, como si fuera vital darle el mejor trato. De inmediato ella los dirige a una mesa, a una zona exclusiva. 

Cuando Donovan y el asesor se sientan en la mesa, Koa se queda parada como escolta. 

—Siéntate —le pide Donovan de forma neutral.

Adiestrando Al Enemigo (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora