Caminando en el peligro

43 6 1
                                    

Afuera de un edificio grande y ancho, Koa aparquea el auto dentro del estacionamiento del lugar, esta es la dirección que le dio el asesor. Apaga el motor, y antes de salir echa un vistazo, pero por las luces apagadas nada le da un indicio de que tipo de lugar es. Sale del auto y todo alrededor está oscuro, solo una lámpara de la calle alcanza a alumbrar a su frente, llega a la puerta del edificio, pero está cerrada. Se acerca al cristal de la puerta para tratar de ver al interior, por sorpresa alcanza a ver a un hombre, deduce que seguro es el guardia nocturno del lugar.

Le toca, pero el guardia molesto se acerca a la puerta y la corre con una señal, pero ella insiste, sin embargo, el guardia la ignora.

«Bueno», dice Koa en su mente. «No hay de otra».

Se escucha un gran traqueteo por el lugar. Koa ha entrado sigilosamente por la parte trasera, exactamente por unas ventanas altas, que quebró. Esto llama la atención del guardia por lo que rápido sigue el ruido.

Koa y el guardia están frente a frente, ella no retrocede, fija la mirada y espera que él decida ir hasta ella.

Tres minutos después, ella camina muy tranquila hacia al interior recorriendo un largo pasillo, al terminarlo, inesperadamente se encuentra con unas gradas que están a lo largo de una pista de hielo con barreras protectoras. Camina por la superficie plana. Entre más se acerca escucha el raspado del hielo, un chirrido agudo y suave, luego escucha golpes secos y cortos que terminan en «tac». Y posteriormente escucha siseos «zzzzz» viajando como ondas rítmicas por el aire.

Los ojos de Koa centellan.

«Majestuoso», pronuncia al ver lo que está delante de ella. Donovan danzando por el hielo ejecutando saltos y giros.

Y dentro de esa secuencia de saltos y giros, él comienza a deslizarse con gracia sobre el hielo, abriendo ligeramente las piernas y sacando los pies a cada lado, inclinándose levemente hacia atrás. Luego, flexiona las rodillas y baja su cuerpo hacia el hielo, creando una línea fluida. Ella admira la forma contorneada y tonificada de sus muslos, realzada por el movimiento. A medida que él se endereza, extiende sus piernas largas y generosas, creando un movimiento fluido y grácil que culmina en un giro en espiral.

La forma en que él mueve los brazos y cada punta de sus dedos da un efecto sensual y delicado, y sus muñecas que se mueven con sutileza crean un efecto elegante. Su simetría da una sensación de equilibrio y armonía, pero con su potencia y ejecución al marcar cada trazo libera una energía masculina dominante, que irradia poder y confianza, una energía imponente que envuelve a Koa, está pasmada.

Pero de repente, a Koa se le olvida respirar al ver que Donovan patina con gran velocidad hacia algún punto, y se despega del hielo con el filo exterior del pie ejecutando también con gran potencia y precisión un salto con un giro y medio en el aire. Él aterriza en el filo exterior del otro pie.

«Impresionante», piensa con la mente acelerada, mientras un calor intenso se extiende por su rostro. Sus ojos enardecen, y un hormigueo en la piel la recorre como si una corriente eléctrica la estuviera atravesando. Poco a poco su corazón se destartala, volviéndose vulnerable. Y si fuera posible, ella metería su mano a su pecho y arrancaría ese corazón, no habría peligro.

Y cuando apenas está recuperando el aire.

Donovan continúa con la misma potencia serpenteando por el hielo junto a una serie de curvas y giros en diferentes velocidades y direcciones. A Koa, la adrenalina le corre por su torrente sanguíneo, y de nuevo se le dificulta el respirar, a pesar de que solo está observando. Y como lo intuyó, él ejecuta otro salto cardíaco, esta vez sintió el corazón en el estómago.

Koa exhala de alivio al ver que él se detiene en medio de la pista descansando. Donovan mantiene la cabeza abajo mientras su respiración se regula.

Sin tener el equipo necesario, Koa camina por la superficie resbaladiza con gran terror, teme estrellar su cráneo en el hielo, resulta más difícil de lo que creyó, para nada es algo que dómine, y sin importarlo, sigue caminando en el peligro. Entre más avanza la nariz se le enfría, no obstante, sus fosas nasales se dilatan al percibir el atractivo aroma a sudor y esfuerzo de él, que se mezcla con el hielo.

Adiestrando Al Enemigo (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora