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No era una escena tan buena en la que Damian se encontraba.

Sangre salpicada por todos lados, una mujer cuya única cosa que cubría su cuerpo eran heridas, quemaduras y sangre estaba frente a él, mientras pedía con sus pocas fuerzas ser ayudada. El olor a verbena esparcido por el lugar junto con el de la feromonas de su hermano mayor le provocaban arcadas.

Un látigo en la mano de Demetrius y verbena en la otra. Verbena que casi había sido completamente vaciada en el cuerpo de la rubia en medio de ellos. Y una propuesta que había quedado en el aire.

Lastima para Demetrius que Damian aún no olvidaba lo que había pasado hace unas horas entre ellos. Solo había entrado para decirle que terminará de una vez por todas lo que sea que estuviese haciendo.

—Sabes que hay dos invitadas, deberías tener más respeto. —demandó, inexpresivo.

La sonrisa cínica de Demetrius se borró poco a poco.

—¿Es así? —se limitó a decir. Y es que muy poco le importaba el hecho de que hubiese gente en su casa.

—Sí, así es. —miró a la mujer en el suelo— Termina con esto de una vez, no quiero malentendidos.

—Bien sabes lo que me importa cómo te llevas con tu novia. —apoyó su rostro en su mano.

—No te pregunté si te importa o no. Me refiero a que estás incomodando ahora mismo a quien en un futuro será nuestra socia. Tal vez te deba importar más la relación que los Desmond tendrán con los Blackbell a futuro...

— ¡Mierda...! —clamó la chica— E-esa pobre humana... ¿También... jugaras con ella como... h...hiciste conmigo?

Ella con todas sus fuerzas intentó arrastrarse una vez más hacia Damian. Pero para cuando iba a tocarlo este dio un paso atrás.

— ¿Jugar con ella...? —murmuró, molesto. Aquellos iris avellana de sus ojos se encendieron y se hicieron más visibles en la sombría habitación— ¿Estás diciendo que ella es un objeto de entretenimiento?

De un momento a otro, ya él estaba agachado a su lado. Con los cabellos de la chica en su mano.

— Déjame decirte que a diferencia de ti, ella no tuvo que mirarme siquiera para que yo me distrajera de todo lo demás. A diferencia de ti, ella es mucho más que un maldito juguete. Tú ni ni siquiera llegaste a eso...

Su agarre en el cabello de la chica se volvió aún más fuerte. Así como el desprecio en su mirar se hacía aun más notorio.

—Que ni siquiera se te ocurra siquiera pensar en ella... No tienes permiso de hacerlo... —dijo finalmente, para soltar el cabello de la chica con brusquedad. Haciendo que su cabeza se golpeara con el suelo.

¿Estaba llorando? No se sabía. La venda que cubría sus ojos no se lo permitía saber. Solo había sangre en su rostro. Mientras que se escuchaban ciertos lamentos y sollozos por su parte.

—¡E-esto pasó por tu culpa...! —pudo vocear antes de toser y que su boca saliera sangre— Si tan solo... no hubiese sido tan idiota...

—Exacto. Fuiste una idiota al ofrecer tu cuerpo a alguien que no lo quería. —se alejó de ella— Me agrada saber cómo terminará tu vida. Será justo debido a cómo te referiste a Anya...

—Da igual. —dijo Demetrius, mientras se recostaba en su silla— De todas formas Becky es alguien inteligente. Sabrá que no le conviene que dejemos de asociarnos. —dijo respecto a lo que había dicho Damian.

Bajó la mirada a la chica y estrelló aquel frasco de verbena en su cuello.

Los gritos que dejó salir la joven luego de eso no provocaron ni el más mínimo movimiento en los hermanos. El polvo se había esparcido por su espalda y rostro, haciendo a Damian retroceder unos pasos más para evitar contacto con este.

Alexitimia | Anya x DamianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora