VEINTINUEVE

6 1 0
                                    

Hemos hablado en la escuela...hemos tardado y regresando a mi casa me has escrito otra vez.

Nos hemos quedado hasta la madrugada hablando.

¿Te das cuenta de lo mal que está?

Pero no duele, realmente no duele.

Me confundes, has dicho que sí quieres volver en un futuro y está bien, yo por ahora te dije que también pero... realmente no sé qué tanto cambié de aquí a aquel momento.

Hoy me has dicho que la plática que tuvimos frente a frente te ha recordado a lo que era antes, lo que éramos antes.

Recuerdo que en preparatoria no te podía mirar ya que con hacerlo me ponías tan nerviosa que comenzaba a temblar.

Era cuando nos estábamos conociendo...

―Podría volverme adicto a esto ―dijiste mirando mis temblorosos labios.

En efecto, lo repartiste hoy que después de dos semanas nos habíamos visto de nuevo.

Yo temblaba...no podía ni hablar ni escribir bien y aquello te causaba gracia.

Sí era de nervios que temblaba hoy pero porque no quería que vieras todo lo que me afectaba y el dolor que sentí en mi interior cuando me mirabas.

Por un segundo te extrañé...por un segundo quise volver.

Pero también quiero que me veas fuerte, qué sigo aquí contigo o sin ti por más que mi interior se fragmente.

Hablamos de muchas cosas, nos abrazamos y besaste mi frente fue tan...no tenía idea de todo lo que necesitaba ese simple gesto hasta tenerlo de nuevo.

Mis amigos y tus amigos nos miraron y mientras a mí me decían que te suelte los tuyos te animaban a volver a tenerme.

Supongo que es el claro ejemplo de que por costumbre se vuelve.

Cuando nos decimos adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora