CAPÍTULO 12

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Una tranquila mañana de domingo, la madre de Leyre estaba teniendo una conversación con su hija, a escondidas en la cocina.
El padre de ambos aún no toleraba ni siquiera que saliese el tema de sus hijos, por lo tanto, la mujer había decidido mantener en secreto las llamadas telefónicas a la joven.
Pero le encantaba saber cómo se encontraba, cómo iba su embarazo y sus pequeñas anécdotas del día a día.

—Y ahora se me nota bastante la tripita. Tengo que ponerme ropa ancha y pantalones cómodos, tipo mallas— le relataba Leyre al teléfono.

—Claro, es normal. Y pronto se te empezarán a hinchar los tobillos. Ya verás— vaticinó su madre con una sonrisa.
Ese acercamiento hacia su hija había logrado que superase el enfado y los reproches.
La relación entre ambas estaba totalmente arreglada.
Sin embargo, la mujer no se dio cuenta de que alguien acababa de apoyarse en la puerta de la cocina, entreabriéndola sigilosamente, sospechando que algo le estaba ocultando su esposa.

—Ay... No quiero pensarlo. Debe de ser incómodo— suspiró la pelirroja, imaginando todos los cambios que vería en su propio cuerpo en muy poco tiempo— Mamá, te tengo que dejar. Ya llega Light— se despidió de su madre con una amplia sonrisa.

—Claro, hija. Mañana hablamos, como siempre. Un beso— la mujer colgó la llamada, sin percatarse de que su marido la miraba con sorpresa tras la puerta de la cocina.
De pronto, el hombre abrió la puerta con brusquedad.

—¿Con quién hablabas?— preguntó con sequedad, sabiendo perfectamente la verdad, ya que había escuchado la parte final de la conversación.

—Con Natsuko...Me ha llamado para preguntar cómo estamos— contestó la mujer, inventándose la llamada de su amiga.
Se hizo un silencio incómodo entre ambos, la tensión podría haberse cortado perfectamente con un cuchillo.

—No me mientas. Sé muy bien con quién hablabas— el hombre hablaba entre dientes, furioso por la traición de su esposa, pues le había prohibido tajantemente la relación con sus hijos, a los que él consideraba unos degenerados.

—¿Qué dices, Shin? Yo no te estoy mintiendo. Déjame pasar— ella quiso salir de la cocina con prisa, huyendo de la inminente pelea.

—De aquí no te mueves. Sé que hablabas con tu hija— dijo esas palabras con asco— ¿Cómo te atreves? ¿Acaso pretendes hundirme? ¿Quieres tener contacto con esos indeseables? Pensé que te había dejado claro que no quería saber nada de ellos, y mucho menos del depravado de tu hijo, que encima corrompió a la pequeña— le espetó cada una de sus palabras cargadas de odio hacia Light y Leyre.
La mujer sintió cómo sus ojos se llenaban de lágrimas por la impotencia al verse descubierta, sabiendo que pronto la prohibiría volver a tener contacto con sus hijos y su futuro nieto.

—Ya ha pasado mucho tiempo. Les hemos castigado bastante, y yo quiero saber sobre mis hijos. No estoy de acuerdo con sus decisiones, pero les quiero— quiso explicarle ella, pero le temblaba la voz del terror que tenía al saber de lo que su marido era capaz cuando se enfadaba.

—¿Estás apoyando esa unión incestuosa, Ania?— Shin la miraba con seriedad, apretando los puños, conteniendo malamente su furia.

—No... No es que la apoye... Pero es que ya no podemos hacer nada...— murmuró ella, sin querer dar detalles.

—¿¡CÓMO QUE NO!? Te prohíbo totalmente la relación con ellos. Dame ese teléfono, me voy a encargar de que su número desparezca— el hombre extendió la mano, casi gritando.

—¡NO! ¡Yo quiero hablar con mi hija! Estoy en mi derecho de perdonar— contestó la madre con determinación. El hombre comenzó a forcejear con ella, por lo que la mujer hablaba prácticamente gritando— YA NO PODEMOS HACER NADA. SON UN MATRIMONIO FELIZ, OLVÍDATE YA DE ELLOS Y DÉJAME EN PAZ—exigió, sin conseguir zafarse de su marido, que le cogió el móvil y lo tiró al suelo con rabia, rompiéndolo. Y por si aún funcionase, lo pisó con fuerza.

PROHIBIDO (Light Yagami x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora