CAPÍTULO 11

32 1 0
                                    

Pasaron las semanas, y todo marchaba bien hasta que llegó cierto día del mes en el que a Leyre tenía que llegarle el periodo. Pero extrañamente eso no ocurrió.
La chica solía ser un reloj biológico perfecto, así que esas faltas le extrañaban.
Sobre todo cuando pasó una semana completa desde la fecha señalada.
La pelirroja estaba de los nervios, aunque no le podía decir nada a su hermano para no alarmarle.
Pero en su interior, la alarmada era ella.
No habían sido pocas las veces que se había acostado con su hermano.
Prácticamente, casi todos los días pasaba algo entre ellos, pero siempre se encargaban de tomar precauciones.
La chica estaba pasando la mañana preocupada, comiéndose la cabeza entre la posibilidad de estar embarazada o de que sólo se tratase de un mal susto.
Pero su respiración se cortaba cuando pensaba en la noche de bodas.
Esa noche no habían tomado precauciones.
Con tanta emoción y excitación se les había olvidado por completo.
De todas maneras, ya sería tener tino que, por una vez que se les pasase, les tocase el premio gordo.
De hecho, Light ya ni siquiera de acordaría del tema.
Habían pasado cuatro semanas desde entonces, y nada había ocurrido. Que él supiera.

Leyre daba vueltas a todo esto en clase, por lo que, hasta que el profesor no se despidió, ella no se dio ni cuenta del paso del tiempo.
Rápidamente, se levantó dispuesta a acabar con esa incertidumbre de una vez.
La noche anterior ni siquiera había podido dormir con normalidad.
No es que los niños no le gustasen, al contrario.
Pero era demasiado joven para esas cosas.
Y lo más importante: el padre del posible retoño sería su propio hermano.
Sabía de sobra los riesgos que acarreaba la consanguineidad, y eso la preocupaba.
Pero mucho más la preocupaba la reacción del hipocondríaco de Light, quien no quería ni hablar del tema de los hijos, dando por hecho que todo saldría mal en un embarazo entre ellos.
Sabía que, posiblemente, el joven pondría el grito en el cielo si realmente ella estaba esperando un bebé.
Estaba segura de que la haría someterse a mil exámenes médicos para asegurar que todo estaba perfecto.

La chica caminó rápidamente por los pasillos para salir del instituto y llegar a la farmacia más cercana.
Allí, compro el predictor más caro y fiable que había. No podía permitirse un error.
Mientras caminaba a casa, seguía dándole vueltas a las posibles reacciones de Light.
No sabía exactamente qué podría pasar.
Y era esa incertidumbre la que más la preocupaba.

¿Y si el joven reaccionaba mal?

Leyre estaba segura de que ser padre tan joven no entraba en sus planes más próximos.

¿Y si se asustaba con tal carga y decidía romper todo lo que tanto esfuerzo les había costado crear?

No serían la primera pareja divorciada en sus primeros meses de matrimonio.
Y volver a casa de sus padres, tras un tormento como ese, le parecía el mismísimo infierno.
Leyre ya estaba en el baño de su casa, desprecintando el predictor para saber de una vez por todas la verdad.
A la joven le temblaba el pulso.
Las probabilidades de estar embarazada eran muy altas.
Una falta, cuando ella jamás tenía una, y esos mareos de esa última semana, aunque pudiesen ser causados por el estrés, ya eran mucha casualidad.
La joven se disponía a leer las instrucciones cuando alguien llamó a la puerta del baño.

—Leyre, ¿estás bien?— era Light.

"¿Cuándo había llegado?"
La chica soltó el predictor al momento, que cayó al suelo.

—Sí, sí, perfectamente— mintió como una bellaca, pues estaba al borde de un ataque de pánico.

—Te he visto ir a la farmacia— siguió interrogándola él.

"¿Pero qué le pasa a éste? ¿Justo ahora se me vuelve detective?"
Sufría la chica por dentro.
A la pelirroja no le quedó más remedio que abrir la puerta del baño y tranquilizarle.

PROHIBIDO (Light Yagami x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora