CAPÍTULO 14

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Pasaron las horas, y la situación del bebé seguía igual de crítica.
Leyre consiguió visitar a su hijo, sentada en una silla de ruedas junto con la ayuda de un enfermero y de Light.
Pero el médico no le permitió quedarse en la zona de neonatos más de veinte minutos, ya que estaba también agotada por todo lo que habían pasado ella y su bebé.
Light, por su parte, estaba mentalmente agotado por la situación. Y por supuesto, no le dirigía ni una mirada a su padre, a pesar de lo afligido que parecía el hombre.
Cuando el médico les indicó que ya debían marcharse, Leyre comenzó a llorar de impotencia y angustia de no saber que le ocurriría a su niño, y si sería la primera y la última vez que lo vería con vida.
Light sacó la silla en la que iba su mujer de la zona de las incubadoras para dirigirse de nuevo al pasillo que llevaba a las estancias de los pacientes ingresados, de vuelta a la habitación de Leyre.

—No te preocupes, hija, yo me quedo con el bebé. No me moveré de su lado— aseguró con voz suave el padre de ella.
Leyre no tuvo fuerzas para decirle nada, y Light bufó, conteniéndose para no soltarle los mil insultos que tenía para dedicarle.
Pero no quería discutir con él frente a Leyre, pues la joven no estaba para más disgustos.

—Llevaré a Leyre a descansar y volveré enseguida— dijo sin mirar a su padre, como si tan sólo fuese un pensamiento en voz alta.
El hombre asintió, sin decir nada al respecto sobre el odio y asco con el que su hijo pronunciaba esas palabras.

Tal y como había prometido, el padre de ambos hermanos se quedó de pie, frente a la cristalera que dejaba ver la incubadora donde se encontraba su nieto, luchando por vivir.
Tras unas horas, llegó el neonatólogo que le estaba atendiendo para revisar el estado del bebé.
El hombre miraba atento los gestos del doctor, buscando pistas que le revelasen la evolución de su nieto.

—¿Cómo está el pequeño, doctor?— quiso saber con impaciencia.

—De momento, estable. Estas horas son críticas para saber si su evolución está siendo favorable o no— explicó— Si pasamos de esta noche, podremos estar tranquilos— vaticinó con seriedad— Ahora iré a hablar con los padres del bebé para explicarles la situación— concluyó.
Tras esas palabras, el doctor se dirigió a la habitación de Leyre.

Esto no había tranquilizado en absoluto al abuelo, quien prácticamente se mordía las uñas de puro nerviosismo.
Pero el hombre siguió allí, en la zona de neonatos, sin moverse ni un segundo del lado de su nieto, rezando cada segundo por su recuperación.
Se prometió a sí mismo que si el pequeño salía adelante, no volvería a entrometerse entre sus dos hijos, ya que había quedado más que demostrado que eso sólo traía desgracias y problemas.
Pasó toda la noche sentado en el suelo, en silencio, esperando que ninguna de las máquinas que estaban conectadas con su nieto comenzase a alertar de alguna anomalía a los médicos.

—Si esta noche sale todo bien, el pronóstico será favorable— se repetía una y otra vez el abuelo.

Y esa misma frase resonaba en la mente de Light, quien era incapaz de dormir y se dedicaba a ir de la habitación de Leyre a la zona de las incubadoras, como un león enjaulado que da vueltas por su celda, ignorando, además, totalmente a su padre.
La pelirroja, debido a los numerosos calmantes y relajantes que le habían suministrado, sí que se encontraba dormida en su camilla.
Su madre también había caído rendida, apoyando la cabeza en el pequeño colchón donde reposaba su hija.

En ese momento, cuando prácticamente todos dormían, Light se acercó a la cristalera que le separaba de su pequeño hijo.
Lo observó con gran detenimiento, rodeado de máquinas que le ayudaban a sustentar el tenue latido de su corazón.

—Sora... Pequeño, ya eres todo un luchador y sólo acabas de llegar a este mundo... — sonrió amargamente Light— Aguanta un poco más, y verás que todo irá bien...— murmuró intentando contener las lágrimas— Tu mamá y yo estamos deseando poder tenerte en nuestros brazos...
Te prometo que vas a ser el niño más feliz del mundo... Pero no nos dejes, por favor...— el castaño apoyó su brazo contra el cristal y agachó la cabeza, entre lágrimas.
Light pensó que hablaba solo, pero no sabía que su padre le observaba en silencio, a sus espaldas, sintiendo como suyo propio todo el dolor que expresaba su hijo en ese momento.

PROHIBIDO (Light Yagami x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora