ÚLTIMO CAPÍTULO

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Ya habían pasado dos semanas desde que, por fin, el pequeño Sora había sido dado de alta y había podido salir del hospital, quedando todas esas noches angustiosas atrás.
La recuperación del bebé avanzaba a pasos agigantados, y cada día se podía apreciar una nueva mejora en él.
Los primeros días en casa junto a sus padres habían sido un poco caóticos, ya que el miedo de los progenitores se unía a que, además, ambos eran primerizos.
Por suerte, la madre de Light y Leyre se había ido a vivir con ellos una temporada para echarles una mano con las cosas más básicas, como bañar al bebé, cambiarle los pañales correctamente, enseñarles a sacarle los gases o incluso algunos trucos para que durmiese mejor.
Si no hubiera sido por eso, Leyre seguramente habría colapsado, pues nunca nadie te previene lo suficiente de lo que significa no dormir más de tres horas seguidas.

Además, ella había elegido darle el pecho a su bebé para ayudarle a recuperarse antes y que le subiesen las defensas en su sistema inmunitario, lo que la llevaba a cargar con todo el groso de la crianza al tener que despertarse todas las noches, cada dos horas, para amamantar a Sora.
Y aunque era cierto que Light se levantaba también para ayudarla, el cansancio que sentía la joven era abrumador.
Pero gracias a Dios, durante el día, su madre les ayudaba en todo y les quitaba algo de trabajo.
Sin embargo, aquella tarde estaba siendo especialmente dura, ya que Sora llevaba llorando una hora y no se calmaba con nada.

—A ver, recapitulemos... ¿Hemos probado si tiene gases?— preguntó Light acariciándose las sienes, estresado.

—No tiene— contestó Leyre con Sora en brazos, sollozando por la desesperación de ver a su bebé llorar.

—¿Si tiene sueño?— siguió el castaño, esperando dar con la clave para averiguar qué hacía llorar sin parar a su hijo.

—Tampoco— respondió la pelirroja sintiendo que se desbordaría por el agobio y el disgusto.

—¿Si tiene hambre?— continuó el chico.

—Le he dado el pecho hace cinco minutos...
Lo único que se me ocurre, es que no se haya saciado del todo— planteó la joven.

—Puede ser. Dale el otro, a ver...— la instó su hermano.

—Ya se lo di hace media hora— aseguró agotada, viendo que se quedaban sin opciones— Nada... Nos tocará esperar a la siguiente toma...— añadió sentándose con su hijo en brazos, rendida, viendo cómo éste seguía llorando sin parar.
Su marido estaba también al límite, con ojeras y sin fuerzas para pensar más alternativas que se le pudiesen estar escapando.

—A ver, chicos, dejadme que pruebe una cosa— intervino la madre de ambos, sonriendo como si tuviese un plan infalible en mente.
A los pocos minutos, alguien llamó al timbre.
Light se acercó a abrir, sin esperarse a quién se encontraría al otro lado de la puerta.

—Light, hijo...— dijo su padre con una sonrisa tímida, cargando una bolsa en una de sus manos.
El castaño frunció ligeramente el ceño, pues estaba muy cansado como para tener que lidiar con la tesitura de si ya había perdonado del todo a su padre o seguía guardándole algo de rencor.

—Cariño, qué rápido has llegado— saludó su madre mirando a su marido.

—Como me dijiste que era una emergencia, me di prisa— relató el hombre, dando a entender que entonces ese era "el plan infalible" de su madre.
Light suspiró sonoramente y le dejó entrar en la casa, pues si existía la menor posibilidad de que el contenido de esa bolsa calmase a Sora, claramente haría la vista gorda.

—He traído todo lo que me has pedido— dijo su padre, dejando la bolsa en la cocina y sacando todo lo que ésta contenía: Un biberón de lactante, un calentador y una fórmula de leche en polvo de la mejor marca.

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⏰ Última actualización: Jun 08 ⏰

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PROHIBIDO (Light Yagami x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora