18- The Prophecy

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HOLI, DIGAN HOLI

CAPÍTULO 18 DAMAS Y CABALLEROS

Ya se la saben, me ayudan comentando y disfruten del último momento de paz que tendrán, muak

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RENATA MCCOY

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RENATA MCCOY

Era una gran fan de Taylor Swift.

La admiraba, además de ser capaz de escribir desde tan joven, de abrirse paso en la industria musical a pesar de tantos golpes, me sorprendía la fuerza que tenía para superar los desastres amorosos y aun así poder enamorarse de nuevo.

Solo me enamoré dos veces en mi vida.

Samantha fue sin duda un gran amor.

Fue mi amiga, me enamoré de ella y fue mi novia.

Con ella juré que había descubierto lo que era el amor verdadero, pero entonces me enamoré perdidamente de Aitana McLaren y cualquier definición que tenía de amor, se fue al caño.

Había una gran diferencia entre el amor de la vida y el amor para la vida.

Porque el amor de la vida te hacía creer que era el definitivo, pero cuando terminaba, mirabas atrás y pensabas ''bien, puedo sobrevivir a esto, la vida no se acaba con nuestro último adiós.''

Pero el amor para la vida era para siempre. Marcaba un antes y un después, marcaba todo de ti, tu alma, tu espíritu, tu cuerpo, no sobrevivirías sin él ni media vida, podrías despedirlo y cerrar los ojos todas las noches pensando que lo has superado, pero entonces tu corazón latiría acelerado recordando la caricia más inocente de sus labios.

Samantha no entraba en ninguna de las dos categorías.

Categóricamente hablando, no era ni siquiera olvidable. Era nada.

Tal vez por eso me quería matar.

Nunca entendí la razón de porque traicionarme. Tampoco pensé que haría más que vender mis planes, pero entonces aquí estamos. Siendo completamente desconocidas.

Anticipo su golpe en la oscuridad, pero eso no evita que su cuerpo golpee el mío y me lleve al piso. Grita alzando su navaja.

─¡Te detesto! ─grita colérica y gruño cuando logra acercar su arma, así que sin querer hacerlo, doy un puñetazo en su rostro y la hago caer hacia atrás.

─No sé qué mierda te pasa, pero detente. No quiero lastimarte, Samantha. ─suelto despacio, pero manteniendo la distancia cuando ella se levanta y vuelve a verme.

Agradezco la poca luz que se cuela por la ventana, pero aprovecho para buscar el interruptor y entonces la observo bien.

Tiene los ojos rojos y parece fuera de sí.

Cuando la muerte nos separe [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora