0- Prólogo

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RENATA STYLES MCCOY.

Seis meses después.

Observo la navaja corte gancho, cuyo filo resplandece, y yace en mi mano izquierda mientras suelto el humo de mi cigarro por mis labios.

Las cenizas caen al piso y lo vuelvo a llevar a mis labios mientras le doy vuelta a la navaja en mi mano libre tratando de matar el tiempo.

Hay un quejido a mi derecha y ruedo los ojos sin apartar la vista de la sombra delante mío, que es la que me importa, pero los quejidos siguen siendo una molestia.

El cigarro se acaba y lo tiro al piso mojado, acaricio mi sien ante el dolor insoportable que llevo sintiendo desde ayer, pero he estado tan ocupada que no he podido tomar nada, así que dejo el sombrero negro en su lugar. Me he acostumbrado a usarlo.

Miro mi pantalón negro y me siento con las piernas abiertas, con la punta de mi bota negra alzo la cabeza de la persona inconsciente delante de mio, entonces suelto un bufido molesto cuando confirmo que han pasado siete horas y este imbécil aun no despierta.

Ni siquiera lo golpeé tan duro.

Una silla cae al piso detrás de mí y detengo el movimiento de mi navaja levantándome. Me doy la vuelta lentamente y los ojos llenos de lágrimas piden clemencia cuando le observo.

─¿Qué? ¿Quieres besar el piso? ─cuestiono irritada por estar perdiendo mi tiempo y molesta por hablar.

El sujeto amarrado a la silla, niega y balbucea, pero el trapo en su boca no le deja hablar.

Con mi pie empujo su cara hacia el piso y este se remueve porque donde él se encuentra el agua ha subido unos centímetros y esta tapa su nariz, cuando empieza a soltar burbujas perdiendo su única forma de respirar, lo suelto.

A su lado el otro sujeto tiene el rostro goteando sangre, este dio más pelea que el imbécil que sigue inconsciente, así que me acerco y supongo que ha aprendido la lección porque baja la mirada.

No tiene nada que ver con cómo me miró horas atrás. Ahora sabe que su vida está en mis manos.

El olor a moho y humedad me tiene a instantes de vomitar del asco, eso y el dolor de estómago por no haber comida en... hace muchos días.

Lugar de mierda este, no podía encontrar un mejor lugar que un puto granero abandonado.

Palmeo mi bolsillo en busca de un cigarro, pero la caja de metal está vacía, así que vuelvo a mi puesto, tomo del cabello largo al sujeto inconsciente y con mi mano hecha puño le doy un puñetazo.

Eso sirve para que abra los ojos asustado, que intente ajustar la vista a la poca luz que la lámpara da y entonces se remueve, pero recuerda que está atrapado.

Cuando la muerte nos separe [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora