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Un mes después.


Eran las 7:00 AM y Sakusa se encontraba tomando su café amargo en la cafetería de la agencia de fuerzas armadas donde trabajaba ahora. Era un pequeño momento de paz, al menos, hasta que sintió una palmada abierta en toda la espalda, fue fuerte así que hizo sonido. Volteo a ver al responsable de tal acto para encontrarse con una sonrisa traviesa y un cabello teñido de rubio.


—"Imagino que ese es tu elixir de vida. Un café que representa tu personalidad"— le dijo. El no le respondió, intento ignorarlo pero este parecía dispuesto a quedarse. Incluso se sentó a su lado. "Llegaste puntual. Imagino que es por la reunión que va a haber hoy. Van a decir quienes irán a la próxima misión que Iwaizumi estuvo organizando."


Iba a contestar algo cuando cierta cabellera rosada atada en una coleta alta paso por la entrada de la cafetería, sin entrar a está. Miya también desvió su mirada y soltó un silbido al ver que era lo que veía su compañero.


—"Ya llegaron."— dijo referiendose al equipo que hace casi un mes se había ido a una misión en otro país.


Sadashi iba seguida de Saeko. Ambas con sus uniformes ligeramente sucios y raspados. Caminando mientras charlaban. El rostro de Sadashi más serio de lo que se había acostumbrado a ver. Dejo de verlas para enfocarse en dos cosas; en su café a medio tomar e ignorar a Miya.


Tratando de mantener sus recuerdos a raya.


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—"Vamos." le dijo mostrándole las botellas de cidra de manzana "Sin alcohol" con una sonrisa depredadora. La otra mano en su cintura.


—"¿Debería preguntar de dónde las sacaste?"— le dijo Sakusa con monotonía, casi que rodando sus ojos ante el comportamiento de su amiga.


—"Nop. Pero podríamos subir al techo y esperar ahí a Komori."— dijo dándose la vuelta para caminar hacia el techo.


Eran las 5 de la tarde, estaban en la casa de ella, se supone que Komori debería estar ya aquí, pero últimamente su comportamiento es un poco extraño, desapareciendo por momentos.


La casa de ella era de dos pisos. Según había entendido, la heredó su madre de su abuela. Sadashi pocas veces los invitaba a ir. Decía que prefería ir a donde ellos estuvieran. Con sus 16 años cumplidos, Sakusa pensó que probablemente era porque le aburría que su casa estuviera tan sola siendo tan grande. Ni siquiera su madre solía estar con frecuencia, dejando así, a Sadashi sola la mayoría del tiempo. Las veces que los invitaba, era para subir al techo y ver las personas pasar, además del atardecer.


Sakusa jamás admitiría lo que ocasionaba en él, el hecho de Sadashi viviendo sola en esa casota. Ella no había dado muchos detalles, pero ¿Siempre sería así? Y ¿Cuando fue niña igual?. La idea de una Sadashi pequeña haciendo un desastre intentando cocinar le revolvió el estómago.


Pero volviendo al presente. Sadashi ya se encontraba sentada fuera de su ventana, con las botellas de sidra a un lado, viendo la calle. Los colores del atardecer ya se hacían ver y la temperatura a bajar, ocasionando brisas frías que revolvían su cabello. Sakusa se sentó a su lado y ella le pasó una de las botellas. Al destaparlas, ambos dieron el primer trago al mismo tiempo, con la diferencia de que ella soltó un suspiro.

Resentimiento - Sakusa Kiyoomi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora