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Ese dia tenía unas pintas horribles. Chasqueo la lengua y vio su teléfono, ¿Ya sería muy tarde para arrepentirse? No, claro que no. Podía borrar su mensaje anterior en que el confirmaba su asistencia y escribirle a Saeko-san que se enfermó y que no podría ir.


"¡Que bueno! :)


  Te paso a buscar en 30 minutos."


«Me lleva—»


No podría salirse de esta. Esa mujer seria capaz de destrozar su puerta y llevárselo jalando su cabello si intentaba abstenerse. Mejor asumir las consecuencias de sus actos como el hombre hecho y derecho que era.



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Yuki Sadashi era muy extraña. Eso suele pensar con frecuencia y cada vez que la ve actuar de esa manera, lo vuelve a pensar, como si no lo hubiera hecho ya. Es que es una incógnita, o así lo fue hasta que cumplieron quince años y a esa incógnita le agrego una respuesta.


«Ella es así. Es su naturaleza.»


La incógnita era su manía de correr a dónde la necesiten, su manía de correr a lo desconocido, su manía de correr por lo que le guste. ¿Que propósito tenía? ¿Por qué lo hacía? Era ahí donde entraba la respuesta y con ese pensamiento dejo de preguntar.


En una ocasión cuando aún eran niños, salió con Komori de clases y en la entrada de la escuela se encuentra un montón de niños reunidos en círculo, estaban viendo una pelea, al acercarse pudo observar como era ella quien tenía detrás de sí a Yuna-chan, su amiga que usaba unos lentes enormes para su rostro infantil. Había escuchado de Sadashi que era constantemente fastidiada por otras chicas y al parecer ese día lo volvieron a hacer.


Lo que no contaban era que Yuki no se dejaba amedentrar, así que ahí estaba; con el uniforme desarreglado, uno de sus moños dañado y rasguños en las mejillas, pero parada firme viendo con sus ojos glaciares a las niñas enfrente de ellas, que la veían horrorizadas antes de salir corriendo y llorando.


Yuna se acercó a Sadashi llorando diciéndole que eso fue peligroso e innecesario, mientras Sadashi le sonreía tranquilizandola. En lo que Yuna se fue volteo hacia ellos y mientras conectaba miradas con el, sonriendo radiante, solo agregó:


—"¡Estoy bien!"


Y se dió cuenta de la ferocidad de su naturaleza.


Su increíble naturaleza.



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Al pasar por la puerta con la llave que Saeko tenía del departamento de Yuki, pudo observar el simple pero acogedor y ordenado departamento que tenía. Sinceramente, no esperaba que estuviera tan organizado, a veces se dejaba guiar por prejuicios absurdos hacia la personalidad relajada de ella.

Resentimiento - Sakusa Kiyoomi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora