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—"Ambos son unos ciegos, en serio. A veces ni yo puedo creer que con todas esas miraditas que se dan aún no se hayan descubierto"— expreso Komori con cierta gracia, sentado en la barra, con Mikki adelante, viéndole con una mano sosteniendo su mentón y una sonrisa afable.


—"Probablemente solo piensan que como amigos están bien."— dijo con su calmada voz, que Komori podía jurar, que era la melodía más hermosa de todas. Se sonrojo un poquito antes de agregar.


—"Si, quizás..." desvío su mirada para el suelo mientras se rascaba la nuca un poco avergonzado "Yo solo quiero que ambos sean felices."


Ella le sonrió y arrastró su otra mano para colocarla encima de la de él. Ambos con el rostro colorado, aunque el alcohol tenía algo que ver también.


—"Les quieres mucho."— dijo mientras hacían contacto visual y ella lentamente se acercaba.


—"Son mis mejores amigos..."— su mirada paro en sus labios con pintura roja cereza un momento antes de volver a verla a los ojos grises. 


«Dios. Ella será mi perdición.»


—"Eres alguien muy lindo, Komori."— dijo, sus rodillas tocándose, ella acunando una mejilla de él. Él a su Merced. "Vamonos a otro lado"


Dijo riendo mientras le jalaba de la mano y se lo llevaba con él. La conoció cuando iniciaron la academia y pasado un tiempo, no había hecho más que sentirse fascinado por ese cabello rojizo natural y voz calmada que le endulzaba los días. Había caído completamente enamorado a la mitad de su carrera y aunque Sadashi solía hacerle bromas en cuanto a eso, a él realmente no le importaba. Si le veía graduarse, ser profesional e irse lejos, mientras ella fuera verdaderamente feliz, a él le bastaría, porque supo que amó de manera sincera.


Aunque si se daba que ella le quería como el a ella, no se quejaría, daría lo mejor de sí y serían los mejores en su carrera, juntos. Llendo de la mano de ella a quien sabe dónde, riendo, con la expectativa y la noche a flor de piel nada parecía ser más perfecto.


«Ojala ellos pudieran experimentar esto... Si no fueran tan tercos y cobardes.»


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Entro al bar y esquivo a un par de chicas que intentaron acercarse a él, coquetas, con intenciones de sacarlo a bailar y quizás con suerte, follar con él. Pero las desplazo lo más amable posible. Ya estaba ocupado, buscando a alguien. De hecho, sospechaba dónde estaría y cuando por fin la pudo ver, no hizo más que caminar aún más firme hacía esa cabellera larga y rosada. Yuki Sadashi estaba con sus brazos recostados en La barra, tomando quién sabe que, con la mirada perdida en algún lugar.


—"¿Que se supone que haces?"— pregunto al llegar, sentándose a su lado, haciéndole un gesto al Barman.


—"¿No puedo divertirme ahora?"— soltó una risita y se llevó el vasito a la boca, dejándolo vacío para volver a colocarlo en la barra "No recuerdo que fueras así cuando nos conocimos."

Resentimiento - Sakusa Kiyoomi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora