Five minuts

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Alana

Estaba cabreada, MUY cabreada. Me sentía como una completa idiota tras haber escuchado las palabras que Christopher me había dicho, en la forma que las había dicho como si realmente lo que tuviéramos no fuese nada más que desquitar las ganas de follar.

¿Técnicamente era eso no? Sexo y nada más, nada de enamorarse, nada de cariño. Pero a medida que iba estando con el eso iba haciéndose más grande, como si poco a poco un sentimiento fuese aflorando en mi estómago y cada vez que veía una de sus sonrisa o me tocaba mi estómago se encogía.

"Vaya mierda de noche". —me dije a mi misma mientras que iba de camino al palacio de nuevo.

¿Había una forma peor de hacer el ridículo?

Pues...

Después de haberle dado sexo oral sin haber recibido nada a cambio y que me tratara literalmente como su puta no.

O al menos eso pensaba.

Cuando cruce las puertas del palacio me dirigí con prisa hacia mi habitación, quería encerrarme, darme una ducha, olvidarme de lo incómoda que me había sentido con el que sería mi futuro marido y después sentirme aún peor con el que consideraba mi "amante". Claro que eran sentimientos totalmente diferentes.

Erick me había hecho sentir incómoda a un nivel en el que me había sentido obligada a corresponderle y pensar que así iba a sentirme el resto de mi vida, como si no tuviera el derecho de absolutamente a nada.

Y Christopher, me había dolido, sus palabras escocían en mis ojos y en mi garganta como si lo peor de mi quisiera salir para gritarle y mandarle a la mierda...

Eso es lo que la parte más moral de mi me decía, que terminara con esto que teníamos por que tenía muchos más problemas que lidiar con un inmaduro caprichoso que estaba acostumbrado a pasar por encima de cualquiera sin pensar en herir a las personas.

Deje que la puerta de mi habitación se cerrara con un golpe seco y me quite los tacones que empezaban a atormentar mis pies. Me ahogue en un suspiro intentando quitar mi mal humor pero la escandalosa risa de mi prima me llamo la atención. Se filtraba a través de las puertas de cristal que daban acceso al balcón y con ellas a unas estupendas vistas de la piscina.

No lo iba a negar, era una persona curiosa y el mentir no iba conmigo por lo que en cuanto escuché un "vamos puede ser divertido" puse dirección hacia el balcón.

Sentí como la sangre se me helaba y una horrible punzada se clavó en mi pecho, ni si quiera sabía por que podía dolerme. No me debía nada ni yo a él.

Ese era el problema.

Christopher estaba con mi prima mientras que ella se desnudaba para el y le insistía en que se metiera en la piscina para hacerle compañía. Pensaba que aquello que hacían al principio dejaron de hacerlo pero por lo que mis ojos estaban viendo no era así.

Un sabor amargo me llego a mi boca y noté incluso una pizca de desazón, a mi corazón le estaba doliendo esa escena.

Sacudí mi cabeza y me marche dentro para no seguir auto castigándome viendo aquello. Sentí un pequeño nudo sobre mi garganta y un picor que llegaba a mis ojos.

—no por favor. —me pedí a mi misma al notar que me inundaba la sensación de lo que estaba amenazando con pasar.

No podía dolerme por que eso significaba que Christopher Morgan no solo me gustaba, estaba levantando un interés en mi persona que no había experimentado nunca antes, cuando me miraba estuviéramos donde estuviéramos solo quería sonreírle mientras que yo también sostenía mi mirada hacia el y provocaba lo mismo, me había guardado el maldito pez de peluche que había elegido el el día que fuimos a la feria, pensaba en el más de lo que debía. Incluso cuando estaba en reuniones importantes, quería acariciarlo después del sexo y quería enterrarme entre su cuello para quedarme dormida con su olor.

𝐼 𝑊𝐴𝑁𝑁𝐴 𝐵𝐸 𝑌𝑂𝑈𝑅𝑆 - 𝐶ℎ𝑟𝑖𝑠𝑡𝑜𝑝ℎ𝑒𝑟 𝑀𝑜𝑟𝑔𝑎𝑛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora