•°•°•°•°•°Capitulo 1°•°•°•°•°•

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Ya había pasado aproximadamente un año de que Leo había salvado al mundo y desde entonces se sentía inútil pues ya nadie necesitaba ser salvado por el, ya no sentía la emoción y adrenalina de estar en peligro, pero… ¿En verdad era eso lo que lo que le ponía triste? ¿En verdad era eso lo que tanto extrañaba?

Leo salió de su casa, se sentó en una banqueta y con nostalgia miraba a la nada mientras se preguntaba¿Qué le faltaba para ser feliz?

Tomo una ramita y sobre la tierra suelta comenzó a dibujar -Como te extraño- dijo Leo para después dejar por un lado la ramita y arrodillarse junto al dibujo -Desearía volver a verte, volver a abrazarte, desearía volver a estar contigo- dijo Leo con los ojos cristalinos pues, aquel dibujo era el rostro de Teodora.

Leo salió de sus pensamientos al ver su dibujo borrado, pues, un chico paso por su casa y arrojó un diario -¿Ey!! ¿Qué te pasa?- dijo Leo con algo de enojo, pero el chico solo lo ignoró y siguió su camino.

Sin nada mejor que hacer Leo abrió el diario y comenzó a leer.
Una noticia en específico llamo su atención.

"El reloj del tiempo"
En las últimas semanas la gente a especulado que en el panteón de San Fernando se encuentra en una de las tumbas un reloj mágico capaz de hacer que simples mortales viajen en el tiempo.
Algunas personas an intentando encontrarlo pero no an tenido éxito y afirman que se ven cosas sobre naturales en ese panteón.

Al terminar de leer ese fragmento llegó junto a Leo una pequeña ranita que se poso en la pierna de Leo -¿Un reloj que viaja en el tiempo?- dijo Leo para si mismo -¿Será que si lo encuentro podré viajar a la época de Teodora?- decía con alegría está vez dirigiéndose a la ranita al notarla en su pierna, quien solo miro a Leo con una pequeña e inocente sonrisita para después irse.

Con gran emoción Leo entró a su casa, guardó lo que el creía necesario en su mochila y se aproximó a despedirse de su abuela.

-Abuela, tengo que decirte algo- dijo Leo bajando las escaleras, -¿A dónde vas mijo?- le pregunta su abuela mientras le ofrecía a Leo una taza de atole.
-Tengo una nueva misión abuela, y tendré que viajar a la capital- respondió Leo mientras comenzaba a beber el atole que le dió su abuela. -Bueno hijo espero que te vaya bien-

Después de recibir la bendición de su abuela Leo salió de su casa para iniciar está nueva aventura.

Tiempo de amar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora