Capítulo 17

2.2K 242 17
                                    

Durante las dos semanas siguientes, a Lisa le pareció increíblemente fácil obedecer las órdenes del doctor y concentrarse en Jennie. En realidad, no tenía otro remedio. Desde el momento en que abría los ojos por la mañana hasta que los cerraba por la noche, ella ocupaba todos sus pensamientos. Pensaba en otras cosas que comprarle. En actividades que ella podría disfrutar. En cómo se le iluminaban los ojos cuando sonreía. Contempló incluso la posibilidad de hacer una jaula para sus detestables ratones.

Jennie... Por primera vez en su vida adulta, Lisa tenía a alguien que merecía sus atenciones, alguien que le importaba mucho más que su trabajo. No tardó en darse cuenta de lo muy solitaria y carente de sentido que había sido su vida hasta entonces. Empezó a pasar cada vez menos tiempo en la cantera y en las caballerizas. Después de la comida, se encerraba en su estudio con los libros que el doctor Malik le había conseguido. Durante tres horas, sin falta, estudiaba detenidamente sus páginas, intentando memorizar el alfabeto mímico para aprender a comunicarse a través de la lengua de signos. Luego, pasaba media hora hablándole a su imagen en un espejo de mano, para practicar la lectura de los labios. A las tres en punto, abandonaba estas actividades para pasar el resto de la tarde y de la noche con su esposa.

Al principio, Jennie no parecía muy contenta de tener la suerte de gozar de su presencia; pero, después de unos pocos días, pareció aceptarla e incluso disfrutar de ella. Si Jennie iba al ático, ella la seguía hasta allí. Si estaba con Antonia en la planta baja, la sacaba de la casa para ir a dar largos paseos. Por las noches, le insistía para que se sentara con ella a la mesa y cenaran juntas. Una vez allí, le hacía servir el té y pasar las fuentes, y también le enseñaba cómo comportarse correctamente en la mesa. Cuando terminaban de cenar, pasaban al estudio, donde ella le enseñaba juegos sencillos, como las damas chinas, que requerían muy poca comunicación verbal.

En aquellos días, la modista fue a tomarle las medidas a Jennie, y Lisa le pidió que le hiciera un variado guardarropa a su esposa. Tras recibir una bonificación considerable, la señora Issartel accedió a contratar a empleadas adicionales para poder entregar al menos tres vestidos en una semana. Lisa apenas podía esperar para ver los ojos de Jennie cuando viera la ropa por primera vez. Aunque había tenido que escoger los estilos teniendo presente que el vientre de su mujer seguiría creciendo, estaba segura de que ella se pondría muy contenta. No más vestidos mohosos sacados de los baúles cubiertos de polvo del ático. A partir de entonces, ella tendría preciosos vestidos propios.

Pero era una locura... Lisa empezó a preguntarse seriamente si no estaría perdiendo la razón.

Se estaba enamorando locamente de una mujer niña que creía que el bebé que estaba creciendo dentro de ella llevaba un gorrito con volantes. La orientación carnal de sus pensamientos era indecente, no le cabía la menor duda; pero cuando miraba a Jennie a los ojos se preguntaba cómo algo que parecía tan bueno y puro podría ser malo. La suerte quiso que Hana finalmente hiciera acopio de valor para ir a casa de Lisa la misma tarde en que la Señora Issartel llevó las primeras prendas de ropa del nuevo vestuario de Jennie. Cabe destacar que la Señora Issartel era una chismosa de primera y ya todos en el pueblo sabían que Jennie Kim la idiota del pueblo era la esposa de nada mas y nada menos que de Lisa Manoban. Muchos se rieron hasta que recordaron que ahora era Jennie Manoban y que Lisa era prácticamente dueña de todo el pueblo y dejaron sus comentarios mal sanos de lado, la mayoría de ellos. La Señora Issartel no lo había dicho de mala manera ella estaba muy orgullosa y decía con su frente en alto "Jennie Kim y Lisa Manoban están casadas, haré unos vestidos para tan preciosa niña" Keana era de las que odiaba como se burlaban de la dulce y hermosa Jennie, Lisa, que esperaba con impaciencia frente a la puerta de la habitación de los niños, mientras Jennie se probaba los vestidos, oyó a Sung hablando con alguien en el recibidor y fue al rellano para saber de quién se trataba. Al ver a Hana, estuvo a punto de ordenarle salir de su casa. Pero la angustia que vio en el rostro de la mujer le impidió hacerlo.

La canción de Jennie // (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora