Capítulo VI: Cuida tus palabras

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Había ya pasado una semana desde que comenzaron formalmente los ensayos. Siete días de trabajar con Melodie, y Janet esa mañana se sentía particularmente perezosa de ir a trabajar y tener que verle la cara. De todas formas, su sentido de responsabilidad la hizo levantarse de la cama e ir al estudio.

Tenía ojeras que se tapó con maquillaje. Desde que trabajaba con Melodie no dormía bien, a veces porque tenía pesadillas en medio de la noche por el estrés acumulado o simplemente no podía dormir (esa noche, sí durmió, pero solo gracias a la calma pasajera).

Al llegar al estudio, le informaron que Melodie estaba en una de las salas de ensayos, ya esperándola. Tomando aire, Janet se dirigió hacia allá.

Entró y, como siempre, Melodie tenía cara de pocos amigos (porque en efecto no tenía). Estaba recargada en el sillón de piernas cruzadas mientras la esperaba. Al verla, sonrió falsamente, porque eso hacía cuando quería un favor.

-¡Janis! Qué bueno que ya llegaste. Ve a traerme otra botella de agua, ¿quieres? Esta ya está fría y necesito agua templada. Y... Dios, no quería decírtelo, pero, ¿nunca has pensado en cambiar tu estilo? Es como que demasiado blanco y esa media falda se ve fea -criticó con ese tono que a Janet le resultaba irritante.

Y esa, por alguna razón, fue la gota que derramó el vaso.

¿Fue que dijo mal su nombre? ¿El hecho de que la tratara como una sirvienta y no como una compañera? ¿La crítica hacia su forma de vestir? ¿O que simplemente ya se había hartado de ella? Sea lo que haya sido, aquello fue lo último que le drenó la paciencia.

-Escucha, Melodie -comenzó hablándole con los ojos cerrados para pensar sus palabras y no pasarse por más molesta que estuviera-, ya me cansé. Te he estado aguantando para llevar a cabo la colaboración de forma amena y en paz, pero parece que contigo no es posible. No voy a permitirte una sola falta de respeto más, ¿te quedó claro? -le exigió finalmente mirándola a los ojos. Su mirada reforzaba la firmeza de sus palabras y le daba cierto aire implacable.

No obstante, su actitud segura no tuvo efecto alguno en Melodie. La peli-rosa enarcó una ceja, un tanto confusa. Se le notaba que no estaba acostumbrada a que le dijeran "no" y se defendieran de ella, reflejo del poder que tenía con las personas. Luego, saliendo de su sorpresa inicia, rió bajo.

-Oh, Janis Janis... Veo que todavía no te queda muy claro cuál es tu posición -enunció luego de un sUspiro mientras se ponía de pie. Luego, se acercó a Janet y se cruzó se brazos, aun con la botella en mano.

Aunque Janet tenía una estatura promedio, Melodie era un tanto más alto que ella. Fácilmente superaba el metro ochenta. La diferencia de altura no le resultó amenazante a Janet, quien seguía manteniéndose firme y mirándola seriamente.

Melodie entonces continuó hablando.

-Dime, ¿si sabes que puedo destruirte si yo quiero? -inquirió con un tono de voz dulce, contrastando con la amenaza de sus palabras- Supondré que no eres tan estúpida y leíste el contrato antes de firmarlo en nombre de tu intento de banda. Creo entonces que, sabrás que la mayoría de cláusulas están inclinadas a mi favor. Si yo quiero, en este mismo momento puedo ir y cancelar esta colaboración y dejarlos a todos ustedes en la quiebra -expuso cruzándose de brazos y viendo a la otra con superioridad. A Janet entonces poco a poco se le fue desvaneciendo su expresión de determinación, comenzando a lucir preocupada.

Ciertamente, aquella vez que leyó el contrato para leer la cláusula de terminación anticipada pudo saber muchas cosas y darse cuenta de que, en efecto, Melodie parecía saber de lo que hablaba. En el contrato estaban estipulados varios puntos en los que JYP Entertainment tenía la ventaja (y no una ventaja pequeña. Un ejemplo era la propia cláusula de terminación anticipada).

Antes de que pudiera reaccionar de nuevo, Melodie se había inclinado hacia ella y escuchó la tapa desenrroscarse de la botella.

-Lo mínimo que espero de tu parte es un poquito de obediencia. Soy Melodie, y no voy a tolerar que creas que eres igual a mí, porque no lo eres -expresó y de repente Janet sintió algo frío caerle encima. Un pequeño chorro de agua. Melodie le vaciaba poco a poco el contenido de la botella en la cabeza. El agua se le deslizaba por el rostro, las orejas, por la nuca. La sensación la horrorizó.

-Así que cuida tus palabras y el tono con el que me hablas -advirtió con una sonrisa maliciosa. Luego tiró la botella y se fue.

La oji-azul estaba impactada. Tenía la mente en blanco pensando en cómo alguien podía ser así de... Mala. Janet se sentía muy humillada en ese momento. No pudo aguantar ni un segundo más.

Rápidamente fue al baño, ya con las lágrimas saliéndosele. Al llegar, se encerró y empezó a llorar, tratando de no hacer mucho ruido, pero sin poder contener sus sollozos. Se sentía tan impotente ante su abuso de poder, humillada por su desprecio total hacia ella. Melodie por fin había logrado herir y quebrar emocionalmente a esa chica tan dulce que, hasta ese momento, solo había sido amable con todos.

Janet levantó la mirada y se vio en el largo espejo de los baños, recargada en los lavamanos. Esa mirada triste, sus brazos temblando, el cabello y la ropa mojados. Se veía tan...

Patética.

Ella jamás había pensado de manera tan negativa sobre ella misma. Pero las palabras de Melodie incluso le habían hundido el autoestima.

Mientras las lágrimas recorrían su rostro, se dio cuenta de que, por más que lo intente, no podía razonar con alguien tan cruel y desalmada como Melodie. Ella tenía el control de la situación y usaría su poder para aplastarla sin piedad si no le hacía caso o si se atrevía a volver a levantar la voz.

Melodie había cruzado todos los límites. Janet ya no sabía si podría continuar trabajando con ella sin que termine destrozada por completo.

No podía pedir ayuda. No podía recurrir a sus compañeros ni a nadie más. Estaba sola, y eso la hacía sentir tan... Desesperanzada.

The Melody Of My Heart (Janet×Melodie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora