-No pienso ir.-Digo con voz firme.
-Irás y punto.-Dice mi padre.
-Jade, cariño, es lo mejor para ti.-Dice mi madre tratando de parecer calmada.
-¿Lo mejor para mí?-Pregunto atónica.-Mientras vosotros os vais de viaje lo mejor para mí es quedarme en un puto reformatorio.
-Da igual lo que pienses, vas a ir, ya está decidido.- Dice mi padre, al parecer a mi familia no le importa mi opinión, la verdad no me sorprende.
Voy corriendo para mi habitación y me encierro, estoy a punto de llorar, las lágrimas ya se empiezan a asomar por mis ojos, pero recuerdo "Nunca debes lloras por nadie, ellos no se merecen tus lágrimas". Y así, escuchando música de mi cantante favorito, Ed Sheeran, me quedo dormida. Hasta que los gritos de mi madre me despiertan.
-Jade, prepárate, los invitados llegarán en media hora.-Se me olvidaba, la fiesta de despedida, aunque sinceramente no entiendo porque tengo que ir, solo hay gente mayor.
-Claro mamá, he estado ensayando mucho el papel de familia feliz.- ¿Qué por qué digo eso? Es la verdad, nada más ni nada menos que la verdad. Somos una familia bien acomodada, con muchísimas amistades, invitados a todas las fiestas de la alta sociedad, pero cada vez que vamos a un evento público nos tenemos que poner la máscara de familia feliz, porque eso es lo que somos, solo a la vista de la gente, realmente somos una familia sin comunicación, el matrimonio de mis padres es una farsa, nunca me apoyaron ni lo harán, ellos creen que llevándome a los mejores colegios de todo el mundo van a reemplazar todo el vacío que siento dentro de mí, pero eso no es así. En realidad yo no soy así, soy una chica que se esconde del mundo, bueno, esconderme no es la palabra, más bien me hago notar, fui expulsada de todos los que fui, y tengo una imagen de "chica mala", ¿Qué por qué soy así? Tengo una teoría, creo que si eres una chica mal impones respeto hacia otras personas, así ellas no pueden herirte. Si piensan que no tienes corazón no intentaran romperlo. De ahí mi actitud, es como un escudo para que la gente no me dañe. ¿Y de dónde viene esa actitud? Esa es una respuesta que solo sé yo, yo y mi conciencia.
***
-Hola, pero que guapa Jade.-Dice Flor, la mejor amiga de mi madre, desde que bajé todos los comentarios han sido esos, que guapa, te ves hermosa, etc...
-Gracias Flor, un gusto verte.-Lo que decía, desde que bajas aquí hay que empezar a actuar desde el primer momento.
-¿Has visto a tu mamá?
-Si, estaba con Laura.-Digo señalando a dos mujeres que rondarían los cuarenta y pocos años.
-Gracias, nos vemos más tarde. Que te lo pases bien.
-Lo haré.- Claro que no lo haré, jamás lo haría en una de estas aburridas fiestas.
Empecé a caminar, ví un espejo y me paré, estaba ridícula, llevaba el vestido que había comprado mi madre para mí, un vestido rosa palo con unas tiras delgadas que llegaba poco por debajo de las rodillas, en el vestido no había nada de mi agrado, el color muy clásico y aburrido, yo habría elegido uno negro, las tiras, yo claramente habría escogido uno palabra de honor, y el largo era demasiado largo, habría preferido uno más corto. Mi cabello castaño oscuro con pequeñas mechas californianas en las puntas estaba perfectamente planchado, habría preferido que estuviera con sus pequeñas ondas naturales, pero a mi madre le encantaba el pelo liso, cosa que para mí no era buena, me llevaba horas dejarlo como a mi madre le gustaba. Y a mis pies los adornaban unas preciosas (preciosas para mi madre, porque yo no encontraba el lugar de ese adjetivo en las bailarinas) bailarinas blancas.
Después de dos horas de aburrimiento decidí ir a dormir, al fin y al cabo esa sería la última noche que dormiría en esa cama. Mientras mis padres se iban de viaje de negocios a mi me dejaban en un reformatorio, ellos decían que no lo era, que era un lugar al que iban adolescentes problemáticas, que cada uno tenía una persona que lo cuidaba, pero que podías salir e hacer amigos, que allí había mucha más adolescentes, claro, salir siempre con la persona que te cuidaba, e incluso si veían que avanzabas y mejorabas te dejaban estar sola. Esa es la descripción que mis padres me dieron, pero para decirlo más rápido, reformatorio.
Esa noche no había dormido nada, solo me imaginaba como sería mi nueva vida, por un lado tal vez no fuera tan mala, seguro que peor que la de ahora no era.
-Jade, ¿Estás lista?-Preguntó mi madre.
-Si.-Mi madre abrió la puerta de mi habitación.-Deberías cambiarte.
-¿Por qué, yo no veo nada de malo a mi ropa?-Llevaba unos jeans negros ceñidos, una camiseta roja que quedaba por encima de mi ombligo dejando ver mi abdomen plano, y unas Vans rojas.
-Es el primer día, quiero que causes buena impresión.
-Como dices tú muchas veces: alguien no puede causar algo que no es. ¿Nos vamos?
-Está bien, mandaré que vengan a por tus maletas.
Estábamos llegando al reformatorio, no quería llegar.
-Aquí es.-Dijo mi padre.
Nos bajamos del coche y un señor de unos cincuenta años estaba vestido con un traje negro, creo que era el encargado de la gente que entra y sale del reformatorio. Pero no estaba solo, lo acompañaba un chico de unos veinte y pocos años vestido con unos vaqueros azules, una sudadera de Bart Simpson y unas Nike.
-Adiós Jade, cuando volvamos te recogeremos.-Dijo mi padre con su voz imponente de respeto de siempre.
-Yo también te echaré de menos papá.-Dije con sarcasmo.
-Adiós Jade. Sé como te sientes...- ¿Qué sabía como me sentía?, Esto era demasiado, no le dejé terminar la frase.
-¿Qué sabes como me siento?-Pregunté incrédula.- Tú no sabes como me siento, ni tú ni nadie. – Tal vez después me arrepentiría de decir eso, pero necesitaba soltarlo, sabía que en cualquier momento esto sería una bomba que acabaría explotando.- Nadie conoce mi verdadero yo. Nadie sabe cuantas veces he llorado sola en mi habitación. Nadie sabe cuantas veces he perdido las esperanzas. Nadie conoce los horrorosos pensamientos que se pasan por mi cabeza cuando estoy triste. Nadie me conoce. Ah, y olvidaos de mí, porque dentro de unos meses cumpliré la mayoría de edad, y cuando eso ocurra no me volveréis a ver jamás.- Había que admitir que eso había dolido, pero era lo que verdaderamente sentía. Entré corriendo al reformatorio y las lágrimas empezaban a caer por mis ojos, pero recordé que ellos no merecían mis lágrimas y me las sequé.
-Tú debes ser Jade ¿Cierto?-Preguntó una mujer de mediana edad con el cabello negro ondulado y vestida con una falda rosa y una camisa blanca. Me limité a asentir con la cabeza. Señaló al chico que antes estaba fuera.- Él es Gabriel, es tu cuidador.- Miré al chico y sus ojos verde se conectaron con los míos color miel, pero rápidamente aparté la mirada.
-Puedes llamarme Gabi, te acompañaré a tu habitación.
Y así empezamos a caminar por un pequeño pasillo, hasta subir por unas escaleras, y ver la habitación 154, esa sería mi habitación.
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Jade
Romance-Es mejor que piensen que no tienes corazón, así no intentarán romperlo. -Así que por eso eres así. -En parte si. -Pero para que la gente se comporte así, normalmente siempre suele haber una historia, un pasado escondido ¿Cuál es el tuyo? -Eso es a...