El pequeño iracundo

75 8 0
                                    

Advertencia: El siguiente capítulo contiene lenguaje soez que puede ser molesto para algunos lectores. Sin más, disfruten.

.   .   .

Poco tiempo pasó para que el pequeño ghoul sanara de los golpes recibidos por el castigo. No quedaron casi cicatrices visibles en su espalda, todo gracias a los cuidados de Omega.
También recuperó el ánimo más rápido de lo que se esperaba, haciendo que los otros ghouls compartieran su recuperación. Notoriamente ya no estaba tan enflaquecido, aún así seguía siendo muy esbelto, pero su rostro ya no estaba demacrado por la desnutrición.

En aquellos días los ghouls intentaban enseñarle a hablar al pequeño, dado que aparentemente no sabía cómo.

—“A”– decía Omega. El ghoul seguía en silencio observando el pizarrón con el alfabeto escrito, usualmente Omega le daba breves clases en un pequeño salón en la abadía que siempre estaba vacío, así que solo eran Omega y el pequeño ghoul.
—“B”... “C”...– se detuvo de pronto, era la tercera vez que lo repetía, y estaba empezando a rendirse. El pequeño ghoul no respondía y permanencia pasmado viendo las letras que le señalaba Omega.

Es un hecho que no todos los ghouls hablan el idioma de los humanos. Algunos hablan una especie de dialecto que se basa en simples ruidos y aullidos y quizá algún rugido que solo ellos entienden. Ninguna otra criatura lo habla, es algo que solo existe entre ghouls. Algunos hablan con las palabras más elegantes y otros con las más vulgares expresiones.

Pero este era un caso extraño, era como enseñar a hablar a un niño pequeño, un niño que apenas comenzaba a gesticular. Del dialecto de los ghouls él sabía muy poco, parecía que pocas veces había necesitado comunicarse verbalmente o nadie en su vida le había enseñado. Quizá tarde o temprano hablaría pero llevaría mucho tiempo.

—... “D”...– continuó Omega.

—Ya no te humilles, hasta a mí me duele…– interrumpió Alfa, y solo recibió una mirada de hartazgo de Omega como respuesta, ignorándolo y volviendo a la clase.
—“E”...
—wwrre…– gesticuló de pronto el pequeño ghoul, lo que sorprendió a Alfa y Omega, sin embargo, Alfa lo miró con una expresión irritada, diciéndole a Omega que era un caso perdido.

—¿Qué? Estuvo cerca ¿no?...– Se animó Omega.

.    .    .

Para que el ghoul se integrará hubo que hacer mucho trabajo. Enseñarle a hablar fue un asunto cansado pero el verdadero problema fue acostumbrarlo a dejar de alimentarse de cadáveres.

Primero lo sustituyeron por carne de animales muertos, carne podrida. Después solamente carnes rojas, también en estado pútrido. El humor del pequeño se vio afectado ya que sentía más hambre que de costumbre, así que se volvió más colérico, más agresivo y grosero. En consecuencia los otros ghouls tenían que disculparse continuamente por su comportamiento. La meta a alcanzar era que el pequeño pudiera aceptar alimentos humanos y conservar su misma energía.

Sus compañeros se hicieron de muchas artimañas para calmarlo en cada ataque de ira que tenía por la cosa más mínima.  A causa de la falta de carne humana en su metabolismo. Además ahora sentía más que nunca su ausencia.

Todo esto tenía un motivo. A diferencia de los ghouls de Vathek, los ghouls de los Eméritus eran seres notablemente calmados, serenos y con mucho autocontrol. Cualquiera podía ver que respecto a su apariencia, eran criaturas con un aspecto intimidante pero de carácter pacífico. Quizá Alfa no era lo que se podría llamar sereno, pero tenía mucho más sentido de racionalidad que un ghoul que se guía por instinto.

El objetivo de controlar su alimentación de esa forma era simplemente mantenerlos al margen, bajo control, no comer carne humana tenía un efecto muy fuerte en los ghouls. Volver a ingerir aunque fuera un pedazo de un cadáver, significaba perder total control de sus instintos y volverse tan salvajes como un ghoul normal.

Así, los días pasaron, semanas. Pronto fueron meses y después, años. El trabajo no parecía tener fin.
Hasta que un día notaron que el pequeño ghoul tenía ataques de ira, pero ya no tan destructivos, simplemente tenía actitud iracunda, no esa agresividad con la que derribaba a las personas.
Sin embargo pasó más tiempo antes de que los ghouls pudieran escucharlo hablar.

El ghoul creció, ya no se veía tanto como un adolescente, aunque de altura no llegó a ser más alto que Earth.

.  .  .

Hubo una curiosa ocasión en que Omega intentaba enseñarle a pronunciar correctamente ciertas palabras, pero ese día el ghoul estaba visiblemente molesto, quizá estaba harto de sus clases.
Omega le enseñaba los fonemas, las palabras homónimas y las homógrafas, le intentaba enseñar algo de caligrafía y hasta le llegaba a hablar de cómo usar ciertas expresiones, divagaba y hablaba de algunas experiencias suyas cuando de pronto fue interrumpido por un estruendoso:

—¡Ya cállate hijo de puta!–

El ghoul… ¿acababa de hablar?

Omega quedó sobresaltado, con los ojos más abiertos que nunca miraba con turbación al ghoul. Se quedó en silencio esperando que el pequeño dijera algo más, pero no dijo nada, solo lo miró con fastidio.
Omega estaba confundido ¿Cómo podía ser posible? En varios años no dijo ni una sola palabra y ¿de la nada sabía decir eso?

Antes de que pudiera decir algo la puerta se abrió detrás del pequeño ghoul revelando a Alfa. En ese instante Omega vagamente comprendió, porque el propietario de esas palabras...
¿A quién le habían pedido que acompañara constantemente al ghoul?

—¡Ah, aquí está! No lo encontraba por ningún lado. Tú...– dijo refiriéndose al ghoul severamente —¿Qué te hace pensar que puedes salir corriendo y perderte de vista ¿eh?--

—¡Cállate hijo de puta!– Respondió de nuevo el pequeño ghoul. Alfa se quedó sin palabras. Pero al ver la cara incriminadora de Omega, entendió.

—¿Qué? No pensarás que…J-juro que yo no fui… yo no le enseñé eso…– Se defendió Alfa.

—Es tu expresión preferida… Recuérdame ¿Cuándo fue la última vez que la usaste?– preguntó Omega mirándolo fijamente.

—Eh...no recuerdo… creo… que hace una semana llamé a Air de esa manera… y hace varios días se lo dije a Terzo…– dijo Alfa, explicándose. Pero la mirada de Omega lo hizo ser brutalmente honesto.
—Está bien lo hice ayer… pero eso no significa que yo sea la causa…

Trataba de excusarse o algo parecido.

—¿Qué hay de esta mañana?– dijo Omega, un poco fastidiado por Alfa haciéndose el tonto.

—¿Esta mañana?... ¿Qué es esto? ¿Un interrogatorio? ¿Qué importa si lo hice esta mañana?

—¡Ey! Alfa– sonó a lo lejos la voz de Air. —Terzo dice que es la última vez que te pide que laves las ventanas de su oficina… dice que no entra luz y que si no lo haces no trabajará y será tu culpa…

—¡Dile que se calle a ese hijo de p--

Se cortó de pronto, se volvió a Omega que lo miraba levantando las cejas en señal de “continúa”.

—¡¿Y qué?! No puedo controlar lo que este enano escucha o no escucha…– Se defendió Alfa.

—Tú lo influenciaste, Alfa– dijo Omega mientras se levantaba—...y yo ya estoy cansado… así que mejor tú enséñale a hablar… ¿Te parece?– le puso el puntero en la mano —yo lavaré las ventanas…– y sin más cerró la puerta tras de sí.
Estaba un poco cansado de que en varios años ese hubiera sido el único avance.

No sabía cuánto tiempo iba a tomar pero por ahora le tocaba descansar del trabajo que había estado haciendo sin ayuda durante esos tres años. No le vendría nada mal a Alfa lidiar un poco más de tiempo con el pequeño ghoul.

Una disculpa porque está corto, pero les prometo que el siguiente será mejor :D

Tretas GulescasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora