El vacío en la oscuridad

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Los tres fueron escupidos de la puerta ghoul al cementerio del ministerio. El ghoul dijo:
—¡Skergath! ¡Kergehk!
Y la puerta se cerró. Cayó al suelo muy cansado. El cardenal y Terzo aún no pasaban de su conmoción. Terzo se percató de que estaba abrazando al cardenal, quizá un impulso del pánico y lo empujó para alejarse lo más que pudo de él. Copia no reclamó el rechazo y simplemente se sacudió, muy silencioso, ambos no dijeron nada en un rato y el ghoul se quedó echado en la hierba.

De pronto Terzo observó:
—Es pequeño...
El cardenal se confundió y lo miró con la ceja levantada, después entendió que se refería al ghoul, quien seguía en el mismo lugar y había cerrado los ojos (aunque no dormía)
—Ah, sí...– respondió Copia —Es engañoso, chiquito... pero bravo...

Al decir esto, Copia notó algo en el ghoul que le llamó la atención. Al ver sus manos raquíticas y con afiladas garras, manchadas de sangre vieja y con pequeñas cortadas, aún así le pareció que eran de algún modo, casi... ¿Infantiles? Parecían muy jóvenes...
—¡Ey! ¿No te parece que este ghoul...– dijo el cardenal —¿Es un poco joven...?
—Los ghouls no tienen edad, tonto- respondió Terzo con un tono de fastidio —No envejecen como los humanos...
—Eso lo sé pero...– dijo el cardenal acercándose poco a poco al ghoul y casi tomando su mano, este alzó la mirada y comenzó a gruñir, Copia inmediatamente se apartó
—Solo era un pensamiento...

—¡¡Eméritus!!
Alguien llamó lejos del cementerio, venía corriendo un ghoul de Terzo al que le siguió por detrás uno más alto y detrás uno muy bajo.
—¡Qué alegría! ¡Regresó ileso!– gritaba Alfa, él más alto cuanto más se acercaban.
Al llegar junto a Terzo, el ghoul Omega, que era una pulgada más bajo que Alfa, el más alto, se detuvo al ver a la criatura que yacía en la hierba, en medio de Terzo y el cardenal, también lo miraba con sus ojos amarillos más abiertos que nunca. Frente a Omega, parecía diminuto. Un ghoul igual de diminuto, asomó la cabeza detrás de Omega, y también se quedó perplejo de ver al recién llegado. Alfa dijo sin ninguna sorpresa aparente, golpeando su codo
—Es un enano como tú, Earth...
—Cállate– respondió Earth —No soy tan enano...
—¿Dónde está el otro?– preguntó Terzo refiriéndose al cuarto ghoul que le era sirviente. Omega quien se había inclinado hacia el nuevo, se volvió hacia la entrada del cementerio y lo divisó a la distancia, venía corriendo -Lo siento... lo siento- jadeaba -No pude evitar que me siguiera...
Detrás venía caminando una figura pequeña que causó en todos repulsión. Una anciana con expresión despectiva, avanzó cautelosa entre los ghouls hasta llegar al más pequeño que yacía en el suelo. Se lo quedó viendo un rato, luego miró a Terzo, quien se puso de pie y bajó el rostro. La anciana frunció el ceño y miró a todos.
—Montón de idiotas– fue lo único que dijo. Luego miró al nuevo y se cubrió la nariz con expresión de repugnancia.
—Regresa a esa cosa de donde vino– dijo la señora.
—¿De qué está hablando? Necesitaba un reemplazo y aquí está- dijo Terzo alzando el rostro pero tratando de ser respetuoso.
—Esa cosa no va a entrar, a menos que hagas algo con ese hedor y...con eso...– respondió, señalando al aspecto del ghoul. El cardenal se preocupó un poco por la criatura, sabiendo lo que procedía...
Alfa se atrevió a preguntar:
—Hermana... no hablará de hacer lo de--
—Sabes perfectamente qué hacer ghoul... sino regresen a ese engendro o no comerán en seis meses- sentenció la anciana mirando a todos los ghouls quienes dieron un paso atrás y miraron al pequeño ghoul. De la nada este estaba rodeado por todos y miró nervioso al cardenal que aún seguía junto a él, lo miraba con preocupación.
Omega se inclinó.
—Ven- dijo con voz calmada —No te asustes...
Alargó la mano al ghoul pero este empezó a gruñir cada vez más.
—Te va a morder– dijo Alfa burlón –Déjame a mí– pero Omega lo apartó.
—No. Podemos hacerlo sin mordidas-- ¡AAAAY¡– gritó de repente. Omega tenía adherido en la mano, con mucha fuerza al pequeño ghoul. Alfa se arremangó el uniforme y sujetó al ghoul con tal fuerza que este soltó a Omega. Forcejearon, pero Alfa logró arrastrarlo hasta un costado del ministerio y se metió en una catacumba con todos los ghouls siguiéndolo. Trató de echarse al ghoul en el hombro pero no se dejaba. Se puso muy agresivo y comenzó a morderlo y arañarlo, Alfa trató de no responder mientras recorría lo más rápido que podía los pasillos oscuros y húmedos, con techos curvos. Y cuando finalmente llegó a la habitación que buscaba, tenía al ghoul trepado en la espalda haciendo trizas su uniforme. Alfa entró en la habitación deteriorada, la cual era iluminada por una débil y parpadeante luz roja, emitida por un viejo foco que colgaba en un rincón del techo agrietado. En el centro de la habitación se distinguía una extraña figura cuadrada en el suelo, más o menos de 2 metros cuadrados, pero esta tenía un abismo dentro. Alfa echó sus brazos hacia atrás con los codos a la altura de su cabeza y sujetó con mucha fuerza al ghoul.
—Perdón por esto...– y lo arrojó al vacío en la oscuridad.
Sin embargo, el ghoul no aterrizó en el suelo. Se le cortó la respiración. Se sumergió más y más hondo, y muchas burbujas a su alrededor. Estaba en el agua. Lo habían metido en una especie de fosa.

No había mucha distancia entre el agua y la orilla así que cuando el ghoul salió respirando agitadamente trató de alcanzarla, sin embargo uno de los ghouls bajó una reja de metal, dejando al pobre pequeño atrapado en la fosa. Sujetó la rejilla y comenzó a aullar. Earth le habló mientras todos salían de la habitación:
—Ten calma, no será por mucho...
A pesar de sus palabras el ghoul no se tranquilizaba y tampoco ellos, recordaban bien cómo se sentía ir perdiendo la fuerza atrapado en aquella fosa, y el terror de estarse ahogando hasta que alguien le sacara. Ellos no tenían permitido sacarlo de ahí, tendrían que esperar a que soportara el tiempo suficiente hasta que alguien del ministerio lo ayudara a salir y le permitiera reunirse con ellos. Todos abandonaron la habitación y dejaron al pobre ghoul, completamente solo...

. . .

Terzo estaba preocupado, pensaba en qué haría si lo obligaban a regresar al ghoul. Hacía mucho tiempo que habían traído a uno directamente de Vathek, era más sencillo invocarlos y además la hermana Imperator no estaba nada contenta con la decisión de Terzo de aventurarse hasta allá...

. . .

El ghoul aún se sostenía de la reja y no pensaba soltarla hasta perder toda su fuerza.
Muchas horas pasaron, todo un día transcurrió y este, solamente con un animal pequeño en el estómago, empezaba a cansarse. Pronto fue soltando la reja, hasta que la dejó por completo y ya no luchó. Dejó sumergir su cabeza en el agua, después sus brazos, la punta de sus garras seguía fuera y poco después se hundió por completo. Lentamente el agua se lo fue tragando, aún tenía los ojos entreabiertos, dejó salir el aire en pequeñas burbujas y sin darse cuenta, se fue rindiendo. Cerró los ojos... todo ahora era solo oscuridad...

Su visión se iluminó débilmente, abrió de nuevo los ojos y escuchó un rechinido metálico. Alguien había quitado la reja. Un guante grande de cuero, muy grueso, entró al agua y alcanzó su muñeca, tirándo con fuerza hasta sacarlo a la superficie. El sujeto lo ayudó a salir del cuerpo de agua, mientras el ghoul tosía y escurría, estaba muy agotado. Levantó el rostro para ver quién lo había sacado y pudo ver al cardenal. Copia esta vez lo vio con mayor claridad, la fosa lo había limpiado de toda la sangre y le había quitado el hedor a cadáver y en efecto... a pesar de la delgadez de su rostro lo notaba, demasiado joven, un adolecente a lo mucho.

El ghoul sintió enojo, sintió cólera al ver la cara conocida que lo había atraído hasta allí y violentamente saltó encima de él. Abrió la mandíbula para morder con toda su fuerza, pero cuando lanzó la mordida sintió el guante de cuero grueso dentro de su boca, se le escapó. Copia se alejó rápidamente, el ghoul se quedó quieto... le había metido un pedazo de carne cruda en la boca. Se la tragó y se quedó perplejo. Hacía muchos meses que no comía carne, ni siquiera putrefacta. Dentro de la mazmorra solo había podido comer algunos insectos y de vez en cuando algún hueso que le arrojaran. Pero la carne cruda no estaba mal. No había tenido que pelear con nadie por ese bocado.

El cardenal sacó una bolsa de papel y se quitó el guante grueso.
—¿Quieres más?– le dijo al ghoul, este lo miró con desconfianza y retrocedió, el cardenal sacó otro pedazo y se lo acercó.
—Tómalo– le dijo con gentileza —Es para ti...
El ghoul se acercó lentamente, lo olfateó y rápidamente se lo arrebató y se lo devoró. El cardenal le ofreció la bolsa, el ghoul la arrebató y se alejó de él, lo que hizo a Copia sonreír extrañamente.

El ghoul aceptó seguirlo y llegaron a un cuarto dentro del ministerio, estaba casi vacío, un poco sombrío, de piso de madera y paredes blancas, muy cálida. Había una caja y una silla, el cardenal le pidió amablemente que se sentara. El ghoul con cautela lo hizo. Se comió el último pedazo, pero este le supo extraño, se sintió un poco mareado, con enojo se bajó de la silla y una vez más derribó al cardenal, solo que cuando Copia se cubrió el rostro para protegerse, al siguiente momento tenía a un ghoul dormido sobre él. Se había desmayado debido al tranquilizante puesto en la carne, por el cardenal.

Copia lo cargó, no pesaba demasiado pero él no era muy fuerte así que le fue muy difícil volver a sentarlo. Al conseguirlo abrió la caja y recordó la tarea tan rara que le habían asignado. "No va a entrar con esa maraña, será mejor que te deshagas de ella..." fueron las palabras de la hermana Imperator. El ghoul roncaba muy fuerte, eso hacía sentir tranquilo al cardenal, pues tardaría un rato en volver en sí. Tomó un mechón de pelo, abrió la tijera pero le llegó un pensamiento. Los ghouls de Terzo se veían muy parecidos entre ellos... quizá sería bueno tener uno al que pudiera diferenciar...


Nota: El dibujo de la portada fue hecho por mí :)

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