¡Al infernal desierto!

168 11 1
                                    

Eméritus lll acababa de destituir a dos de sus ghouls por comportamiento "inapropiado", así que necesitaba un reemplazo.

Fue así como se dispuso a intentar invocar un ghoul desde la ciudad de Vathek, sin embargo al momento de hacer el ritual de invocación ninguno de los sacerdotes estaba disponible, todos se habían organizado para hacer una salida tranquila de las que hace la gente de la tercera edad. Así que se podría decir, que estaba “fuera de servicio”.

Tendría que ir directamente a Vathek y traer un ghoul desde aquel infernal desierto. Fue así como Eméritus lll solicitó la asistencia del Cardenal Copia...

—Pero si no tiene ningún conocimiento de cómo tratar con ghouls, déjenos acompañarle...– le advirtió uno de los subordinados de Terzo, a lo que él respondió:

—Ustedes son más valiosos para mí que el cardenal...

Los ghouls comprendieron...
Terzo por fin estaba en buenos términos con el cardenal así que en esta ocasión planeaba usarlo de escudo humano en caso de que las negociaciones con los demonios fracasaran. Sería una muerte honorable si así debía de ser, pensaba Terzo.

Aliviado de no tener nada que perder más que a su camarada de turno,
sucedió que Eméritus lll y el cardenal Copia, se dirigieron a la parte trasera del ministerio, donde se ubicaba el cementerio.

Los dos hombres buscaron entre las tumbas el área más selvática y cubierta de moho, y finalmente encontraron la tumba que buscaban: La puerta ghoul. Una lápida hundida en la vegetación, con una estatua totalmente cubierta de moho que le daba un aspecto de un hongo enorme, esta parecía lamentarse, aunque no había modo de saber si era un ángel o quizá otra criatura, porque le faltaba la cabeza. Terzo no pudo saber con certeza si era la correcta hasta que la tocó y sintió ese característico frío invernal.

—Hágase a un lado– Dijo Copia a Terzo —Es peligroso, no desearía que usted fuera absorbido por la puerta en un instante... evidentemente el único responsable sería yo... Y usted por no escucharme...– dijo arrogante.

—Solo hazlo– respondió Terzo con un ademán de hartazgo por la actitud tan inusual de Copia. El cardenal metió las manos en la hierba de la tumba, muy hondo, y dijo en lengua antigua:

—"¡Wathiqus! ¡Vathek! ¡Guilanis!"

La puerta se abrió con un estruendo y emitió una luz resplandeciente aunque por dentro solo había oscuridad absoluta, la luz venía de las estrellas que se encontraban flotando en el vacío del firmamento que había dentro.

El cardenal estaba seguro de que había un pasadizo dentro, por el cual se podía caminar, pero a Terzo le pareció que lo decía por pura intuición. Se estaba poniendo nervioso y empezó a desesperarse ya que de pronto todo el asunto le pareció una tontería, traer a un ghoul desde Vathek era ridículamente arriesgado.

De repente el suelo tembló, el cardenal sintió que se caía y su único impulso fue agarrar a Terzo, pero al hacerlo su peso los arrastró a ambos dentro de la puerta y cayeron al vacío.

Gritaban de terror al pasar por el firmamento, aunque debido al gran espacio en el que se encontraban sus gritos sonaban a un volumen muy bajo.

Al entrar un poco en conciencia lo único que se le ocurrió a Terzo fue agarrar al cardenal y sacudirlo por los hombros mientras le reclamaba

—ERES UN GRANDÍSIMO IDIOTA... ¿CÓMO PUDISTE ARRASTRARNOS DENTRO?... CAEMOS DE MUCHA ALTURA... NOS VAMOS A CONVERTIR EN PURÉ ¡¡¡Y ES TU CULPA!!!– gritó.

—¿¿MI CULPA?? ¿¿MI CULPA???– le respondió el cardenal.

—CÁLLATE... SI MUERO NO QUIERO QUE TU VOZ SEA LO ÚLTIMO QUE ESCUCHARÉ ...– Respondió Terzo.

Tretas GulescasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora