Fondue de medianoche

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A la mañana siguiente Éter y Sodo comprobaron que el ghoul seguía durmiendo en el mismo lugar, no lo molestaron.

A Sodo se le ocurrió una idea maliciosa, Éter lo perdió de vista pero no le dió importancia, continuó observando al ghoul pensando qué hacer para que se sintiera en confianza.

De la nada le llegó un aroma apetitoso, tal vez un pedazo de comida y comenzó a seguir su olfato.

El ghoul fue abriendo los ojos lentamente, se alegró de ver el sol meterse entre los altos árboles. En Vathek los amaneceres eran muy diferentes, siempre despertaba antes que el sol, si es que le permitían dormir un rato y además en el desierto el calor era demasiado intenso. Sin embargo en este entorno templado, los rayos del sol no podían ser más inofensivos. Se sintió tranquilo por primera vez en mucho tiempo y se alegró de al fin despertar después que el sol.

De pronto le llegó un aroma a comida, no pudo evitar sentirse atraído y siguió su olfato, gateando en la hierba, hasta que se topó con un arbusto que se movió. El ghoul se puso alerta y se acercó lentamente, queriendo investigar, esperó y esperó y entonces...

—¡AY!– un grito sonó.

Del arbusto salió Éter quejándose de dolor y se tropezó con las ramas cayendo frente a frente con el ghoul. Este se percató de que su dolor se debía a una trampa de ratón que había atrapado sus dedos anular y del anillo. De la trampa cayó un pedazo un poco grande de nada menos que un queso, el ghoul la tomó.

—¡Ah, oye!– dijo Éter tratando de sacar sus dedos de la trampa. —¡Yo lo encontré primero!...

El ghoul sonrió y se comió el queso en su cara de un bocado, cayó al suelo con la mano en su estómago, carcajeándose y burlándose de Éter, señalándolo y diciendo algunas tonterías y burlas incomprensibles. Empezó a lanzar algunos insultos y palabras un tanto ofensivas, es decir, a un oído humano se estaba pasando de la raya.

Éter se lo quedó mirando mientras intentaba sacar sus dedos de la trampa y detrás del arbusto inesperadamente apareció Sodo...

Sodo miró al ghoul tumbado en la hierba muerto de risa y luego miró a Éter, cuando vio que tenía la trampa entre sus dedos, no pudo evitar reprimir una risa, se acercó e intentó abrir la trampa para ayudarlo, mientras aguantaba lo mejor que podía la carcajada.

—... Se suponía…– se rió —… Se suponía que el raro de aquí…– se interrumpió de nuevo por otra risa, estaba por quitar la trampa de los dedos de Éter. —... Era para él… y tú… tú caíste primero--

No logró terminar ya que cayó al suelo soltando carcajadas apretando su estómago, Éter se molestó más por el hecho de que ya tenía los dedos rojos y no lograba liberarse. Cuando finalmente logró zafarse del fierro que lo lastimaba, se percató de que el ghoul y Sodo estaban casi juntos en el suelo muriéndose de risa, de alguna forma lo contagiaron un poco y rió entre dientes, sus dedos estaban libres así que ya no estaba tan molesto.

De la nada el ghoul se detuvo y se alejó preocupado. Los miró a ambos y Éter se quedó muy extrañado por esa repentina reacción, Sodo logró calmarse y se levantó con la mano en el estómago…

—¡Viejo, en serio, realmente no resistes el queso suizo en la mañana!– él continuó burlándose —Te dije que un día caerías en una de esas.

—¡Es diferente! ¡Tú la pusiste! Y no me culpes, no he desayunado… Además yo no me lo comí, el de aquí lo disfrutó más que yo...

—¿Cómo?– dijo Sodo volteando hacia el ghoul, este retrocedió muy asustado y negó varias veces con la cabeza.

—Ah, es cierto…– dijo acercándose al ghoul a gatas con mala intención, este negó de nuevo con la cabeza.

Tretas GulescasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora