Ambulano Pluvialis

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En la oscuridad espesa del bosque, no se veía ni una sola alma. Entonces dos estrellas aparecieron en aquella espesa noche, otras dos y otros pares de estrellas más. Pero aquellas luces no eran estrellas para nada, sino los ojos brillantes de los torpes depredadores de tumbas. Estos andaban encorvados trepando por cada peñasco.

--¡Shhh!!— dijo uno. —oigo una tumba...

—¿Oyes qué?

—¡Dije shhh! ¡No oigo bien!

—No puedes oír una tumba.

—Cállate, tiene razón, también la oigo.

—¡Qué tontos son! Las tumbas no se oyen

—Es cierto, ¿no huelen? ¿O también se oyen?

Cuatro necrofagos paseaban vacilantes por el bosque en su rutina habitual buscando un cementerio.

—Un momento... nunca hemos venido por aquí.

—No recuerdo que aquí haya comida.

—Pero estoy seguro de que la olí.

—¿En dónde estamos...?

—Alguien nos trajo aquí...pero no lo recuerdo bien...recuerdo que había mucha comida.

—¡Tú solo recuerdas la comida!

Conversaban los ghouls salvajes, caminando en fila por la arboleda, extrañados de qué los había llevado a esa parte del bosque que nunca habían explorado. Un lugar donde no se suponía que andaran ghouls sueltos.

—¡Alto!— dijo el que iba hasta el frente, quien tenía aspecto semejante a un reptil y baja estatura. —Oigo algo.

—¿Estás seguro? ¿No será que hueles algo?— contestó uno con una mueca de sonrisa, la cual nunca abandonaba su rostro.

—No, en verdad... algo se acerca.

Movió su nariz escamosa, sus fosas nasales exhalaban en la fría noche. Se posicionó en cuatro patas y vio dos estrellas entre los altos árboles, divisó una silueta alta y delgada, con cuernos.

—¡Ahí!— señaló el ghoul pequeño y corrió hacia la silueta a punto de alcanzarla, lanzando sus enormes garras afiladas y curvas que desgarraban dónde fuera que se clavaran y al atrapar la silueta, cayó al suelo. Se había desvanecido.

—¿Se fue?

—¿Desapareció?

—No- dijo el ghoul escamoso.
—Pareciera que se... ¿Deshizo?

Observó la arena debajo de él, y tomó un puñado dejándolo caer por sus dedos afilados, acercó su mano con arena a su rostro.

—Un segundo...

—Oh ¡Siempre dices eso! ¡Haces demasiadas pausas dramáticas!

—¿No lo ven?

—¿No querrás decir, si lo olemos?

—Lo que sea— olfateó la arena. —yo lo he olido antes... es él... es lo que nos trajo...

Un ghoul se hincó, era extremadamente delgado, con cuello un poco largo y un ojo más grande que el otro. Sus largas piernas huesudas se hundieron en la arena y puso sus pálidos dedos en el montón, olfateando con lo que quedaba de su huesuda nariz.

—Lo recuerdo...

—¿Verdad que sí?

—¿De qué hablan? ¡Yo no recuerdo quienes son! ¡Solo los seguí! Cómo podrían recordar esa arena- cuestionó el ghoul sonriente. El ghoul escamoso lo jaló y golpeó su cráneo en el montón de arena. El ghoul tosió.

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⏰ Última actualización: Oct 25 ⏰

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