Y sin embargo la carne nunca tocará la carne (poesía)

1 0 0
                                    

Adoro mi tristeza,
Esa sensación que llena de pereza
El blanco y negro,
Lo suave y lo áspero.
Ver a través de mi ventana con genuino anhelo de lluvia.
No puedo mentir que mi depresión se ah ceñido a mi carne como un cálido abrigo.
Me escabulló por al noches a mirar por el balcón y de la ciudad ser testigo.
Veo al vacío de una altura apabullante, y veo aquel vacío sin obtener respuesta, probablemente por qué el vacío; soy yo.
Fuese de mi un noble trabajador y alcohólico en un rancho separado de las complicaciones metropolitanas. 
Me sucede seguido estar perdido en un inmenso mar de olas feroces que nunca toma forma en su forzado movimiento.
Cuando tengo que estar en dos bandos, ser de las subculturas el aliento, a su vez que vivir según mis innecesariamente ajetreadas necesidades.
Como áreas naturales, hemos moldeado este mundo y ahora lo que hemos hecho nos moldea a nosotros como causas naturales.
Un romántico triste, un amante dependiente, un soñador despierto y muerto en alma y mente.
Abrazo mi melancolía, la suavidad de mis sabanas en esa tempestad de frio, lentamente, me cuestionó, me vuelvo quien soy para mañana salir de mi apestosa crisálida.
Mi cálida tristeza es una parte de vivir siendo yo mismo sin buscar una desesperada salida.
Lidiar con mis penitencias es la forma que tengo de apreciar la vida, vagamente tengo la idea de que aceptar mi condición de muerto, es parte de estar vivo.
Soy como soy sin nadie que me diga como serlo: un alivio y descanso; de mi felicidad.
Pues ser feliz me condena a estar triste otra vez.

Borrador: Entender El Arte De Lo No SatisfactorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora