— Bien, ¿quieres que te lo cuente? Pues te lo cuento. — Dijo mientras se sentaba en la esquina opuesta de la cama. — Yo estaba tranquilamente sentada en el sillón, bordando el pañuelo blanco que llevo haciendo desde la semana pasada, y llegó él de pronto, con una sonrisa de oreja a oreja. No me sorprendí demasiado, últimamente está radiante de alegría, pero de pronto, a punto de levantarme para servirle un vaso de agua, se arrodilla y abre una pequeña caja de terciopelo con un anillo dentro y me pide que me case con él.
Hizo una pausa.
Ann tragó de manera audible y con un hilo de voz consiguió decir:
— Y dijiste que no.
— Y dije que no. Bueno, que no y que no quería continuar, que me había aburrido y que esto ya no tiene manera de salvarlo, ya no es lo mismo, dejó de ser lo mismo hace tiempo y todos lo sabemos. — Respondió algo más apenada. — Puede que me veas como la mala pero si te digo la verdad no lo hago solo por mí, sino por él. Se que lo está pasando mal y aunque no lo ame lo quiero lo suficiente como para saber que debe de compartir su vida con cualquier mujer menos conmigo.
Ann suspiró con la mente en blanco.
— Bueno... supongo que tienes razón.
Fue lo único que consiguió decir.
Cuando el silencio se hizo con la habitación, Ann pudo rememorar, las veces que imaginó que Louis, le pedía que se casara con él, con la pretensión de poder contarlas y hacer un balance, pero contar las veces con las que había fantaseado sobre un sueño que lleva conservando desde que se considera persona hecha y derecha era imposible, eran demasiadas para la mente de una persona.
— Sí... — Consiguió decir Bianca.
De nuevo un silencio reflexivo, se apoderó de ellas.
— Louis quiere marcharse de casa, quiere irse al piso del bajo. — Parloteó vagamente Ann captando la atención de su hermana. — Yo le he dicho que no, que Edward Collins me había ofrecido salir como modelo en algunas colecciones de pequeños diseñadores y que me pagarían bien, que yo le podría prestar dinero... con eso y con la boutique tendríamos de sobra.
— No sabes como te lo agradecería, pero no pararía de trabajar... — Contestó Bianca algo preocupada por la débil integridad física de su hermana.
— Bianca, es algo que me gusta, estar rodeada de vestidos de alta costura nada más y nada menos. No me importaría y más, cuando es para ayudar a Louis y a ti y... bueno y a mí, porque esto nos afecta a todos.
Bianca asintió con poca esperanza.
Ann se levantó y besó la frente de su hermana para marchar con Louis, algo que no le costaba mucho.
Abrió la puerta sabiendo que Louis le recibiría con los brazos abiertos.
Éste estaba sentado en la cama.
Ann le sonrió y le acompañó.
— ¿Mejor?
— Mejor. — Contestó el chico haciendo un gran esfuerzo por sonreír y parecer convincente.
— Voy a ayudarte con el alquil...
— No. — Dijo Louis al instante.
Ann lo miró con enfado.
— ¿No te das cuenta de que es mejor para todos? Ni tu, ni Bianca, ni yo nos vamos a quedar sin nada, estaremos como ahora, intentando llegar a fin de mes.
— No quiero que te pases la vida trabajando por ayudarme con el alquiler de una casa extra.
— A mí me gusta ese trabajo. — Contraatacó Ann.
Ambos se miraron con convicción durante unos segundos.
La chica no pudo mantener la mirada y la volcó hacia el suelo. De por sí, ya le costaba mantener la mirada fija en cualquier persona que no fuese su hermana, y aquella vergüenza se acentuaba con cualquier otra persona, pero con Louis se hacía insoportable.
— De todas formas... — Dijo Ann volviendo a levantar la mirada. — gracias por preocuparte por mi, hacía tiempo que me había olvidado que alguien apartando a Bastian lo hacía.
Y en un pequeño arrebato de valentía, posicionó su mano encima de la de él, tan solo un segundo.
El contacto quemaba, no podía seguir, se desmayaría, Louis pensaría que lo ama y eso es lo último que debía saber.
— Nosotros siempre intentamos hacerlo. — Respondió amable.
— Lo sé. — Contestó Ann en un suspiro.
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La otra cara de los sueños
Romance1952. París, moda, lujos, dinero, glamour... y Ann, totalmente enamora de la persona menos adecuada. Louis; el novio de su hermana mayor. Cuando se mudó a París junto a su hermana, jamás se hubiera imaginado su asombroso destino, rodeada de lo q...