-¿Qué?-Musitó Bastian al borde de un ataque de nervios.
-Pues eso mismo. Que me pienso declarar.-Insistía con toda la felicidad del mundo.
-Pe-pero ¿a quién?-Volvía a preguntar Bastian.
-¿A quién va a ser? Pues... a Louis.-Contestaba Ann con la mirada perdida y con una pequeña e inevitable sonrisa.
Estaba convencida de que era el momento. Bianca estaba distante con él y, aunque las miradas de Louis hacia su hermana no dejaban de mostrar amor y adoración, algo tendría que haber cambiado en esos cuatro meses, o eso pensaba Ann.
Bastian se alejó de ella con el rostro algo desencajado.
-¿Cómo te vas a declarar a Louis si no sabes si te quiere?-Preguntó Bastian.
-¿Cómo lo iba a saber si no se lo digo yo tampoco?
-Pero ¿acaso él se comporta de una manera más cariñosa que antes?
-Sí...bueno, no sé.-Dijo Ann algo más insegura que antes, aunque con las mismas ganas.
Bastian rió irónicamente.
-Deberías de prestar más atención a tu alrededor y no obcecarte siempre en lo mismo Ann.
La chica se quedó parada en su sitio. Bastian nunca se había portado de esa manera. Siempre estaba riendo y bromeando y ante todo respetaba sus decisiones aunque no las compartiera.
-¿E dicho algo malo?-Preguntó Ann sin saber muy bien qué pasaba.
Quizás había dicho algo que lo había molestado y no se había dado cuenta, pensaba Ann.
-No... claro que no, lo siento... hoy no he tenido muy buen día.-Respondió Bastian frotando su mano contra su cara.
Ann sonrió.
-No tienes por qué contármelo si no quieres.
Bastian le respondió con una mirada.
-Si no es eso... es que, no puedo.
-Bueno... vale.-Dijo Ann sin comprender muy bien sus palabras.
¿Por qué no iba a poder contarle qué es lo que le pasaba?
Sin más, Ann marchó a trabajar no sin antes despedirse con un fuerte abrazo de su confundido amigo Bastian.
De nuevo tenía que volver a la boutique a trabajar; así era su vida.
Lo bueno, es que los domingos no trabajaba, al contrario que en invierno, ya que las prendas de esa estación del año, eran mucho más elaboradas que las del verano.
Claro que los domingos no eran mucho mejores, ya que pasaba todo el día encerrada en su casa: limpiando, fregando, barriendo... en resumen, ayudando a su hermana en todo lo que podía. Más tarde, llegaba Louis de trabajar y pasaban toda la tarde con incómodas conversaciones al tiempo en que escuchaban la radio, y Ann, cosía paños.
Para nada divertido. Allí nadie sabía divertirse.
Con Bastian sí que se divertía. No hacían más que reír y pasear. No hacían mas que eso, nada del otro mundo, solo pasear y reír pero, que divertido era y que feliz le hacía.
Llegó la hora de volver a salir y, como rutina, Ann salía esperando la figura de Bastian en la acera de enfrente, pero aquel día no estaba.
La muchacha no pudo evitar preocuparse, pero ya no eran horas de ir hasta la cafetería donde trabajaba su compañero ya que el establecimiento habría cerrado.
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La otra cara de los sueños
Romance1952. París, moda, lujos, dinero, glamour... y Ann, totalmente enamora de la persona menos adecuada. Louis; el novio de su hermana mayor. Cuando se mudó a París junto a su hermana, jamás se hubiera imaginado su asombroso destino, rodeada de lo q...