Ambas se despidieron justo al llegar a la puerta de entrada del edificio de Ann.
Carlotta volvió a su casa, justo encima de la boutique.
Ann, abrió la puerta con cierto trabajo, ya que su mareo le hacía realmente difícil las cosas.
Subió las escaleras al tiempo en que se apoyaba en la amarillenta pared.
Tardó alrededor de cinco minutos en llegar a la última planta y poder abrir la puerta.
Se oía la radio, por tanto Bianca estaría despierta.
También se veía que la luz del salón estaba encendida; Ann se sorprendió. Nunca se hubiera imaginado que una bombilla destartalada pudiera aportar semejante cantidad de luz.
-Ya era hora.-Escupió Bianca mientras se cruzaba los brazos y se incorporaba del sillón.
-No pegues voces que Louis debe de estar durmiendo, no quiero que lo despiertes por mi culpa.-Dijo Ann recuperando su completa consciencia.
-Y tú también deberías de estar durmiendo ¿piensas que las diez y media de la noche es la hora de que una mujer joven como tú, llegue a casa?
-Teniendo en cuenta que he salido a las nueve del trabajo y, que en mi vida había ido con una amiga a tomarme algo... sí, pienso que es una hora muy normal de llegar a casa.
Bianca estaba a punto de estrellar su mano en la cara de su hermana; se estaba comenzando a pasar, no iba a permitir que le vacilara de aquella forma. Parecía que Ann estaba viviendo la adolescencia que nunca tuvo.
-A saber si no te has restregado con cualquier hombre por ahí con la borrachera que llevas encima...-Susurró Bianca con desprecio y sabiendo que estaba pasando el límite de paciencia en su hermana.
Ann rezó por no perder los estribos; tenía demasiadas cosas que reprocharle y, no quería echar todo por la borda cuando era su única familia.
Claro que le fue demasiado difícil ya que le costaba diferenciar las ideas en su cabeza.
-¿Y tú? ¿qué haces que estás aquí sentada y no estás en la cama de Louis? ¿hoy no es tan bruto como el otro día y por eso no te gusta?-Decía Ann con toda la malicia que pudo expresar.-¿o quizás fuiste tú la que le obligó a que fuese así de tosco contigo?
Bianca se quedó mirándole con pura ira y asco, a diferencia de la mirada de su hermana, que era tranquila y chistosa.
-Gol-fa...-Susurró Ann lentamente con una leve sonrisa que se borró de su rostro cuando la mano de Bianca estalló en su cara.
Ann posó su mano en el sitio donde Bianca le había propinado un bofetón.
Su mirada mostraba un infinito desprecio, expresaba sentimientos inexplicables, pero ninguno de ellos simbolizaban bondad.
Apretó sus dientes.
-Eres la persona más rastrera que he conocido en mi vida.-Escupió Ann a centímetros de la cara de su hermana.
Ninguna retiró la mirada de la otra, hasta que Ann se encerró en su cuarto.
No lloró. Tenía tanta ira dentro que era incapaz de hacer algo como aquello. No se había enfadado por ninguna decepción recibida, como de costumbre, de su hermana; se enfadó porque no podía más, porque estaba harta de desahogarse siempre contra la almohada de su cuarto o contra los buzones de la calle.
Claro que Bianca no tenía la culpa de todo. Si es cierto que nunca supo agradecer los esfuerzos que Ann y Louis hacían en sacar la ''familia'' hacia adelante, y también es cierto que tampoco estuvo por la labor de ayudar a que las cosas fuesen más fáciles; pero no era culpa de ella, toda la mala suerte que tenía Ann en el amor.
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La otra cara de los sueños
Romance1952. París, moda, lujos, dinero, glamour... y Ann, totalmente enamora de la persona menos adecuada. Louis; el novio de su hermana mayor. Cuando se mudó a París junto a su hermana, jamás se hubiera imaginado su asombroso destino, rodeada de lo q...