Ann subió las escaleras con una enorme sonrisa en la cara.
Parecía sacada de una familia rica, con posibilidades.
Aunque Ann nunca se esmeró en aparentar ser más de lo que era, ¿a quién le amarga un dulce?
No sabía cual sería la próxima vez que iba a tener un vestido de tal precio puesto como si nada.
Ann no paraba de pensar en lo que le diría su hermana. Se moriría de la envidia y le rogaría que le prestase el vestido.
— ¡Bianca! — Gritó ya en la tercera planta, esperando que la escuchara. — ¡Bianca!
La muchacha escuchó como la puerta de la planta superior se abría.
— ¿Eres tú Ann? — Preguntó Bianca sin ver todavía a su hermana subir las escaleras.
Ann se plantó delante de ella con una sonrisa de oreja a oreja.
La cara que puso Bianca era inexplicable. No sabía si seguir poniendo esa cara de sorpresa, llorar, arrancarle los pelos, o sonreír.
Ann, al ver que su hermana no decía nada ya que no se explicaba cómo había conseguido aquel vestido, decidió dar una vuelta sobre sí misma para que la falda del traje alzara al vuelo para que se viera aún más bonito.
— ¿De dónde lo has sacado? — Preguntó Bianca con una sonrisa. — Dime por favor que no lo has robado de la boutique...
— Vamos Bianca... no seas melodramática, sabes que sería imposible. — Contestó Ann comprobando la confianza que depositaba su hermana sobre ella.
— No sé...
— Me lo ha regalado la señorita Amiri, aquella chica tan rica a la que le hice el vestido. — Decía Ann con toda la ilusión del mundo. — ¿te acuerdas?
Bianca se quedó pensativa.
— Sí, sí... por cierto ¿y esa bolsa? — Preguntó la muchacha cuando su hermana soltó la bolsa blanca sobre el sillón.
— Eso es lo mejor. — Respondió Ann con una enorme sonrisa. — me invitó a su fiesta de compromiso, este viernes pero yo no pensaba asistir porque no tenía vestido ni nada pero, va y me regala uno y es precioso ¡mira!
Metió sus manos en la bolsa y, con sumo cuidado lo sacó, dejando a su hermana atónita.
Bianca volvió a cuestionarse si lo había robado pero, era imposible viniendo de su hermana aunque fuese lo más probable.
— Dios mío... es impresionantemente precioso.
Ann rió al comprobar la reacción de su hermana y ella asintió.
— Lo es. Y me lo ha regalado... es una maravillosa persona... no te pienses que por ser tan asquerosamente rica es una egoísta y una tiesa de esas que se ven de vez en cuando. Es una persona muy normal... bueno no, es fantástica, no sé como agradecérselo.
— Me la vas a tener que presentar. — Dijo Bianca cuya única pretensión era que le llenara el armario de ropas de marca.
— Vamos Bianca... que nos conocemos. — Respondió Ann entre risas y miradas acusatorias.
Ésta, fue hasta su habitación con la pretensión de quitarse el vestido y volver a ponerse los trapos que usaba como vestimenta, pero se dio cuenta de la hora.
En aquel momento, ella estaría saliendo del trabajo y Bastian la estaría esperando.
Ella quería que la viera guapa. No le amaba, pero sí lo quería. Por alguna extraña razón quería llamar aún más la atención en él y parecerle atractiva.
— Bajo un momento, ahora vuelvo.
La chica bajó con una enorme sonrisa en su rostro. Un inevitable cosquilleo en el estómago.
Comenzaba a sospechar que los besos efímeros y las miradas llenas de dulzura ejercían un efecto más que positivo sobre ella.
Fue camino de la boutique hasta encontrarse con su novio de espaldas, mirando atentamente a la tienda, con sus características gafas de sol.
Ann se acercó lentamente intentando no hacer ruido con los tacones blancos que también fueron un regalo de Gisèle. Levantó sus manos y las puso encima de las gafas de sol.
No pudo evitar el volver a sonreír.
Se acercó a él para susurrarle al oído.
— Hola...
Solo bastó esa palabra y ese tono para volver a Bastian completamente loco.
Como siempre hacía cuando estaba cerca de aquella mujer, sonrió, con su sonrisa de más sincera felicidad.
Éste se dio la vuelta instantáneamente y posó sus manos sobre la cintura para darle un pequeño beso sobre sus labios.
Ann sintió después de mucho tiempo, como si todo despertara dentro de ella.
Aquellos escalofríos tan característicos en ella, llegaron hasta la punta de los dedos; jamás se había sentido tan condenadamente atraía por él.
Cuando Bastian se recuperó de la ceguera producida por la sonrisa de su novia, se fijó en que llevaba un vestido poco común entre las mujeres de su categoría económica.
— ¿Y ese vestido? — Preguntó impresionado.
Él, anteriormente, quiso comprarle un vestido como eso; bonito y elegante. Pero ni su sueldo entero bastaría para pagarlo.
Eso fue un fracaso para él. Sabía que no podía ofrecerle mas que un puñado de besos y mucho amor. Pero eso no da de comer.
— Me lo ha regalado la señorita Amiri... bueno eso y estos zapatos nuevos y un vestido precioso para la fiesta que da el viernes. — Dijo con una tremenda ilusión en la voz.
Jamás nadie se había portado de tal manera con ella.
— No sabes lo que me alegro... me he quedado... impresionado de verdad que no me esperaba que esa chica fuese tan generosa. — Respondió pasando su brazo sobre los hombros de Ann, que se sintió terriblemente avergonzada. Todo eso era nuevo para ella, desde luego que para Bastian no lo sería.
— Gisèle es estupenda... y no solo porque sea muy, muy generosa, sino porque es muy buena persona... muy dulce... — Dijo Ann con la mirada perdida y con otra pequeña sonrisa.
— Pues... — Susurró Bastian con la mirada posada en el cielo. — Voy a tener que pedirte, que este domingo, te pongas ese vestido y vengas conmigo. — Dijo el chico que se comenzaba a acercar a su oreja. — Es una cita. — Murmuró, provocando que a Ann se le pusiera la piel de gallina y un leve cosquilleo comenzara a alborotarse por todo su cuerpo.
— Acepto. — Le dijo de nuevo a su oído.
Bueno, esto es un microcapítulo que subo hoy porque digo ''ea pues lo subo hoy'' mañana subiré otro y si puedo sobre el juEves otro.
Espero que les haya gustado, yo sinceramente les estoy cogiendo cada vez más cariño a estos dos personajes :D
GRACIAS♥
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La otra cara de los sueños
Romansa1952. París, moda, lujos, dinero, glamour... y Ann, totalmente enamora de la persona menos adecuada. Louis; el novio de su hermana mayor. Cuando se mudó a París junto a su hermana, jamás se hubiera imaginado su asombroso destino, rodeada de lo q...