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Te encontrabas sentada en el piso, mirabas a la pantalla justo una de tus películas favoritas "cadáver de la novia". Miraste de reojo tu teléfono, el icono de la moto justo estaba muy cerca de tu departamento, así que tomaste el control de la consola para ponerle pausa a la película.
Y justo ya estaba afuera de los departamentos, no es que fuera un edificio como tal, si no que eran varias chozas de un cierto espacio y todos entraban por un mismo barandal.
Te pusiste las pantuflas, ya que habías oído el timbre, con una gran sonrisa y emoción, fuiste a abrir.
—Hola, buenas noches
—Buenas noches señorita — saludó el repartidor — su pedido
Lo tomaste
—Vaya...es mucha comida
—¿Disculpe?
—¿Vive sola?
—Eh...sí — respondiste — pero pedir poca comida no sabría bueno
—Tiene razón
Le diste el billete y él te miró con una mueca
—Oh demonios, no tengo cambio aquí, regresaré a la moto un momento
Tú sólo asentiste, por mientras pondrías la comida en la pequeña mesita que tenías justo frente a tu televisión.
Mientras tanto, el repartidor se fue a la moto. Se miró en el espejo mientras limpiaba sus dientes con el dedo, se quitó el casco y se acomodó el pelo; después, sacó su teléfono para hacer una llamada
—Sí, jefe, ésta es la última entrega de la noche
Un desconcertado Bi Han gruñó levemente. Estaba enojado. Así que sólo se apuró a caminar por detras de tu hogar.
Tú esperabas recargada en la puerta, hasta que apareció el tipo. Estabas desconcertada porque lucía diferente.
—¿Si halló cambio?
Él estaba recargado con ambos brazos, tratando de seducir pero no la captabas y no te interesaba.
Bi han luciría muy bien en esa pose — pensaste
—¿Si crees que puedas comer sola toda esa comida?
Estabas por responder cuando oyeron un ruido. Volteaste rápidamente. No te asustaste, sólo estabas sumamente sorprendida.
—Sí, aunque no lo creas, ella come mucho — murmuró Bi Han mientras se sentaba en el piso — ¿por qué no me avisaste que llegó la comida?
—Pensé que vivías sola
—¿Y yo qué? — preguntó para después comer de la comida china
Miraste al repartidor, él sacó el cambio y se fue rápidamente. Claro, viendo a Bi Han...tremendos brazotes y tan mamado, le daría una paliza hasta para llevar.
Cerraste la puerta de nuevo y sólo te acercaste levemente hacia él.
—Vaya...¿como mucho? — preguntaste dudosa
—¿Por qué le dijiste que vivías sola?
—Eh...no lo sé, no pensé que fuera malo
—El repartidor sí traía dinero
Llevé mi mano al cuello. Bueno, quizá ahora analizabas todo lo que hacía y decía, quizá era algo extraño. Lo miraste una vez más, ahora él estaba sentando en el sillón mirando la pantalla
—No vuelvas a hacer eso
—Lo que diga, gran maestro — respondiste sarcástica — en todo caso...me alegra que estés aquí
—Te traeré algo mío para que lo tengas aquí
—Ya mejor quédate conmigo
Bi han te miró, sonrió socarrón para después pasar su mano por tu cadera, te hizo sentarte encima de él.
