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TIFFANY

Pasan alrededor de tres horas en las cuales Vlad y Atlas se mantienen respondiendo todas mis preguntas acerca de por qué defendieron a la hija de perra y también mandándonos a la mierda uno con otros ya que me estaba negando a tomar el reposo que dijo la doctora Kemmerer.

Como ya había escuchado mi cabeza ahora mismo es lo que más tengo que cuidar, aunque lo que realmente tengo que hacer es no recibir otro golpe igual al que me dieron.

De hecho Romir tienes sus días contados...

Bueno más bien tiene las horas contadas en el cuadrado donde pasará la mayor parte de su día a día, le baje la condena solo por qué estuvo un poco bien detenerme de no matar a Stelvana, al parecer la hija de puta es una espía que roba información de nuestro bando y se la pasa a Draven.

Me volteo un poco en la incómoda camilla y quedó mirando para donde está Atlas, el y Vlad pelearon por quién se quedaría a supuestamente cuidarme hasta que Vlad le llegó una notificación de que lo necesitaban en la central y tuvo que irse.

Al parecer tengo que pasar la noche aquí y me darán de alta mañana a las cuatro casi cinco de la tarde. Sin poder dormir decido levantarme, pero antes reviso la hora:

12:45 p.m

Cuando mis pies tocan el frío piso me estremezco, aunque no le tomó importancia tenerlos desnudos al plantarlos en el piso, miro a Atlas el cual está dormido en un sillón que esta ubicado en el lado derecho de la habitación.

La habitación me hace recordar a aquella en la que estuve cuando caí del precipicio hace dos meses y medio, sin querer pensar mucho en eso me acerco al ventanal y corro un poco la cortina de este para observar los edificios que se ven. Los vehículos pasan dejando la calle oscura cuando siguen sin detenerce, los edicios tienen pocas luces encendidas, y todo se siente desolado.

Resoplando me alejo y sin tener nada que hacer vuelvo a estar cerca de la camilla, tomo un poco de agua de la que está en un recipiente ubicado en la mesita de noche y luego de tomar, observo toda la habitación hasta que me detengo en Atlas.

Sin saber por qué mis piernas se mueven y termino acercandome a él. La distancia que nos separaba se acorta y con nervios lo miro de cerca. Está tan relajado como la vez del disparo, aunque esa vez no está inconsciente solo durmiendo.

Mirándolo bien detallo cada una de las perfecciones que tiene, rasgos duros, mandíbula marcada, cejas abundantes y rectas, pestañas largas sin exagerar, pómulos sin una sola marca, y labios como los de Milo Manheim. Ahora no tiene una sola arruga pero cuando sonríe las equinas de sus ojos se arrugan y unos hermosos oyuelos se marcan a cada lado de su boca.

Bajo los ojos un poco por su cuello y noto algo que me hace acercarme más, tanto que no me doy cuenta de que se despertó. En el borde de su abrigo sobresale una marca de quemadura y acerco mi mano para bajar un poco este y ver si estoy en lo correcto o por la falta de iluminación estoy viendo mal, pero mi mano no llega a su destino ya que es retenida por la de él.

—¿Que crees que haces?— su voz y su agarre son lo suficientemente firmes para dejarme paralizada en mi lugar, aunque su tono haya salido como un susurro el cual fue susurrado en mi oido.

— Nada — aunque hable claro o tratara de acerlo mi tono es igual al de el solo un susurro.

—¿Segura?— no contesto, me mantengo en silencio aunque retrocedo queriendo alejarme de él y su agarre, pero al parecer el y yo no estamos en la misma página.

¿Como Sucedió? Libro:1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora