The Loud House: Intensidad del caos

Problemas mitológicos

En el corazón de Royal Woods, un pequeño suburbio conocido por sus peculiares habitantes y pintorescas casas, vivía Charles Loud, un chico de once años con una inclinación por las aventuras y los misterios. Charles, el menor de dos hermanos, siempre se encontraba en alguna forma de contratiempo, a menudo provocado por la influencia de su hermana mayor, Bernice.

Bernice Loud, de dieciocho años, era la definición de una trendsetter en Royal Woods. Con un sentido de la moda infalible y un ojo para lo último en tendencias, Bernice influía no solo en su círculo social, sino también en su hermano menor. Sin embargo, a pesar de su exterior glamoroso y confiado, Bernice compartía con Charles un amor secreto por lo desconocido y lo misterioso, un lazo que los unía más allá de las peleas habituales entre hermanos.

Una tarde de otoño, mientras Charles regresaba de la escuela, tropezó con una vieja caja de madera semi enterrada en el parque del pueblo. La caja estaba cerrada con un candado oxidado y cubierta de extraños símbolos que parecían contar una historia. Sabiendo que Bernice tenía un viejo libro sobre simbología en su colección, corrió a casa con la caja bajo el brazo, esperanzado de que ella pudiera ayudarle a abrir el misterioso contenedor.

Bernice, aunque inicialmente reacia por el temor de arruinar su manicura recién hecha, no pudo resistir la curiosidad y aceptó ayudar a Charles. Los hermanos pasaron horas en el estudio, examinando el libro de símbolos y comparándolos con los grabados en la caja. Finalmente, descubrieron que los símbolos eran nórdicos antiguos y hablaban de un objeto perdido de gran poder.

Con la ayuda de una vieja llave que encontraron escondida en un libro de mitología en la biblioteca de su padre, Charles y Bernice lograron abrir la caja. Dentro, encontraron un pequeño medallón de plata con una gema azul que parecía brillar con luz propia. El medallón, según el libro de Bernice, estaba asociado con la protección y la buena fortuna, pero también estaba maldito para aquellos que lo usaran sin respetar su verdadero poder.

Emocionados pero cautelosos, los hermanos decidieron investigar más sobre el medallón. Sus pesquisas los llevaron a la casa de la anciana Sra. Crawley, una historiadora local con un vasto conocimiento sobre la historia oculta de Royal Woods. La Sra. Crawley les explicó que el medallón perteneció a una poderosa vidente que vivió en Royal Woods hace siglos y que había sido enterrado con la caja para proteger al pueblo de un mal antiguo.

Sin embargo, con la caja ahora abierta y el medallón en manos inexpertas, los eventos extraños comenzaron a suceder en Royal Woods. Objetos desaparecían, sombras se movían por sí solas y un aire frío llenaba las noches del pueblo. Charles y Bernice se dieron cuenta de que necesitaban encontrar una manera de devolver el medallón a su lugar de descanso o enfrentarse a las consecuencias.

La solución llegó de la menos esperada de las maneras. Durante una visita a una tienda de antigüedades en busca de respuestas, Bernice se encontró con un viejo espejo que reflejaba no solo su imagen sino también una visión de la vidente original. La vidente, a través del espejo, les instruyó para realizar un ritual que limpiaría el medallón de su maldición y aseguraría la protección continua de Royal Woods.

Siguiendo las instrucciones de la vidente, una noche de luna llena, Bernice y Charles llevaron el medallón al mismo parque donde Charles lo había encontrado. Allí, realizaron el ritual, recitando antiguos encantamientos y devolviendo el medallón a su caja, que sellaron nuevamente con la llave.

Al día siguiente, la paz había retornado a Royal Woods. Los hermanos Loud, habiendo compartido una aventura que fortaleció su relación, decidieron mantener en secreto lo sucedido, conscientes de que algunos misterios eran mejores cuando se mantenían entre hermanos.

Charles aprendió a valorar más las habilidades y conocimientos de Bernice, mientras que ella encontró un nuevo respeto por la curiosidad y la audacia de su hermano menor. Juntos, habían no solo salvado su hogar, sino que también habían crecido personalmente, demostrando que, incluso en los rincones más inesperados de la vida, pueden encontrarse la aventura y el entendimiento mutuo.