Un lugar especial en los juegos

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En la pequeña y vibrante ciudad de Royal Woods, Charles Loud, un chico de 11 años con una energía inagotable y una sonrisa siempre lista, se encontraba en el umbral de una nueva aventura. No era un día cualquiera; era el día en que había planeado una cita en los famosos juegos y comida Gus con Calipatria, su novia.

Charles había conocido a Calipatria en la escuela. Ella era una chica dulce y vivaz, famosa entre sus amigos por su gran habilidad para resolver cualquier acertijo y por su amor por los animales. Desde el momento en que se conocieron, Charles supo que quería pasar más tiempo con ella, y qué mejor manera que invitándola a Gus’s Arcade and Eats, un paraíso para cualquier niño con su mezcla de juegos arcade, deliciosa comida y, lo más importante, el mejor helado de la ciudad.

La mañana de la cita, Charles se preparó con todo el cuidado del mundo. Se puso su camiseta favorita, aquella con la imagen de un astronauta tocando la guitarra, y una gorra azul que complementaba perfectamente su enérgica personalidad. Antes de salir, revisó su pequeño monedero para asegurarse de que tenía suficientes monedas para los juegos y para comprarles unos helados.

Calipatria llegó puntual, llevando un vestido de flores pequeñas y una sonrisa que iluminaba la calle. Se saludaron con un choque de cinco y juntos emprendieron el camino hacia Gus’s Arcade and Eats, charlando y riendo, hablando de sus videojuegos favoritos y de lo emocionados que estaban por probar el nuevo juego de realidad virtual que había instalado Gus.

Al llegar, el olor a pizza recién horneada los recibió, mezclándose con los sonidos de las máquinas arcade y las risas de otros niños. Charles y Calipatria empezaron con un clásico: un juego de carreras de autos. Charles eligió un auto rojo y Calipatria uno amarillo. La carrera fue reñida, con Calipatria tomando la delantera al principio, pero Charles logró adelantarla en el último segundo, ganando por apenas un pelo.

Riendo y bromeando sobre la carrera, se dirigieron a la sección de realidad virtual. Se pusieron los cascos y los guantes especiales y pronto estaban en un mundo diferente, explorando un castillo medieval y resolviendo juntos acertijos para encontrar un tesoro escondido. Trabajaron en equipo, y su sincronización era perfecta, como si pudieran leer la mente del otro.

Después de conquistar el castillo virtual, el olor a pizza pudo más que su curiosidad por los otros juegos, así que Charles y Calipatria decidieron hacer una pausa para comer. Charles pidió una pizza de pepperoni y Calipatria una de queso. Mientras esperaban, Calipatria sacó un pequeño cuaderno y le mostró a Charles su colección de acertijos que había creado. Charles, encantado, intentaba resolverlos con entusiasmo, impresionando a Calipatria con su ingenio.

Con el estómago lleno y el corazón contento, el broche de oro para su cita sería un helado. Se dirigieron al mostrador, donde Charles pidió dos helados de chocolate, el favorito de ambos. Mientras saboreaban sus helados, Calipatria tomó la mano de Charles y le dijo que este había sido uno de los mejores días de su vida. Charles, sintiendo lo mismo, sonrió y prometió que habría muchos más días como este.

Finalmente, con el cielo tiñéndose de tonos anaranjados y rosas del atardecer, Charles y Calipatria caminaron de vuelta a casa. Habían compartido juegos, risas, y sobre todo, habían fortalecido un vínculo especial. Aquel día en Gus’s Arcade and Eats no solo había sido una divertida aventura, sino el inicio de muchas más que vivirían juntos.

The Loud House: Intensidad del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora