Una feria de interés para Charles

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Charles Loud, el joven miembro de la familia Loud, siempre había admirado a sus hermanos mayores. Pero también tenía sus propios amigos y responsabilidades, entre ellos, cuidar a su pequeña hermana Bernice y a su hermanita Sophie. Un día, la ciudad donde vivían anunció que habría una gran feria del condado en las afueras, y Charles vio en ello una oportunidad perfecta para pasar tiempo con sus hermanas menores.

Bernice, la mayor de las dos hermanas, era una niña curiosa y vivaz, siempre con energía para explorar el mundo. Sophie, por otro lado, era más tímida, pero con la guía de sus hermanos, siempre encontraba el coraje para aventurarse un poco más allá de su zona de confort.

El día de la feria, Charles se aseguró de que todo estuviera listo. Empacó algunos bocadillos, tomó suficiente dinero para los boletos y se aseguró de que ambas chicas estuvieran vestidas adecuadamente para la ocasión.

Cuando llegaron a la feria, el lugar era más grande y colorido de lo que cualquiera de ellos había imaginado. Luces brillantes, música alegre y el aroma de palomitas y algodón de azúcar llenaban el aire. Bernice, con los ojos brillantes de emoción, señaló de inmediato la rueda de la fortuna, mientras que Sophie observaba tímidamente desde detrás de su hermano mayor.

—¿Podemos subirnos, Charles? ¡Por favor! —exclamó Bernice, dando pequeños saltos de emoción.

Charles sonrió, asintiendo con la cabeza. —Claro, pero primero veremos si Sophie también quiere subir.

Sophie miró la rueda de la fortuna con ojos grandes. Parecía aterradora desde abajo, pero con Charles y Bernice a su lado, se sintió un poco más valiente. Con una sonrisa tímida, asintió.

La primera atracción del día fue un éxito. La rueda de la fortuna les ofreció una vista increíble del condado, y Sophie se rió nerviosamente mientras subían y bajaban, pero al final se sintió orgullosa de haber superado su miedo.

Después, Charles llevó a sus hermanas a las diferentes atracciones. Participaron en juegos, probaron suerte en la pesca de patos de plástico y se deleitaron con dulces y golosinas. Cada vez que Sophie parecía dudar, Bernice y Charles la animaban, recordándole que estaban juntos y que nada malo podía suceder.

El momento culminante del día fue cuando Charles les compró a ambas hermanas un globo en forma de animal, uno para cada una. Bernice eligió un perro, mientras que Sophie optó por un gatito. Mientras caminaban hacia la salida de la feria, las tres figuras jóvenes se movían entre las luces de la feria con sus globos flotando detrás de ellos, riendo y compartiendo historias sobre el día que habían pasado juntos.

Cuando llegaron a casa esa noche, las tres estaban agotadas, pero felices. Charles llevó a Sophie, que se había quedado dormida en el camino, a su cama. Luego, miró a Bernice, quien ya estaba lista para meterse entre las sábanas.

—Gracias, Charles, por llevarnos a la feria —dijo Bernice, bostezando—. Fue el mejor día de todos.

Charles sonrió, inclinándose para darle un beso en la frente. —De nada, Bernice. Cualquier cosa por mis hermanitas.

Con ese pensamiento, apagó las luces y se dirigió a su habitación. Mientras se preparaba para dormir, Charles no pudo evitar sentirse satisfecho. Había sido un día perfecto, lleno de risas, aventuras y, sobre todo, amor fraternal.

El joven Loud sabía que, sin importar cuántas aventuras más tuvieran, siempre estarían juntos, apoyándose unos a otros. Y eso, para Charles, era lo más importante de todo.

The Loud House: Intensidad del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora