¡A cazar fantasmas!

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Charles Loud siempre había sentido una profunda pasión por enseñar. No había nada que lo llenara de más satisfacción que compartir conocimientos y ver la chispa de entendimiento en los ojos de sus estudiantes. Junto a su colega y amigo Kyle Zhau, impartía clases de historia y ciencias ocultas en la escuela local de Royal Woods, un pequeño pueblo conocido por su tranquilidad y su pintoresco cementerio en las afueras del pueblo.

Un día, mientras Charles y Kyle disfrutaban de una caminata otoñal por los senderos que bordeaban el cementerio, se toparon con Karlsruhe Hunnicut, una excéntrica anciana que había sido profesora de antropología. Karlsruhe estaba frente a una antigua casa abandonada que los niños del pueblo decían que estaba embrujada. "¡Ah, profesores!", exclamó con una sonrisa misteriosa. "¿Han oído las historias de esta vieja mansión? Dicen que alberga más secretos que cualquier libro de historia."

Intrigados, Charles y Kyle decidieron explorar la casa con Karlsruhe. A pesar de su apariencia decrepita y las advertencias de los lugareños, los tres compartían una curiosidad insaciable que los impulsaba a descubrir más sobre el lugar.

La casa estaba cubierta de enredaderas y las ventanas estaban tapiadas, pero encontraron una puerta trasera que chirrió abiertamente al empujarla. El interior olía a moho y a tiempos olvidados. Las paredes estaban decoradas con antiguos retratos borrosos y cada paso sobre el suelo de madera hacía eco en el silencio.

"Se dice que esta casa pertenecía a un cazador de fantasmas del siglo XIX, alguien que realmente creía en el más allá", comenzó Karlsruhe, su linterna iluminando un viejo diario sobre una mesa cubierta de polvo. Charles lo tomó con cuidado, pasando las páginas llenas de relatos de apariciones y rituales esotéricos. "Parece que hemos encontrado algo más que una simple casa", comentó con una sonrisa.

Kyle, mientras tanto, exploraba una estantería que contenía varios objetos extraños: amuletos, talismanes y botellas con sustancias desconocidas. "Miren esto", dijo, sosteniendo un pequeño dispositivo que parecía una brújula, pero con inscripciones que ninguno pudo descifrar. "¿Será alguna herramienta de caza de fantasmas?"

La exploración se detuvo cuando un ruido sordo vino del piso superior. Los tres se miraron, la adrenalina mezclándose con una emoción temerosa. Subieron las escaleras lentamente, siguiendo el sonido que se hizo más claro, como el golpeteo de algo pesado arrastrándose.

Al llegar al segundo piso, encontraron una puerta entreabierta que llevaba a un estudio. Dentro, una figura se movía frenéticamente entre montones de papeles y libros antiguos. Al notar la presencia de los intrusos, la figura se detuvo. Era un hombre anciano, sus ojos brillaban con una mezcla de sorpresa y cautela.

"No esperaba visitas", dijo con una voz que parecía no haber hablado en años. "Soy el guardián de los secretos de esta casa, los últimos vestigios de un cazador de fantasmas que una vez buscó entender lo sobrenatural."

Charles, siempre el educador, se adelantó. "Somos profesores y nos interesa enormemente su historia y lo que ha aprendido aquí. ¿Podría compartirlo con nosotros?"

El anciano los estudió por un momento antes de asentir lentamente. "Muy bien, pero deben prometer mantener el secreto de lo que aquí reside."

Pasaron horas mientras el anciano, que se reveló como descendiente del cazador de fantasmas, les narraba historias de apariciones y encuentros con lo inexplicable. Reveló técnicas y artefactos, cada uno con su propia historia. Kyle, fascinado, tomaba notas frenéticamente, mientras que Karlsruhe examinaba los artefactos con ojos expertos.

Al salir de la casa, cuando el sol ya se ponía, los tres amigos se sintieron como si hubieran tocado algo más allá de lo mundano. Habían entrado como escépticos y salieron con una nueva apreciación por los misterios que la ciencia aún no podía explicar.

De regreso en la escuela, Charles y Kyle decidieron incorporar lo que habían aprendido en sus clases. No solo enseñarían historia y ciencia, sino también el valor de mantener la mente abierta a lo desconocido. Karlsruhe, por su parte, prometió ayudarlos a investigar más sobre el mundo espiritual.

La casa abandonada en Royal Woods había sido mucho más que un edificio en descomposición cerca del cementerio; había sido una puerta a otro mundo, un puente entre el pasado y el presente donde el conocimiento y el misterio se entrelazaban. Y para Charles, Kyle y Karlsruhe, había sido un recordatorio de que siempre hay más por aprender y explorar en este mundo.

The Loud House: Intensidad del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora