El escape de los Zombies

2 1 0
                                    

Charles Loud y Kyle Zhau eran dos amigos inseparables desde la infancia. Pasaban sus días explorando bosques, inventando historias y, más recientemente, desarrollando videojuegos. Su pasión por la tecnología y los juegos los había llevado a crear un proyecto muy ambicioso: un videojuego de supervivencia titulado "Escape de los Zombies".

Un fin de semana, Kyle invitó a Charles a su casa para una maratón de desarrollo. Planeaban trabajar en el videojuego sin descanso, aprovechando cada minuto para perfeccionar su creación. La casa de Kyle, situada en las afueras de la ciudad y rodeada de árboles altos, era el lugar perfecto para inspirarse en la atmósfera apocalíptica que querían recrear en su juego.

La noche del viernes, después de una larga semana de escuela, Charles llegó con su mochila llena de snacks, una computadora portátil y una gran cantidad de ideas. Kyle ya lo estaba esperando en su habitación, rodeado de monitores, cables y una pizarra llena de anotaciones sobre el diseño del juego.

—¿Listo para sobrevivir a los zombies? —preguntó Kyle, con una sonrisa en el rostro.

—Siempre estoy listo para eso —respondió Charles, chocando los cinco con su amigo.

Comenzaron a trabajar de inmediato, revisando el código, ajustando gráficos y discutiendo sobre la trama. El juego comenzaba en una casa abandonada, donde los jugadores debían encontrar suministros y defenderse de hordas de zombies mientras buscaban una forma de escapar. La inspiración para el diseño de la casa vino, en gran parte, de la misma casa de Kyle, con sus habitaciones laberínticas y su sótano oscuro y polvoriento.

A medida que la noche avanzaba, los dos amigos se sumergieron en su trabajo. La emoción de ver su visión cobrar vida en la pantalla los mantenía despiertos, y el tiempo pasaba volando. A la medianoche, decidieron hacer una pausa para comer algo.

—Este juego va a ser increíble —dijo Charles, mordiendo una pizza.

—Lo sé. Solo imagina las caras de todos cuando lo vean —respondió Kyle, con entusiasmo.

Después de comer, volvieron a trabajar. De repente, la luz en la habitación parpadeó y se apagó. La casa quedó sumida en la oscuridad.

—¿Qué demonios? —murmuró Kyle, buscando una linterna.

—Tal vez solo sea un apagón —sugirió Charles, encendiendo la linterna de su teléfono.

Bajaron al sótano para revisar el panel eléctrico. Al llegar, escucharon un ruido extraño, como de alguien o algo arrastrándose. Los dos se miraron, sus caras iluminadas por la tenue luz de la linterna.

—Debe ser un animal —dijo Kyle, tratando de sonar convincente.

—Espero que tengas razón —respondió Charles, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.

Revisaron el panel y encontraron que uno de los fusibles se había quemado. Kyle rápidamente reemplazó el fusible y la luz volvió. Sin embargo, el ruido persistía.

—Volvamos arriba —sugirió Charles.

Cuando regresaron a la habitación de Kyle, se dieron cuenta de que algo andaba mal. La puerta estaba entreabierta, aunque ambos recordaban haberla cerrado. Entraron con cautela, y Kyle notó que algunos de sus papeles habían sido movidos.

—Esto no es normal —dijo, mirando alrededor.

—¿Crees que alguien entró? —preguntó Charles.

—No lo sé, pero debemos estar atentos.

Decidieron continuar trabajando, pero con la puerta cerrada con llave esta vez. La tensión era palpable, y cada pequeño sonido los ponía en alerta. Después de un par de horas, el sueño comenzó a apoderarse de ellos. Decidieron turnarse para vigilar mientras el otro dormía.

Charles fue el primero en dormir. Kyle, con una taza de café en la mano, vigilaba la puerta. De repente, escuchó un golpeteo suave. Se levantó, tratando de no hacer ruido, y se acercó a la puerta. Al abrirla, no vio a nadie, pero el golpeteo continuaba, ahora proveniente del sótano.

Despertó a Charles, y juntos bajaron una vez más al sótano, armados con linternas y un bate de béisbol que Kyle había encontrado. El ruido se hizo más fuerte, y cuando llegaron al sótano, se dieron cuenta de que provenía del rincón más oscuro.

—¿Quién está ahí? —gritó Kyle, apuntando con la linterna.

La luz reveló a un hombre mayor, con la ropa desgarrada y sucia. Tenía una expresión de desesperación en el rostro.

—Ayúdenme —rogó, su voz temblorosa—. No me dejen aquí.

Charles y Kyle se miraron, sin saber qué hacer.

—¿Quién eres? —preguntó Charles.

—Mi nombre es Thomas. Vivo en la casa de al lado. Estaba explorando cuando algo me atacó y me encerraron aquí.

Sin dudar, ayudaron a Thomas a salir del sótano. El hombre les contó cómo había sido atacado por una criatura que parecía un zombie. Aunque dudaban de su historia, la expresión de terror en su rostro era innegable.

Decidieron llamar a la policía, pero las líneas telefónicas no funcionaban. Presa del pánico, Kyle sugirió que se atrincheraran en su habitación mientras pensaban qué hacer.

De vuelta en la habitación, intentaron calmar a Thomas y discutir un plan. De repente, escucharon ruidos en el piso de abajo. Alguien, o algo, estaba en la casa.

—Tenemos que salir de aquí —dijo Charles, decidido.

Utilizando sus conocimientos del juego que habían creado, planearon una ruta de escape. Salieron por la ventana del segundo piso, utilizando una cuerda improvisada. Una vez fuera, corrieron hacia el bosque, dejando la casa y sus misterios atrás.

A la mañana siguiente, encontraron ayuda y relataron su experiencia. Aunque las autoridades no encontraron rastros de zombies, Charles y Kyle sabían que algo extraño había ocurrido.

De regreso en sus casas, continuaron trabajando en su videojuego, ahora con una nueva fuente de inspiración: su propia aventura. "Escape de los Zombies" se convirtió en un éxito, y aunque la experiencia real fue aterradora, les enseñó una valiosa lección sobre la verdadera naturaleza del miedo y la amistad.

Charles y Kyle nunca olvidaron esa noche, y cada vez que alguien jugaba su juego, sabían que había algo más que simple ficción detrás de cada nivel y desafío.

The Loud House: Intensidad del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora