Ya era el día en que llegaría Harry, no puedo esperar para verlo.
Escuché la puerta de la habitación abrirse y supe quien era, así que me lancé a sus brazos.
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– ¡Harry! – le dije – ¿Estás bien? – le pregunté y dejé de abrazarlo.
– Nos enteramos del ataque de los dementores debes contaros todo – le dijo Her.
– Dejen que respire, chicas – nos dijo con diversión.
– Y de la audiencia en el Ministerio – continuó Her.
– ¡Es increíble! – dije – Investigue con Her, no pueden expulsarte, – Harry de adentro más a la habitación – es totalmente injusto.
– Si – dijo él – En estos días es muy común – miró a su alrededor – ¿Qué es este lugar?
– Es el cuartel – dijimos Ron y yo.
– De la Orden del Fénix – dijo Her – Es una sociedad secreta. Dumbledore la fundó la primera vez que pelearon contra Quien-tú-sabes.
– ¿Y no podían habérmelo contado en una carta? – preguntó él.
*Esto era lo que no quería que pasara*
– Todo el verano estuve sin noticias – continuo.
– Hubiéramos querido – me acerque a él.
– Enserio que sí – dijo Ron – Es que...
– ¿Es que qué? – pregunto impaciente.
– Es que Dumbledore nos hizo jurar que no te diríamos nada – dijo Her, demasiado rápido.
– ¿Dumbledore dijo eso? – preguntó Harry y nos quedamos en silencio – Pero por qué no contarme, podría haberlos ayudado, porque yo soy el que vio regresar a Voldemort. Yo fui el que peleó con él, el que lo vio asesinar a Cedric Diggory – en eso aparecieron, literalmente, los gemelos.
– ¡Harry! – dijeron al unísono.
– Creí escuchar tu dulce voz – dijo Fred.
– No te contengas, hermano, exprésate – le dijo George y Harry se rascó la nuca.
– ¿Qué, ya dejaste de quejarte? – le dijo Fred.
– ¿Quiere escuchar algo que es más interesante? – dijo George y nos miraron con cara traviesa.
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