Greta
Probé el té sin apartar la mirada. Me sentía extraña y no, no era el té que tenía veneno o algo así. La situación en si me era extraña pero no extraña mal, extraña bien, si eso tiene algún sentido.
—¿Se notan mucho?– pregunté haciendo referencia a mis raices castañas.—tengo que buscar una buena peluquería.
—Si la encuentras me avisas, pase años buscando una buena. Tanto que terminé con el pelo arruinado y el baño como escena de crimen.
Me reí, ella simplemente contestaba con una facilidad para hacer que cada cosa que decia sea una referencia perfecta a lo que quería contar.
—¿Entonces aprendiste o te lo arruinaste más que en las peluquerias?
—Depende ¿Vos, cómo me ves?
Mire su pelo, estaba sumamente cuidado, incluso aún con algunas gotas de agua se veía bien. Su cabello, claro.
—Deberías poner una peluquería–murmuré apoyando la taza sobre la mesa de café y ambas reimos.
De repente, todo se ilumino y la casa quedo a completas oscuras. De inmediato el trueno retumbo en la habitación y como buena miedosa pegue un grito y salté aplastando a Alessia.
De inmediato sentí su mano sobre mi brazo y sus piernas siendo aplastadas por las mías.
—Es una tormenta fuerte, seguro ya volverá la luz pero iré por unas velas.– Se escuchó como una taza se apoyo sobre la mesita de café. —Si me dejas ir por ellas, bella.
—Si, si, si, lo siento.- Aparté las piernas y la liberé de lo que podría ser algún tipo de llave en lucha libre.
Traté de no moverme mucho del medio del sillon, no sea que la volviera a aplastar, la situación ya era demasiado anormal.
La última vez que se había cortado la luz en el departamento fue al mes de comprometerme con Stefano, ya viviamos juntos para entonces y la relación parecia empezar a deteriorarse. Para mi, claro.
Recuerdo esa conversación, yo estaba en la cocina calentando la comida en el microondas y él estaba en la ducha, cuando de la nada el electrodoméstico comenzó a hacer chispas y la luz se cortó, pegué un mini grito y un ruido se escucho dentro del baño. Pocos minutos después salio Stefano mojado y con la pierna sangrando.
—¿Cómo puedes ser tan estúpida? encima que cortas la luz haces que me corte la pierna con tu grito y miles de cremas para el cabello, completamente innecesarias para tu pelo asqueroso.
No sabía que decirle, más que yo lo lamentaba. En ese entonces me recordó a mi padre cuando yo tenía unos cuatro años, retandome porque no sabia hacer nada bien y debía dejar de comportarme como estupida.
Cuando Alessia volvió, prendió velas por toda la habitación. Todo estaba en completo silencio incluso yo, aún sentada en mitad del sillón y con los ojos vidriosos provocado por aquellas memorias.
—No te agradan las tormentas ¿eh? ¿O es la oscuridad lo que te da miedo?– dijo con aire alegre mientras se acercaba por el respaldo del sillón hasta llegar a mi cara por el lado derecho. Sentí su mirada sobre mi pomulo para luego escuchar una pregunta con tono preocupado.– Hey, principessa ¿te encuentras bien?
—Si... si...—pronuncié intentado desviar la mirada— ¿sabes? tus abuelos, son un amor.
No iba a contarle a una extraña mi vida, no importaba que tan cómoda me sintiera ya era demasiada confianza.
—Los podemos compartir si quieres.
Se sentó al lado mío y noté que tenía un gato naranja en sus brazos.
—Greta, te presento a Perla.– no pude evitar sonreir.
—Hola hermosa, dicen que las mascotas se parecen a sus dueños ¿no?
Alessia río.
Continuamos hablando sobre trivialidades, ella me contó sobre su empleo como diseñadora grafica y florista, hablamos de sus nonnos y de la ciudad de Verona.
El reloj marco las 21:05 y la lluvia disminuyó por completo, las velas ya se encontraban casi consumidas en su totalidad.
—Creo que ya es hora de irme.
—¡Ay, que tarde que es! lo siento no te ofrecí nada ¿Queres que preparemos una pizza? son mi especialidad, eso y modelar en arcilla, pero no creo que eso sea algo rico para comer.
—No, realmente estoy bien y ya es tarde, quizás otro día ¿Sí?
—Claro, sí. Me parece genial de hecho.–me puse de pie–¿Quieres que te lleve? quiero decir, son bastantes cuadras, es de noche y estas sin bateria en el celular, ni siquiera deberia preguntartelo, vamos te llevaré.
—De acuerdo.
La seguí sin excusas, la verdad me daba algo de miedo volver caminando sola por la noche. Apagamos las velas, cambie mis zapatos, ella agarró una campera de algodón de la recepción y me la pasó para luego ponerse una campera de cuero negro y abrir la puerta.
Alessia parecía sacada de una pelicula de rock and roll, algo así como todo lo que nunca fui ni seré en años.
Cerré la puerta del negocio detrás mío y ella saco una moto negra y blanca de la reja del costado de la tienda.
He salido con suficientes hombres como para saber que esa era una Continental GT 650 de Royal Enfield. Simplemente una moto hermosa. Me paso un casco y se colocó otro ella.
—¡Wow! francesco virgolini.
—Y eso que todavia ni te subiste.
Reí he intente subir detrás de ella fallando epicamente en el intento.
—¿Alguna vez viajaste en moto?
—Una vez, a los 3 años con mi padr...
La mirada de miedo penetro mis pensamientos sin permitirme terminar la frase.
—Bien, ven.– Alessia bajo de la moto y me ayudó a subir para luego volver a sentarse.— Pasa tus manos por mi cintura y agarrate fuerte.
—Esta bien.
Seguí sus indicaciones, Alessia arrancó la moto y en menos de 10 minutos llegamos a la cafetería de sus abuelos. A un lado, la reja de la escalera que llevaba estaba el departamento estaba ligeramente abierta como Giuseppina mencionó. Bajé de la moto, nos quitamos los cascos y le devolví el mío.
—Gracias, y lamento lo de hoy.
—Yo no.–me sonrió de lado– Ve, entra que ya es tarde y no queda ni un italiano despierto en todo el norte de Italia.
—Chao Alessia.–La saludé con un beso en la mejilla y subí las escaleras mientras sacaba las llaves de del bolsillo de mi vestido. Abrí la puerta y entré. Por la ventana de lado vi como la pelirroja ponía la moto en marcha y avanzaba.
Me quite los zapatos y me tiré en la cama. Antes de que el sueño inundara mi cuerpo por completo un último pensamiento se hizo presente.
Creo que podemos ser buenas amigas.
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Todo lo que no sabía de mí 👀
Teen FictionGreta, una joven italiana, decide huir de la Capital para refugiarse en Verona tras denunciar a su prometido por violencia. Allí, en la nueva ciudad, ella intentará encontrarse a si misma nuevamente y tratar de procesar los últimos veintisiete años...