Greta
Alessia le dejó comida a Perla y luego salimos en dirección a la casa de los nonnos. Caminamos agarradas de las manos mientras mi mente divagaba en las últimas doce horas vividas junto Alessia.
Me sentía plena, como si algo dentro de mi indicará que estaba en el lugar correcto. Era una locura, conocía a Alessia lo mismo que dura un mes y jamás hubiera creído estar tan abierta a compartir mi vida con alguien.
La moto de Alessia se encontraba en el mismo lugar en la que la habíamos dejado y la cafetería de los nonnos se encontraba cerrada. Era costumbre que si ambos querían tomar una siesta en algún momento del día las luces se apagaran y puerta se cerrara. Subimos las escaleras hasta el apartamento y entramos.
—Me voy a duchar ¿Qué debería ponerme?
—Yo lo resuelvo–Mencionó entrando a la habitación en busca de ropa— ¡entra a la ducha!
Entre al baño, abrí el grifo y entré a la ducha para cerrar la cortina detrás de mi. A los pocos minutos Alessia llamó a la puerta y le indique que pase.
—¿Segura?– dijo una vez adentro.— ¿Entraremos las dos en la ducha?
Mis ojos se iluminaron y la risa de Alessia se escucho tras la cortina.
—Alessia...
—Solo traía tu ropa, no pensaba entrar sin que me lo pidieras–Rio nuevamente— Espero no te moleste pero también te traje ropa interior.
—¡Alessia!– chillé sintiendo el calor subir por mis mejillas casi a la temperatura del agua.
—¿Qué? ¿Preferías no usar? ¡Como iba a saberlo!– ambas reímos.— Ya, no es nada grave. Eso sí, los zapatos y demás lo eliges tú cuando sales porque no se que marca combinara con el vestido, por mi unos borcegos negros irían bien pero de seguro preferirías unos tacos. ¡Eso es todo! me voy antes de ponerte más nerviosa.
Una sonrisa silenciosa se formó en mi cara y detrás de la cortina se escuchó el ruido de la puerta cerrándose.
Cuando terminé el baño corrí la cortina para descubrir un vestido verde con mangas y una cajita cerrada de ropa interior de encaje del mismo color. De mis conjuntos favoritos. Tras secarme con la toalla y dejarla en mi cabeza, tomé solo la parte de abajo del conjunto y me lo coloqué junto con el vestido.
Abrí la puerta y Alessia se encontraba sentada en uno de los sillones frente a la puerta del baño, algo expectante.
—Me encanta, me encantas.– dijo al verme y me acerque a darle un beso.
—Tomo los zapatos, una cartera, me seco el pelo, lo plancho y estamos, creo que no olvido nada. Oye ¿Por qué elegiste el verde?
—Me gusta el verde y ese vestido es digno de una princesa. ¿Por qué no te secas el cabello y lo dejas así?
—Costumbre, supongo– mordí mi labio inferior.
—Tus ondas me gustan.–Hizo una pausa preocupada pro lo que había dicho.— Quiero decir, esta bien si lo planchas si te gusta. Pero también estas linda si no. No dejes que te hagan creer otra cosa, eres hermosa.
—Gracias.– dije tímidamente, Alessia me guiño un ojo y le sonreí. Comencé a prepararme para salir aunque esta vez y después de muchos años sin hacerlo, sin plancharme el cabello.
Parecía una estupidez pero saber eso, sus palabras. Me hacían pensar que en algún punto todo lo que había vivido antes me había destruido por dentro creando grietas que ahora Alessia, sin saberlo, reparaba de a poco.
Una vez listas salimos en busca de la motocicleta de Alessia. La cafetería de los nonnos ya se encontraba con las luces encendidas por lo que entramos a saludar.
Nuevamente la sensación de nerviosismo tal como el día previo llegó a mi pero ahora con una verdad al descubierto, la verdad que me aterraba ante las opiniones de los demás. Alessia y yo éramos más que amigas.
—Buon pomeriggio ragazze mie!– Exclamó Giuseppina al vernos entrar— come stanno?
—Bien nonna, bien. Vine por la moto y los cascos– Ambas la saludamos, al igual que a Giuseppe que se encontraba al lado de ella sobre el mostrador.
La cafetería estaba vacía, normalmente se llenaba luego de las cinco de la tarde y aún faltaba para entonces.
—¿Estas bien, querida?– Giuseppe tomó la cara de Alessia entre sus dedos y la observo fijamente a los ojos mientras la nonna y yo mirábamos la escena.
Al pasar los días en Verona, noté la hermosa relación que Alessia tenía con sus abuelos. En especial con el nonno. Después de todo era su sangre y quien la cuidó desde pequeña mientras su madre trabajaba además de su gran apoyo luego de que ella falleciera.
—Si, nonno.
—Tenes algo distinto, algo en los ojos están... brillosos ¿Segura, estas bien?
—No podría estar mejor.
La sonrisa de Alessia volteó hacia mi y sentí calor expandiéndose por todo mi cuerpo. Alessia tomo mi mano entre las suyas y yo se la apreté fuertemente temiendo de su siguiente acción.
—Bueno, Greta y yo nos marchamos. ¡Nos vemos luego!– Alessia agarró los cascos y tiró de mí en dirección a la salida.
—¡Diviértanse! ¡Y trae a Greta temprano!
Se escuchó a la nonna gritar tras la puerta que ya habíamos cruzado.
—Tranquila Greta, no pensaba decir nada de lo que aún no te sientas lista de decir.– Alessia sabía exactamente en que estaba pensando como si literalmente estuviera en mi cabeza para saber que decir.
Nos pusimos los cascos, subimos a la moto y me enganché de su cintura. Antes de arrancar Alessia volvió a hablar.
—A parte, ellos ya lo notaron.
Dijo y aceleró.
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Todo lo que no sabía de mí 👀
Novela JuvenilGreta, una joven italiana, decide huir de la Capital para refugiarse en Verona tras denunciar a su prometido por violencia. Allí, en la nueva ciudad, ella intentará encontrarse a si misma nuevamente y tratar de procesar los últimos veintisiete años...