Greta
Tiré de Alessia hasta el departamento.
Una vez en la habitación tomé una muda de ropa blanca y se la entregué.
—Tomá, no se donde iremos pero no creo que quieras llevar esa mancha contigo. Si quieres otra cosa tómala del armario pero pienso que eso se te vería hermoso.
Alessia tomo la ropa en sus manos y comenzó a desvestirse delante de la cama sin mediar palabra alguna, sorprendiéndome completamente encaré hacia el vestidor.
Mientras me apresuraba hacia mi armario en busca de uno de mis vestidos con florcitas, mi corazón latía con una intensidad que apenas podía contener. La breve imagen de Alessia desvistiéndose frente a mi había dejado una huella de curiosidad en mi mente, despertando nuevamente dudas sobre lo que últimamente ella me hacia sentir.
Al salir del armario con el vestido verde y botas blancas entre mis manos, me encontré con el reflejo de Alessia en el espejo, aún a medio vestir, con su figura delicadamente iluminada por la luz que se filtraba por la ventana y el tatuaje de su clavicula al descubierto.
Por un instante, el tiempo pareció detenerse mientras nuestros ojos se encontraban a través del espejo. Un silencio cargado de electricidad envolvía el aire, y pude sentir la tensión entre nosotras, un deseo sutil pero irresistible que se deslizaba bajo la superficie de nuestras miradas.
Sin decir ni una palabra, nos observamos por un momento más antes de que yo desviara la mirada, sintiendo el rubor subir por mis propias mejillas. Me dirigí al baño para terminar de arreglarme pero el recuerdo de ese instante quedó grabado en mi mente, un eco susurrante de un deseo que apenas se atrevía a manifestarse.
Luego de un rato encerrada en el baño terminando los últimos detalles de mi maquillaje, Alessia tocó la puerta.
—Greta ¿Aún quieres que salgamos?
¿A que venia ello? Acomodé mis cosméticos y abrí la puerta para encontrarme de cara a una Alessia con un semblante preocupado. ¿Acaso también lo sintió?
—Si, salgamos ¿vas a ir así?– solté sin más.
Mi ropa se ajustaba perfectamente a sus curvas. El top y pollera blancos resaltaban el rojo de su pelo y los borcegos le daban su toque personal.
—¿Qué, no me dejas?– sonrió cómplice— Me gustó lo que elegiste para mi. A parte deje mi ropa lavándose, espero no moleste. Sólo tomare mi chaqueta y estamos listas.
Dejando la moto en la casa de los nonnos, seguí a Alessia por donde me indicaba cual GPS, aún sin saber hacia donde nos dirigíamos. El día estaba hermoso, la temporada de lluvias veraniegas parecía haber terminado. La ciudad estaba repleta de turistas y era inevitable pensar en lo perfecto que era el verano en Verona.
De repente, al cruzar una calle adoquinada, Alessia se detuvo de repente y, sin previo aviso, me agarró de la mano con firmeza. Su contacto me tomó por sorpresa, pero no me resistí, permitiendo que su mano se entrelazara con la mía, tiró levemente de mí hacia ella y una moto pasó rozándome el cabello.
—Alguien casi te sube a la moto con fuerza.–Y no eras tú, pensé para mis adentros. — ¡Y no era yo!
Ambas reímos. Aquellas pequeñas conexiones simplemente se sentían mágicas.
Continuamos caminando agarradas de las manos hasta que Alessia se detuvo frente de uno de los locales. Un cartel de letras amarillas con naranja estilo comic colgaba señalando el nombre del lugar "Dischi Volanti". Alessia tiro de mí y nos adentramos juntas.
Una vez allí, una disquería como aquellas de hace años se mantenía aún en pie en un increíble buen estado. Saludamos al señor que trabajaba allí y luego pasamos.
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Todo lo que no sabía de mí 👀
Teen FictionGreta, una joven italiana, decide huir de la Capital para refugiarse en Verona tras denunciar a su prometido por violencia. Allí, en la nueva ciudad, ella intentará encontrarse a si misma nuevamente y tratar de procesar los últimos veintisiete años...