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El firmamento poco a poco iba aclarándose esa mañana, el sol empezaba a soltar sus rayos potentes que iluminaban el mundo, diciéndole sin palabras a los humanos que un nuevo día estaba a punto de empezar.

Algunas personas salieron de sus casas, unos a trabajar, otros a ejercitarse y otros a estudiar, fueran niños, jóvenes o inclusive adultos.

Pero para JungKook el comienzo de un nuevo día no significaba nada.

Ya no tenía empleo, pero estaba "jubilado", tenía su propio departamento, un coche, un pequeño perro doberman en proceso de crecimiento, vivía bien.

Pero no estaba acostumbrado a esa vida.

Desde sus diecinueve años ha estado entrenando en el ejército, se sumó a la filas de soldados para servirle a su patria, salvar a su pueblo, dejar el nombre de Corea del Sur en alto.

Pasaron muchos años de eso entonces, llegando incluso a escalar el título de sargento de su grupo, lo cual lo llenó de orgullo, a él y a sus familiares.

Participó en muchos combates, pero en definitiva el que lo ha dejado fuera de si, fue la guerra en la que participó el ejército Surcoreano contra el país de Palestina. En su mente, en lo más profundo de sus recuerdos puede seguir escuchando las bombas sonar, los disparos ir y venir, los gritos de sus compañeros y los cientos de cuerpos que tuvieron que enterrar.

La pérdida fue grande, significativamente, incluso a nivel personal. JungKook ya no era el mismo hombre antes de la guerra.

Ahora su mirada era perdida, veía alucinaciones y huía de las conversaciones cada vez que mencionaban la guerra.

Todo eso afectó muchísimo.

Sin embargo, está yendo a ayuda psicológica, la cual le puso el mismo ejército, todo para asegurarse de que él pueda recuperarse un poco.

-Kook.

El hombre de treinta y siete años levanta la mirada, su mejor amigo lo observa con una sonrisa cuadrada y con un trago en la mano.

-No me dejes la mano estirada, sabes que no me gusta.

JungKook reacciona y por fin toma el vaso de cristal, revolviendo el contenido ardiente del mismo con movimientos circulares de su mano. Ambos hombres están en la casa del mejor amigo de Jeon, bebiendo un poco después de su reencuentro.

-¿Todo va mejorando con las sesiones?

-Al menos ya no veo a DongMin en la puerta de mi habitación. -Responde.

El castaño frente a él asiente con la cabeza, él más que nadie sabe lo difícil que ha sido para JungKook superar todo, las alucinaciones eran la peor parte de todo el paquete de traumas de la guerra, que lo vaya eliminando poco a poco es lo mejor.

-Imagino que ya puedes dormir mejor.

El azabache niega con la cabeza, bebiendo lentamente el contenido del vaso.

-Solo un poco, a veces siento que me estoy volviendo esquizofrénico, Tae.

-No digas eso.

-Claro que si lo digo. -El castaño lo miró, dispuesto a negarse otra vez-. Debo tomar pastillas para tranquilizarme cada vez que escucho voces, y solo después de tomarlas ellas desaparecen, ¿no te parece eso un síntoma de la esquizofrenia?

-Solo es un trauma, Kook, sé que podrás salir adelante.

-¿Y si no lo hago?

TaeHyung quedó en silencio, con JungKook mirándolo fijamente a sus ojos marrones, como si le pidiera ayuda para que todo acabase.

My you 𓍢ִ໋🌷͙֒ ᰔᩚ KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora