¿Morir para vivir?

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Hoy se decide todo. Hoy pagaré por mis pecados. Dios me ha dado otra oportunidad para vivir la vida como corresponde. Hoy es el final de Agust d. Si deseó vivir tengo que morir.

La misma rutina de siempre, pantalones ajustados negros, camisa ajustada negra, el cabello peinado hacia atrás. Solo hay una diferencia, ya no es necesario maquillar una cicatriz en mi ojo, ahora la cicatriz falsa que me acompaña a trabajar, ahora se quedará de por vida.

De nuevo mi mirada se centro en el reflejo del espejo.

—Hoy se acaba todo— suserre evitando encontrarme con mis propios ojos.

—Morir para vivir— hablé de nuevo.
Caminé a la salida con nostalgia, sería la última vez que saliera de aquí. Mi casa. Dónde compartí buenos momentos de mi vida junto a mis hermanos. Vivir aquí nunca fue nada fácil pero si quiero avanzar y cambiar mi vida tengo que abandonar esta casa para siempre.

—Me voy chicos— grite mientras caminaba a la salida.

—¿Te vas? ¿Tan pronto?— contestaron.

—Sí, tengo que salvar a T.N y traerla de regreso—

—Vamos contigo— se ofreció J hope.

—No, si tengo que morir lo haré solo, no quiero que me acompañen, no puedo perderlos a ustedes también. He cometido muchos errores, mate a Namjoom pero aún así continúan a mi lado. A pesar de lo que hice. Lo siento tanto chicos. Éramos hermanos en el pasado y lo somos ahora, que tarde me dí cuenta de eso. Tengo una familia la cuál no quiero perder. Ahora lo sé— los miré fijamente a los ojos. —Los quiero chicos— admití.

—¿Nos quieres? Deja de hablar como si esto fuera una maldita despedida Min Yoongi. ¿Qué mierda te pasa?— gritó Tae-hyung.

—Lo es— contesté.

—¡Deja tus pendejadas a un lado Min Yoongi! Y regresa a lado nuestro con T.N nuestra cuñada Min Yoongi— hablo claro, Kim Seok-Jin.

—¡No puedes morir! ¡No tienes el derecho de hacerlo! ¡Esto no es lo que quería Namjoom! Si en verdad lo lamentas, regresaras con nosotros Min Yoongi— dijo J hope.

—¿No les importa lo que he hecho? ¡Soy un maldito monstruo! No quiero hacerles daño— admití.

—Escucha bien esto Min Yoongi no te lo voy a repetir— dijo Jin con un tono fuerte.

—¡No eres un monstruo! ¡No lo eres! Todos fuimos educados para asesinar personas. Nos criaron como arma. ¡No somos unos monstruos! Ninguno de nosotros lo es. Solo hicimos para lo que fuimos educados— dijo con los ojos cristalinos.

—Prometelo, prometelo, Promete que regresaras con nosotros. ¡Somos una familia Min Yoongi! Prometelo— hablo con desesperación Tae-hyung.

—Lo juró— y un último abrazo grupal se forma en la puerta de salida.

Tenia sentimientos encontrados. Tenía una familia. Qué sin importar mis errores me querían.

Subí a mi auto favorito Ford Mustang Shelby GT500, dejando mi maleta a lado nuevamente.

Era sorprendente, no necesitaba seguir al GPS, porque la ubicación la conozco. Se donde están, conozco ese lugar como la palma se mi mano.

Maneje unas horas hasta llegar al lugar remoto que yo había comprado para vivir con T.N, el lugar donde la mantuve secuestrada. El lugar donde hubo buenos momentos pero la mayor parte fue sufrimiento.

Estacione el auto frente a la mansión. Tomé la metralleta bien cargada y disparé a todos los de seguridad. El lugar era lejano y solitario, se escuchaba claramente la batalla de disparos que habían en este lugar. Sin vecinos, ni población cercana, podíamos llevar a cabo este trabajo.

Me abrí paso entre los cadáveres, tomé las llaves y entré en la mansión.

—¡Jungkook! ¡La muerte a llegado!— grite. Mientras disparaba y peleaba con los hombres que tenía dentro de la mansión. Eran demasiados pero no me daría por vencido tan fácilmente.

Esta vez saldré con T.N de aquí.
Subí las escaleras, dejando cuerpos por donde pasaba. Mi energía se agotaba. El cansancio se presentaba. Las armas y las municiones se acababan.

Recorrí la casa entera en busca de T.N, hasta que la encontré. En la habitación más grande y lujosa de la mansión. Nuestra habitación.

Giré la manija y entré en ella.

—"Bienvenido a casa Min Yoongi"— saludo con una sonrisa burlona.

—Hola Jungkook— hice una reverencia. —Mi amor— mis ojos se centraron en T.N. quien llevaba como la vez pasada, una lencería muy sensual.

A este pedazo de idiota le encanta que T.N sea un pedazo de carne. Donde sus trabajadores se la comen con la mirada.

—Veo que te gusta como se ve. ¿No es así Min Yoongi?—

Un gruñido salió de mis labios.

—Te has convertido en un animal Agust d—

—Siempre lo he sido Jungkook—

—Mira lo genial que te queda esa cicatriz, desde ahora jamás podrás dejar de ser Agust d, todo el mundo conocerá quien eres en realidad—.

—Me importa una mierda Jungkook—

—Con qué es así— sonrió. —¡Mátenlo!— ordenó.

—T.N, mi amor— me miró fijó. —Cierra los ojos y no los habrás sin importar lo que escuches. Podrás abrirlos cuando yo te diga—. Ella confío en mí y cerró los ojos con fuerza.

Tomé la última arma que me quedaba y disparé a mi alrededor. Aún tenía demasiada gente a su alrededor. Las balas se agotaron. Y mi cuerpo se vio envuelto en una batalla cuerpo a cuerpo. El cuerpo me dolía de la paliza que me habían dando. Pero era soportable el dolor que sentía. No me rendiría. Fui entrenado y educado para esto.

—¡Quieto Min Yoongi!— amenazó con una katana el cuello de T.N.

Mi cuerpo se detuvo al instante. Sus hombres me llevaron más cercas de  ellos.

Solo me limite a mirarlos, buscando una forma de detenerlos.

—De rodillas— ordenó y mi cuerpo fue lanzado al suelo con fuerza. Mi cuerpo callo de rodillas frente a T.N.

—Quiero escucharte rogar, quiero hacerlo. ¡Ruega Agust d! Por favor pide que la deje vivir. Suplica que lo haga, como lo hizo mi padre. ¡Suplica Min Yoongi! ¡Suplica! Quiero escucharte— dijo con lagrimas en los ojos.

Mire hacia a bajo, encontrando nuestra salvación. Una katana tirada en el suelo. Estiré mis brazos haciendo una reverencia.

—Y te hacías llamar la muerte— me miró. —Ahora suplica por su vida—

Listo, alcance la katana.

—Jajaja— una carcajada escapo de mí. —¿Cuándo has visto suplicar a la muerte?— le pregunte irónicamente, mientras me iba levantando lentamente.

—Hoy lo hará— dijo confiado.

—La muerte nunca suplica. Y yo soy ella aquí. ¡Soy la muerte! ¡Soy Agust d!— grité. Mientras daba un giro, levantándome. Cortando las cabezas de los que me sostenían.

—¿Cómo mierda es posible?— reprocho Jungkook.

—Para la muerte todo es posible Jungkook— sonreí locamente.

—Acabemos con esto Jungkook. Hoy moriras en mis manos como lo hizo tus padres—.

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