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VIERNES 31 DE OCTUBRE-. 23:15 hrs.

—La detective llegó a su hogar sana y salva, señor —dijo Sazamon tras cortar la llamada—. Ozuel se quedará vigilando esta noche.

Razael asintió y se quedó en silencio varios segundos. Estaba sentado en una lujosa habitación de hotel, pero su atención estaba completamente absorbida por los papeles esparcidos frente a él con toda la información que había recopilado sobre Kiera Hart.

Entre ellos, había una fotografía de la joven mujer. La tomó y estudió cada detalle de su rostro como si quisiera grabarlos en su mente. La humana era sin duda atractiva, pero irradiaba una sensación de fortaleza y determinación que lo habían cautivado de inmediato.

Tras revisar los documentos con detenimiento, descubrió que la detective había nacido y crecido en la ciudad. Sin embargo, su vida había dado un giro dramático al quedar huérfana a una temprana edad. Según los registros, fue acogida por el orfanato de la iglesia local, donde pasó la mayor parte de su infancia. Pese a su excelente comportamiento, nunca hubo una familia que la adoptara. Aquello llamó la atención, ¿habría alguna razón por la que nadie la quiso? Tal vez tuviera que indagar un poco más.

A pesar de su solitaria infancia, Kiera había demostrado ser una mujer excepcionalmente talentosa y perseverante. Después de graduarse de la escuela municipal con las más altas calificaciones, decidió seguir una carrera ligada a la policía, estudiando en la academia para convertirse en un agente de la ley. Tras ello, escaló peldaño por peldaño hasta convertirse en detective, destacándose por una habilidad excepcional para resolver crímenes.

Aun así, la vida personal de la detective parecía ser un misterio. Averiguó que vivía sola en un modesto departamento, sin relaciones personales significativas. A simples rasgos podía parecer una mujer solitaria y desolada, pero de lo que Razael vio al compartir la mañana con ella fue su aura de seguridad y determinación. No se asemejaba a una persona desamparada, aun que si tal vez con pocas habilidades sociales.

—¿Necesita algo más, mi señor? —le preguntó Sazamon repentinamente.

Razael se inclinó hacia atrás en el sillón y sonrió.

—No. Creo que con la información que obtuviste estaré bien.

El demonio asintió, pero el principie pudo notar su semblante más tenso de lo habitual.

—Te parece extraño mi actuar, ¿no es así?

Sazamon botó aire. A veces le era difícil esconder sus emociones frente a un príncipe tan perceptivo.

—Es poco habitual, no se lo voy a negar —respondió con franqueza—. ¿Pero quién soy para cuestionarlo?

Ambos se quedaron en silencio.

—Si puedo abusar de su confianza, puedo preguntar el por qué mi señor.

—El porque, ¿qué?

—Por qué el interés en una humana.

Razael lo observó por unos segundos. Solo había dos demonios en los cuales confiaba sus pensamientos y el guardián real era un de ellos.

—Ella fue quien intentó salvarme la vida cuando asesinaron el cuerpo humano que poseí.

Sazamon abrió los ojos sorprendido.

—¿Interesante, verdad?

—Bastante, mi señor, bastante.

Crimen Escarlata {En actualización}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora