[2] Paid In Full: [ Chestappen/Perstappen ]

Capítulo V

Max Verstappen

El agradable zumbido de mi dolorido agujero fue suficiente para hacerme sonreír al despertar. Me di la vuelta, gimiendo mientras me ponía de rodillas. Los recuerdos de Sergio golpeando implacablemente dentro de mí hicieron que mi polla se pusiera rígida en segundos.

Virgencito loco.

Esa resistencia por sí sola era una locura. Una ronda tras otra, me miró como si estuviera completamente absorto en la experiencia. Como si no pudiera tener suficiente. Algo en esas acciones desesperadas, agitadas y ansiosas me hizo correrme con tanta fuerza que vi estrellas. Ya estaba pensando en volver a tomar esa polla monstruosa.

Mi teléfono sonó, disipando cualquier posibilidad de que bajara las escaleras, me subiera encima de Sergio y lo montara hasta que sus ojos se pusieran en blanco. Me quejé mientras cogía mi teléfono camino al baño. Charles.

"Oye", dije, empujando mi polla hacia abajo mientras estaba de pie junto al inodoro, tratando de orinar con un semi. "Es jodidamente temprano."

"Es la una de la tarde".

"Temprano para mí", enfaticé, gimiendo cuando finalmente comencé.

"¿Cuántas veces tengo que decirte que no cojas el teléfono cuando estás en el baño?"

"Crecimos orinando uno al lado del otro. ¿Me vas a decir que esto es raro?

"Es jodidamente extraño", gruñó Charles antes de suspirar. "No es por eso que llamé para hablar contigo".

"¿Entonces que pasa?" Pregunté, sonrojándome y caminando hacia el fregadero. "Hazlo rápido, hombre. Estoy hambriento."

"Emilian", espetó. "¿Compraste a alguien anoche en la casa de subastas?"

Me enojé. "¿Cómo sabes eso?"

"Lo sé todo."

Eso era cierto. De alguna manera, mi hermano tenía una manera de vigilarme sin importar cuántas veces intentara pasar desapercibido. Me lavé las manos y me lavé un poco de agua en la cara. Mi barba se estaba saliendo de control. Me volví de un lado a otro, observando mi rostro mientras Charles me llamaba.

"Lo juro por Dios, si tengo que ir allí, te meteré en un armario".

Me estremecí. "No hay necesidad de volverse loco", dije. "Sí, anoche estuve lidiando con nuestro problema. Nos debía mucho dinero, así que le quité un activo para que no pudiera ser codicioso y mantener nuestra mierda alejada de nosotros".

"¡Tú tampoco recibiste el dinero!" -gritó Charles -. "¿Qué diablos estabas pensando? ¿Uno punto cinco millones de dólares? ¿Estabas drogado?

"Anoche no, no", dije.

"Voy para allá."

Gruñí. "Por favor, no lo hagas. Escucha, ese bastardo nunca nos iba a pagar ni un centavo, ¿vale? Además, no es nuestro dinero, es mi dinero el que pagó por el niño. Y joder a Antonio fue muchísimo más divertido que conseguir su dinero. Sonreí, pensando en la expresión de su rostro la noche anterior. "Fue divertido."

"No me hace gracia".

"Tu sentido del humor está jodido, por eso", señalé, metiéndose el cepillo de dientes en la boca. "Además, obtuve el contrato de construcción".

"¿Qué?" —espetó Charles.

Saqué el cepillo. "Anoche conseguí el maldito contrato de construcción. Eso generará un montón de dinero y dará a conocer nuestro nombre como los filántropos adorables y bien intencionados que somos".