[2] Paid In Full: [ Chestappen/Perstappen ]

Capítulo XXXII

Sergio Pérez

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Advertencia este capítulo tiene escenas de tortura, sangre, muerte entre otros si no es de tu agrado porfavor de esperar al siguiente capítulo.

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"Mire, jefe. Está empezando a sonreír".

Otro golpe aterrizó en medio del estómago. El poco aire que pude aspirar salió corriendo de mí cuando un dolor candente se apoderó de mí. Cada centímetro de mí gritaba de agonía. Todo le resultaba familiar, como una pesadilla lejana. Así había sido la vida en algún momento; Dolor, gritos, amenazas y un ciclo interminable de desesperación, pero todo cambió cuando el bocón y desagradable Max me compró.

"¿Por qué sonríes?" Adrian Newey agarró un puñado de mi cabello y levantó mi cabeza. "¿Sabes algo que yo no sé?"

"No." Mi sonrisa no flaqueaba por mucho que lo intentara. Era más fácil mostrarles que estaba bien que convertirme en nada. Cada vez que le sonreía a mi papá, él dejaba de hacerlo.

Ese no fue el caso aquí.

"¿Te gusta que te golpeen? Ese es tu problema, ¿eh? Adrian Newy metió la mano entre mis piernas y una oleada de náuseas me recorrió. Me atraganté y él rápidamente se alejó. Ya había vomitado un par de veces. Mi estómago ardía. Dudaba que quedara algo dentro de mí.

Quería salir de aquí. Mi único pensamiento positivo fue que al menos Max estaba a salvo.

El teléfono de alguien empezó a sonar y el sonido estridente rebotó en las paredes. Capaz de dejarme ir, hormigueos y agujas bailando a lo largo de mi cuero cabelludo. Mi cabeza cayó hacia adelante y me quedé mentalmente rogando que todo terminara.

"Parece que esta noche tenemos un especial de dos por uno. Sabía que iría por ese teléfono", dijo Adrian Newey.

No tenía idea de qué estaba hablando o si me estaba hablando a mí. Todo lo que sabía era que lo quería lejos. Cada toque me llenaba de disgusto. Me dieron un respiro de la avalancha de golpes y lo tomé como una oportunidad para descansar. Si aprendí algo de haber sido abusado toda mi vida, fue que necesitaba descansar cada vez que tuviera la oportunidad. Mis ojos se cerraron mientras intentaba equilibrar mi respiración. Sabía qué destino me esperaba. Hasta ahora había tenido suerte. Nadie me había violado todavía, pero eventualmente sucedería.

Mi padre siempre lo había colgado sobre mi cabeza, y ahora iba a suceder, y ni siquiera estaba en su mano. Quería reírme, pero me ardían las costillas. Cualquier esfuerzo adicional y me desmayaría por el dolor.

La única puerta en el sótano con corrientes de aire se abrió. Se instalaron focos alrededor de la habitación. Al principio, no pude distinguir la figura alta en la que caminaban.