Un amor entre dinastía

Part:18

Dos años después de la llegada de los gemelos, la corte del Sehzade Selim se vio sacudida por la presencia de una nueva favorita, Leyla. Su influencia creció rápidamente, y pronto comenzó a sembrar discordia entre el Sehzade y la Sultana Kosem.

La Sultana Kosem, ahora madre de dos príncipes jóvenes, Emir y Ziya, se encontraba una vez más en una posición delicada. La sombra de la desconfianza volvía a cernirse sobre su matrimonio, y la armonía que había reconstruido con tanto esfuerzo parecía desmoronarse.

"¿Cómo puede ser esto?" se preguntaba Kosem, mientras observaba a Leyla encantar a Selim con sus palabras melosas y sus promesas vacías. "¿No aprendió nada de lo pasado?"

Pero Kosem no era una mujer que se rindiera fácilmente. Con la sabiduría adquirida y el amor por sus hijos como guía, decidió enfrentar la situación con astucia y gracia. Convocó a sus aliados más leales y juntos idearon un plan para exponer las verdaderas intenciones de Leyla.

Una noche, durante un gran banquete, la verdad salió a la luz. Uno de los sirvientes de confianza de Kosem, disfrazado de juglar, recitó una balada que narraba la historia de una mujer ambiciosa que buscaba poder a cualquier costo, sin importarle a quién lastimaba en el proceso. La balada, aunque no mencionaba nombres, era claramente una alusión a Leyla.

Sehzade Selim, que había escuchado atentamente, no pudo ignorar las similitudes con su propia situación. La duda se instaló en su mente, y comenzó a observar a Leyla con nuevos ojos.

En los días siguientes, Selim prestó más atención a los asuntos de la corte y a las interacciones de Leyla. Finalmente, se dio cuenta de que la historia del juglar no era solo una ficción, sino un reflejo de la realidad. Confrontó a Leyla, y ante la evidencia de sus maquinaciones, no tuvo más remedio que alejarla de la corte.

Una vez más, la Sultana Kosem había protegido su familia y su posición. Sehzade Selim, agradecido por la perspicacia y la lealtad de su esposa, prometió nunca más dudar de ella. Juntos, se dedicaron a criar a Emir y Ziya, asegurándose de que crecieran en un ambiente de amor y confianza.