Spring [Jinx]

❁ XII ❁

Cuando reaccione estaba en un auto, que de primeras me resultó desconocido, aunque después cuando desperté por completo lo reconocí de inmediato.

—Despertaste —y su voz solo me lo confirmó, ¿desde hace cuánto que no lo oía? Mi corazón comenzó a latir como loco, me rehusé a mirarlo porque una parte de mi seguía sin creerlo y otra no quería ilusionarse con que fuera un sueño como muchos de los que tuve durante mi reclusión. Su aroma, sándalo, era más fuerte de lo que imaginaba, él era el lobo de antes.

—Jaekyung... —dije en un hilo de voz, aun mirando por la ventana, podía ver su reflejo desde ahí— ¿por qué usted?

—Por qué yo, ¿qué?

—¿Por qué fue usted quien me rescató?

—Porque así lo quise —solté unas risitas.

—¿Cargo de conciencia?

—Dan... —negué con suavidad.

—No quiero escucharlo... igual se lo agradezco...

—Dan —detuvo la camioneta al costado de la carretera. Finalmente lo miré, su mirada había cambiado, era triste, lucía más delgado y pequeñas ojeras teñían su piel. Me sentí triste y preocupado por unos segundos.

—¿Qué me va a decir?, ¿que está arrepentido?, ¿que no quería que nada de esto pasara? —creo que le había quitado las palabras de la boca—. Me dejó todo muy claro aquella vez, no se preocupe, no hay de que disculparse.

—¡Basta!, déjame hablar —me crispe en mi asiento, apenas me había dado cuenta de que traía ropa, creo que era suya por el tamaño y el aroma. Guardé silencio—. Fui un completo idiota, yo... no supe manejar mis emociones y me di cuenta demasiado tarde de lo que realmente sentía por ti, la apuesta fue una completa tontería, jamás me detuve a pensar en cómo te afectaría. Sé que no tengo perdón, pero quiero enmendar lo que te hice.

Cuando idealice este momento creí que iba a flaquear en cuanto lo oyera disculparse, sin embargo, no fue así, sentí paz ante su disculpa, pero ningún otro sentimiento.

—Agradezco sus disculpas y las acepto, pero yo ya no quiero tener ningún trato con usted.

—Dan, mírame —trague en seco, cierto se lo había dicho mientras miraba a la nada. Lo miré—, es egoísta pedirte que me perdones, pero realmente estoy arrepentido, solo te pido que me dejes demostrarte que puedo ser completamente diferente.

—No —le sostuve la mirada—, ahora, por favor, lléveme a mi casa —arrugó el entrecejo y sus feromonas inundaron el carro, el calor no tardó en subir, detestaba ser omega.

—Iremos a mi casa —parecía que no se daba cuenta de lo que estaba causando—, está más cerca que la tuya.

—No... quiero ir a mi casa.

—Que no.

—Solo déjeme aquí, me iré por mi cuenta.

—¿Has visto pasar un solo carro?, es de madrugada, Dan, nadie pasa ni pasará a estas horas.

—Pues esperaré.

—Ajá, ¿en este estado? —acarició mi mejilla—, no estás en condiciones de pararte por horas en una carretera.

Lo odié, odié lo bien que se sentía su tacto y lo mucho que lo había extrañado, como mi piel vibraba bajo su calidez reconociéndolo al instante, tragué el nudo que se había formado en mi garganta. Después de todo creo que no me había deshecho de mis sentimientos tan bien como creí.