❁ XXV ❁

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Volvió a pasar el tiempo y aunque me volvió a afectar el separarnos pude sobrellevarlo de mejor manera, no fue tanto como la primera vez. Tal vez porque había tomado la decisión de vivir temporalmente en casa de Jaekyung, las visitas continuas que hacía se volvieron cotidianas y decidí mejor vivir por unos días ahí.

—Que tenga un lindo día —le entregué su latte a la chica.

—El día está muy tranquilo —comentó mi compañera.

—Estamos a más de 30°, no a muchos les apetece un café.

—Para mí siempre es buen momento para tomar café, además vendemos café helado no hay peros.

—No a todos les gusta.

—La gente es muy especial —sonreí y atendí al siguiente cliente.

Debido a las pocas ventas el gerente decidió darnos el resto de la tarde libre así había sido en las últimas semanas o más bien desde que inició la primavera, nos turnábamos para apoyarlo el resto del día y hoy a mí y a un compañero nos tocó descansar, llegue a su casa y ciertamente el camino era más corto, realicé algunas tareas y como de costumbre me tumbe en su cama donde ahora predominaba más mi aroma.

El cansancio tomó lugar y con ello el sueño me venció, no pude evitar dormirme hasta que escuché el pasador de la puerta, ¿me había olvidado de cerrar?, ¿el viento era tan fuerte como para abrirla? Trague en seco y guarde silencio buscando algún ruido que delatara la intromisión de alguien. Busqué con la mirada algo con lo cual defenderme en caso de que fuera un intruso y de pronto pisadas acercándose me alertaron tomé la lámpara y me coloqué tras la puerta, las pisadas se detuvieron en el cuarto y la puerta se emparejó, estaba dispuesto a golpearlo cuando de un movimiento fui arrojado a la cama, Jaekyung me miraba confundido y yo de igual manera.

—Cariño, tienes suerte de que reconocí tu aroma, ¿no reconociste el mío? —dejó la lámpara en su sitio.

—¿Q-qué haces aquí?

—Aquí vivo —se quitó la chamarra.

—Me refiero a que aún falta para tus vacaciones.

—Quería darte una sorpresa, pero la sorpresa me la lleve yo —suspiro—, esperaba un recibimiento mejor.

—Lo siento —me alce como resorte—, casi te rompo la lámpara en la cabeza —fui a abrazarlo con fuerza.

—Tengo buenos reflejos —sonrió correspondiéndome—, no creí que ya estarías viviendo aquí.

—Es temporal —sonreí con vergüenza—, lamento el atrevimiento.

—Todo lo mío es tuyo, cariño —acunó mi rostro—, ¿seguiremos lamentándonos o me vas a recibir como si me hubieses extrañado?

—¡Claro que te extrañé! —me abracé a su cuello, estaba de puntitas, sus brazos rodearon mi cintura y atrapó mis labios en un beso meloso que pronto cedió a la pasión y deseo, retrocedimos hasta topar con la cama y me depositó en ella con cuidado.


Baje con cuidado las escaleras porque por muy cuidadoso que fuese siempre había esa rudeza que entumecía mis piernas por días y las punzadas en mi cadera al querer dar un paso.

Vi un ramo sobre la mesa.

—¿Y ese arreglo?

—Te dije que quería darte una sorpresa, solo venía a bañarme e iría a verte, pero me ahorraste el camino —me abrazó por la espalda sosteniendo el ramo por mí, me lo dio a oler, eran unos lirios blancos y rojos, bastante hermosos.

Spring [Jinx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora