No había transcurrido siquiera un día completo desde la partida de Chishiya, y Mei ya se sentía inconforme con esa decisión. Había pasado las últimas horas sumergida en un libro de medicina que, definitivamente, no lograba entender, pues no había mucho más que hacer. Apenas habían pasado unas horas y ya comenzaba a añorar las conversaciones con Chishiya sobre anécdotas del hospital, sus clases de medicina, la trama de los innumerables libros que había leído o incluso su peculiar gusto musical; a pesar de su actitud soberbia y antipática, conversar con él era realmente entretenido.
Chishiya era ese tipo de persona que siempre tenía algo interesante que contar y, al mismo tiempo, sabía escuchar. A Mei le resultaba encantador que él siempre mostrara tanta atención a cualquier cosa que ella decidiera compartir; nunca la interrumpía ni menospreciaba sus acciones. En varias ocasiones, había conversado con chicos que solo hablaban de lo complicada que era su carrera universitaria, haciendo comentarios burlones sobre cómo ella debería sentirse relajada por estudiar algo “tan sencillo” como la educación. Había llegado a pensar que no existía hombre capaz de escucharla sin desvalorizar su formación.
Y ahora que lo conocía, realmente lo extrañaba.
Se revolcó en la cama al caer la noche, consciente de que necesitaba descansar bien, ya que el día siguiente sería su último día de visa y tenía que estar preparada. Se distrajo unos minutos especulando sobre el juego en el que participaría, intentando adivinar las posibles pruebas que tendría.
Recostada, se permitió pensar en Arisu, preguntándose qué estaría haciendo en ese momento. Arisu era un chico que genuinamente despertaba su curiosidad; amable, inteligente y siempre dispuesto a ayudar sin esperar nada a cambio. Había notado tiempo atrás que Karube era como una señal de “alto” a la generosidad incondicional de Arisu, un equilibrio necesario. Y ahora, sin Karube, esperaba que Usagi pudiera proteger esa bondad innata de Arisu, porque era extremadamente peligroso confiar en cualquiera.
Estaba a punto de dormirse cuando el sonido de la puerta siendo golpeada repetidamente captó su atención. Se levantó rápidamente, intentando no mostrar demasiada emoción en su camino hacia la puerta. Aunque le parecía extraño, se detuvo antes de girar la perilla, preguntándose por qué Chishiya regresaría tan pronto. No había pasado ni un día.
Dudó unos instantes, pero finalmente abrió la puerta, cediendo ante esa pequeña voz interior que le sugería que algo malo podría haber sucedido y que Chishiya necesitaba ayuda.
⸻ El sombrerero te está buscando ⸻ mencionó casualmente Kuina mientras entraba a la habitación del rubio.
¿El sombrerero lo estaba buscando? ¿Sería posible que… Se levantó, despidiéndose de Kuina y decidido a no hacer más especulaciones, comenzó a caminar por los pasillos de la playa hasta la sala de juntas de los ejecutivos donde aparentemente ya lo esperaban. En la habitación identifico al propio sombrerero manteniendo una conversación lejana con Kuzuryū y Mira, Ann lo observaba fijamente y por su mirada ya intuía que estaba pasando.
Del otro lado de la habitación, más alejados de la mesa central, estaban Niragi, Aguni y “Last Boss.” Parecían estarlo vigilando detenidamente, mucho más de lo que ya era usual y eso termino por confirmar sus sospechas.
⸻ ¡Chishiya! Bienvenido. ⸻ exclamó el sombrerero ⸻ Siéntate con nosotros, vamos.
Le sonrió, tomando su ya conocido lugar en la mesa con la mirada clavada en el hombre que lo miraba igual de fijo con una retorcida sonrisa que correspondió de la misma forma, sin perder la calma.
⸻ Chishiya, dime… ¿Recuerdas la tercera regla de la playa? ⸻ cuestionó, visiblemente divertido con la situación.
⸻ Muerte a los traidores. ⸻ respondió, sin dudar.
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𝗦𝗵𝗮𝗺𝗲𝗹𝗲𝘀𝘀, 𝗖𝗵𝗶𝘀𝗵𝗶𝘆𝗮
FanfictionEn un Tokyo alternativo, donde los rascacielos se alzan como gigantes de cristal y acero, la vida de Suzuki Mei cambió para siempre. La ciudad, ahora un tablero de juego mortal, se convirtió en su nuevo hogar, un laberinto de desafíos y enigmas. Y e...