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Las tardes después de la universidad eran ajetreadas, empezando por el simple hecho de que tener que atravesar el cruce de Shibuya en un horario como ese era una tarea casi imposible, casi.

Veía a la gente pasar de un lado a otro, cada uno de ellos ocupado en sus propios asuntos, tal como ella.
Ese día en específico hacía un insoportable calor y pese a que no era una fanática de vestir shorts cortos para ir al trabajo, ese día fue necesario; aunque debía cambiar su ropa por el uniforme al llegar.

Decidió detenerse en una tienda de conveniencia por una bebida helada antes de llegar al trabajo, abrió la puerta del lugar y se perdió entre los pasillos mientras decidía que llevar ese día.
Sentía la mirada de la dependienta del lugar sobre su espalda y aquello la ponía incomoda por lo que se refugió en el último pasillo de la pequeña tienda, lejos de su mirada y en paz para buscar una bebida de su agrado.

Se distrajo pensando en sus pendientes para el día siguiente mientras sacaba un vaso de hielo del congelador y servía su bebida en el después de retirar el plástico sobre el vaso.
Recordó que al día siguiente debía volver al hospital a retirar el hilo de la sutura que le habían hecho siete días atrás, recordar a su curioso doctor seguía poniéndole extrañamente nerviosa.

Ahora sabía que se llamaba Chishiya, lo recordaba.

Había pasado los últimos siete días pensando en esa visita al hospital y no era tan estúpida como para no darse cuenta que aquellos gestos del médico le habían gustado quizá más de lo que deberían, incluso si sabía que no habían sido más que mera amabilidad.

Dejo ir un suspiro antes de dirigirse al mostrador a pagar lo que había tomado y posteriormente decidió beberlo en una de las sillas del local observando distraídamente como la gente iba y venía.
Shibuya era un lugar caótico la mayor parte del tiempo y eso era algo a lo que ya estaba acostumbrada pero no dejaba de sorprenderle la cantidad de personas que caminaban por ahí.

Dirigió su mirada hacía el cielo cuando una explosión de colores llamo su atención, fuegos artificiales. Sonrió al verlos, siempre pensó que eran bonitos.
Dejo de mirarlos unos segundos después, disponiéndose a ponerse de pie y buscar entre los pasillos de la tienda una barra de chocolate antes de irse definitivamente, debía estar en el trabajo en unos díez minutos más.
Se agachó al notar lo que buscaba en el último nivel del anaquel y mientras decidía entre chocolate con leche o chocolate amargo, la luz se fue.

Alzó la mirada solo para descubrir la tienda en completa oscuridad siendo únicamente iluminada por la luz solar que atravesaba el ventanal. Busco con la mirada a la encargada pero al no encontrarla asumió que estaría en la bodega, desistió de sus ganas de llevar un chocolate y salió de la tienda mientras rebuscaba entre su bolsa por su celular.

Al levantar la mirada no encontró más que las calles vacías de Shibuya.

Extrañada, miro hacía sus alrededores solo para encontrar la misma situación.
No quería sumirse en el pánico pero con cada segundo que pasaba no saber que estaba ocurriendo la ponía más nerviosa.
Su primer movimiento fue seguir el camino hacía su lugar de trabajo mientras buscaba con la mirada a alguien en el camino. Apenas llegar entendió que ahí tampoco iba a encontrar a alguien, el lugar estaba completamente vacío y ella parecía ser la única alma vagando por ahí.
Se preguntó si es que seguía dormida pero descartó esa idea porque podía sentir el dolor de los hematomas en sus brazos mientras se abrazaba a sí misma, su celular parecía haberse quedado sin batería lo que le resultaba extraño porque estaba casi segura de haber tenido más del 70% cuando entro a la tienda.

Desistió de encontrar a alguien cuando empezó a anochecer y finalmente se decidió por volver a su departamento, suponía que al menos ahí estaría segura en caso de que algo pasará. La noche cayó completamente mientras caminaba de regreso a su edificio y no estaba ni a media camino cuando las luces de un complejo de departamentos a su costado se prendieron repentinamente, se sobresaltó y retrocedió un par de pasos.
Con la esperanza de encontrar a alguien ahí se atrevió a subir las escaleras y adentrarse en el edificio, sin embargo contrario a lo que había deseado no encontró más que una mesa con un montón de celulares en el centro y una pequeña hoja de papel que ponía "Uno por persona" así que eso hizo.

𝗦𝗵𝗮𝗺𝗲𝗹𝗲𝘀𝘀, 𝗖𝗵𝗶𝘀𝗵𝗶𝘆𝗮 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora